FIAT da sus primeros pasos en territorio crossover con el 500X. Este compacto simpático y polivalente es la recreación del proyecto que también alumbra el Jeep Renegade. El insospechado parentesco con el modelo norteamericano queda camuflado por una silueta que abandona las aristas por curvaturas más acordes al estilo de la casa matriz italiana. La X es una variante del repertorio 500 algo más corpulenta que la del formato original; eso la vuelve más práctica y convincente. Está disponible con dos puestas en escena, una de aire cosmopolita y otra con querencia montañera; propone, además, interpretaciones con tracción delantera e integral, así como motores gasolina (110 y 140) y diésel (120 y 140 CV). La ejecución más sencilla cuesta 16.900 euros.

Hay quien sostiene que los italianos son maestros en el arte de detectar y asimilar ciertas cualidades ajenas, para luego difundirlas como propias. La acusación, tantas veces esgrimida en referencia a la pasta de los chinos o al aceite de españoles y griegos, parece encajar como un traje a media en el caso del Fiat 500X. Eso sí, con matices.

La casa italiana, que desde hace poco rige los destinos del grupo norteamericano Chrysler, decidió en su momento explorar el mercado de los todocamino urbanos con la doble lectura de un proyecto de modelo compacto. Una se encomendó a Jeep y la otra fue asumida por Fiat. Así, con un punto de partida común pero rumbos casi antagónicos, han llegado a los escaparates primos-hermanos diametralmente distintos como el Renegade y el 500X.

Mientras el primero apela a la genética para proponer un crossover de porte recio y modales dulcificados, el segundo apela al filón del diseño para refinar la estampa y aprovechar el tirón comercial del estilo cinquecento. Lo cierto es que, al menos en el caso de Fiat, la operación de marketing roza la perfección. El 500X es, en el más amplio sentido del término, un coche redondo. Su silueta ovoide combina con tino esbeltez y musculatura; lo hace sin pecar de excesiva corpulencia. Es una recreación del Fiat 500 henchida y algo más separada del suelo. El aumento de talla no impide desempeñar misiones propias del turismo multiusos que es.

La coqueta carrocería de cinco puertas ocupa 4,25 metros de largo, 1,80 de ancho y 1,60 de alto. Las variantes con tracción 4x4 son 2 centímetros más altas, que es lo que realzan su plataforma (la distancia al suelo aumenta de 16 a 18 cm.) para favorecer el tránsito por caminos o terrenos irregulares. Ese envoltorio, coherente con el ADN del vistoso y bien acabado 500, aprovecha el aumento de talla para acomodar a cuatro adultos (gozan de suficiente espacio para las piernas, aunque agradecerían mayor desahogo a nivel de la cabeza). Ofrece un más que correcto portaequipajes con 350 litros. Es, por tanto, una alternativa sugestiva para quienes buscan un turismo compacto con carisma, un cómplice para los ratos de ocio al aire libre o un desenfadado automóvil auxiliar para la familia.

La marca lo propone, de momento, con cuatro motorizaciones, dos de cada combustible. Inaugura el reparto el motor atmosférico de gasolina 1.6 E-Torq, con 110 CV. La nómina contiene, además, unidades turboalimentadas y provistas de inyección directa de combustible: los gasóleo MultiJet 1.6 y 2.0, con 120 y 140 CV, así como el 1.4 MultiAir de gasolina con 140 CV. Estas tres últimas incorporan sistema Stop&Start de desconexión automática en las paradas para mitigar el consumo y las emisiones.

El catálogo motriz va a recibir a mitad de curso dos nuevas candidaturas, una a gasolina (170 CV) y otra turbodiésel (95 CV). Esta última y la gasolina menor utilizan caja de cambios manual de cinco marchas; el resto se asocia a caja de seis velocidades. La mecánica de gasolina con 140 caballos puede optar a transmisión automática de seis relaciones; el diésel de igual rendimiento dispone de la posibilidad de la caja de convertidor de par con nueve relaciones que montará de serie el MultiAir 1.4 con 170 CV.