Respiró Vitoria-Gasteiz desde la distancia. Este domingo, sobre el césped del José Zorrilla, el Deportivo Alavés encontró la tranquilidad que llevaba meses buscando. Y lo hizo sin necesidad de hacer cuentas ni de estar pendiente de otros campos. Bastó con un gol de Kike García de penalti para superar al Real Valladolid (0-1) y certificar una permanencia que permitirá al club jugar su 20ª campaña en Primera División. No fue épico ni brillante, pero sí merecido. 

Para la final en tierras blanquivioletas, Eduardo Coudet, no se complicó con su once titular. Jugaron de inicio los mismos futbolistas que habían vencido días atrás al Valencia y que tan buen desempeño le habían dado últimamente. Es decir, el Glorioso formó con Antonio Sivera; Nahuel Tenaglia, Facu Garcés, Santi Mouriño, Manu Sánchez; Antonio Blanco, Ander Guevara, Jon Guridi; Carlos Vicente, Carles Aleñá y Kike

Monólogo albiazul

El Alavés se presentó en el José Zorrilla dispuesto a llevar la batuta del juego. Y lo logró. Los primeros 15 minutos fueron un monólogo albiazul, pero faltó mayor acierto en los metros finales. Pese a que los gasteiztarras jugaron de manera constante en campo rival, el meta Karl Hein solo tuvo que intervenir en un remate de Kike que se envenenó por tocar en Candela. Poco antes, un disparo raso de Guridi se marchó limando el poste.

Los babazorros, eso sí, no tardaron mucho en descorchar la botella. Fue el propio Kike quien, demostrando su veteranía, tomó la responsabilidad y no desaprovechó un penalti provocado por Tenaglia (0-1, min. 18). Al lateral argentino le derribó Özcakar y el colegiado Díaz de Mera no fue llamado a revisar la pantalla del VAR. Alivio para los seguidores alavesistas presentes en las gradas, pues el Leganés también había marcado.

El Valladolid reaccionó al gol y le complicó las cosas al Glorioso en los siguientes minutos, a punto de poner las tablas. Ahí ayudó la pausa de hidratación, más oportuna imposible. Durante la misma, el Chacho no dudó en transmitir calma. Insistió a sus pupilos en que no se desesperasen ni se volvieran locos. Y su charla funcionó. Desde ese instante hasta el intermedio, los gasteiztarras recuperaron el control del encuentro. 

No pudieron, sin embargo, ampliar su ventaja antes de dirigirse a los vestuarios. Acabaron la primera mitad atacando la portería rival, pero sin claras opciones de remate. La banda derecha, con Tenaglia y Vicente, fue la zona por la que el Alavés enfocó la mayoría de sus ataques y, de cara al segundo tiempo, necesitaba mejorar las transiciones. Desaprovechó dos ocasiones prometedoras de contragolpe por errores en la medular. 

Sufrir por el premio

Tras el descanso, el partido entró en esa calma intranquila que tan poco gusta a los aficionados implicados. Hubo igualdad sobre el césped y las ocasiones brillaron por su ausencia, pero la reducida ventaja en el marcador no permitía a nadie en el Alavés confiarse. Mucho menos después de que Moro, asistido por Iván Sánchez, enviara alto un cabezazo en buena posición. Tocaba reaccionar a ese susto buscando el segundo tanto.

Para buscarlo, el Chacho miró a sus espaldas y decidió dar entrada a sus primeros revulsivos: Joan Jordán y Tomás Conechny, en detrimento de Guridi y Aleñá, fueron los primeros en saltar al verde. Más tarde, también tuvo su oportunidad Carlos Protesoni, que reemplazó a Blanco para aportar más físico e intensidad a la sala de máquinas. Dos de los cambios, por ende, se quedaron sin hacer. 

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En imágenes: El Alavés consigue la permanencia en Primera División tras ganar al Valladolid Área 11 / Efe

Los cambios, no obstante, no impidieron que el Pucela achuchara al Alavés en la recta final de la contienda. Se sufrió, y no poco. Latasa, en un balón suelto cerca del punto de penalti, Aznou y Amu tuvieron las tres oportunidades más claras. Ambas merecedoras del empate. Menos mal que toda esa fortuna que había faltado otros días estuvo del lado babazorro esta vez, tanto que Sivera no se vio obligado a intervenir aun con el gran peligro local.