El José Zorrilla, hogar de un Valladolid condenado a la hoguera del descenso desde hace semanas, fue testigo este domingo de una invasión de aficionados albiazules dispuestos a celebrar el gran premio de la permanencia.
No en vano, entre 1.000 y 2.000 fieles del Glorioso inundaron las gradas del recinto pucelano, donde se certificó de manera matemática el gran objetivo de la temporada.
Siete autobuses, fletados de manera gratuita por el club al igual que ha sucedido en los anteriores desplazamientos de la temporada, salieron al mediodía del parking de Mendizorroza para arropar al equipo de Eduardo Coudet.
Las cerca de 600 entradas enviadas por el Valladolid fueron vendidas en un santiamén, aunque las peticiones de seguidores alavesistas eran muchas más de cara a este envite. Además, el buen tiempo posibilitó que muchos fieles se animasen a última hora a comprar su localidad y que el Glorioso se viera más arropado si cabe.
Kalejira de Iraultza
En los prolegómenos del duelo también se celebró una colorida kalejira por parte del grupo de animación Iraultza para llegar al José Zorrilla desde la plaza Juan Pablo II. Una iniciativa, por ejemplo, que la afición del Baskonia pone siempre en marcha cada vez que llega la Copa del Rey. El recorrido fue de poco más de un kilómetro tras partir hacia las 17.30 horas y se llegó al estadio alrededor de una hora antes del comienzo de la cita.
Después, la hinchada alentó a su equipo desde antes del pitido inicial hasta ya mucho tiempo después del desenlace del encuentro, que se convirtió en una fiesta total en las gradas del José Zorrilla, teñidas de albiazul.
La única nota negativa, lamentablemente, la pusieron los aficionados más radicales, que se enzarzaron en una batalla campal junto a un bar donde se encontraban los seguidores del Valladolid, que terminó con lanzamientos de sillas y botellas de cristal. 50 de ellos fueron identificados por la Policía Nacional y la Municipal. Además, un aficionado albiazul fue expulsado del estadio durante el transcurso del encuentro.