EL Passat es una berlina con mayúsculas que pide a gritos su ingreso en la categoría Premium. Después de ocho ediciones en cuarenta y un años, Volkswagen sitúa a su candidato, de una vez por todas, entre los mejores. Por si el aval de veintidós millones de clientes no bastara, la marca alemana consuma un alarde de recursos técnicos en la entrega actual del modelo. Ese último grito en tecnología contrasta con el diseño, distinguido pero nada arriesgado, un estilo conservador que progresa en todo salvo en capacidad de seducción. La dosis extra de calidad y opulencia trazan la línea de partida económica del coche en 26.510 euros. Una vez completa, su gama propondrá este año envases familiar y sedan, además de tres definiciones de producto y una decena de opciones motrices -gasolina, TDI e híbrido enchufable-, con tracción delantera e integral 4Motion, entre 120 y 280 CV.
La casa alemana roza la gloria pero tiene difícil repetir el éxito comercial cosechado por la remesa anterior. El Passat se erigió en superventas de su clase en 2014 gracias al irresistible aliciente de un precio tentador (VW llegó a anunciar versiones Edition y Exclusive por 18.600 y 21.900 euros). Sin embargo, la edición contemporánea deja fuera de juego a parte de esta clientela recién adquirida al aplicar una tarifa algo más contundente.
En su intento de escalar hasta la cota Premium, VW va a descolgar por el camino a no pocos compradores de clase media, que se verán obligados a volver la vista a competidores de similar eslora e inferiores pretensiones y precio. La lista no es corta: Skoda Superb, Citroën C5, Hyundai i40, Toyota Avensis, Ford Mondeo, Opel Insignia, Kia Optima, Peugeot 508, un Renault Laguna a punto de renovación...
En cualquier caso, el coste de adquisición del Passat queda justificado por el contenido. Probablemente la nueva generación vale lo que cuesta porque, criterios estéticos al margen, sale de fábrica provista de un bagaje tecnológico inusualmente copioso. A las dotaciones de seguridad y confort imperdonables en automóviles de esta entidad suma una lista ingente de recursos, bien de serie o bien optativos.
La remesa llegada a los concesionarios hace un mes persevera en el estilo conocido evolucionando las formas. Aunque las proporciones se mantienen -ocupa 4,77 metros de largo, 1.83 de ancho y 1.46 alto-, el nuevo diseño propicia que el ejemplar actual parezca más voluminoso; también más suntuoso. Gracias a ello el Passat consolida su candidatura como vehículo de representación ideal para empresas y familias bien. Lo confirma una puesta en escena sobria pero distinguida, en la que intervienen materiales de calidad escrupulosamente acoplados. La cabina recibe con un salpicadero surcado a media altura por una cintura cromada que engloba las salidas de aire; lo preside una consola central con gran pantalla de TFT. Como de costumbre, el empaque del acabado básico queda lejos del que ostentan las dos ejecuciones superiores.
Por otro lado, el estirón que experimenta la separación de los ejes (alcanza 2,79 tras ganar 8 centímetros) permite a este coche ofrecer uno de los mejores habitáculos de la categoría. En concreto, las plazas traseras -casi tres dada la anchura de la central- permiten que un adolescente ‘talla pivot’ viaje con las piernas cruzadas. El portaequipajes también se ensancha para ofrecer 586 litros (21 más) en la silueta sedan y 650 en la Variant de techo prolongado.
En el plano dinámico, el trabajo de los ingenieros de Volkswagen vuelve a ser impecable. El Passat, que quizá no desate pasiones entre los usuarios de modales más efusivos, convence a cualquiera con reacciones eficaces y movimientos precisos.
La fogosidad depende mucho de la variante motriz adquirida; otro tanto sucede con la austeridad y las secuelas medioambientales. En definitiva, este modelo puede entrar más o menos por los ojos, pero no hay duda de que constituye una de las mejores opciones de compra en su categoría.