Madrid. Tiene una memoria prodigiosa y desgrana una anécdota tras otra con seriedad... hasta que las remata con una carcajada. Las cifras de audiencia no le preocupan ni sabe cuáles son sus rivales los jueves.

Cuando se estrenó la serie en septiembre de 2001, ¿pensó que era un trabajito para unos meses?

Un año ya me parecía para estar satisfecha.

Tampoco podía pensar que una imagen de la serie aparecería en la inauguración de los Juegos Olímpicos de 2012...

Yo no la vi, pero debe de ser que tiene una gran repercusión. Yo sé que hay muchísima gente que la sigue y que se emite en muchos países, sobre todo latinoamericanos. Es curioso que la eligieran para esa ceremonia.

¿Tampoco ha visto las imágenes después?

Yo no tengo curiosidad ninguna por ese tipo de cosas.

Un poco de orgullo sí que sentiría...

Yo comprendo que es extraordinario que duremos tanto, es fantástico, pero todo es muy efímero. Cuando se deje de emitir, en poco tiempo la gente se olvidará de nosotros.

Vamos, que no le afecta el éxito.

(Se ríe) Nunca en la vida, por Dios. Además tampoco es para perder la cabeza, yo no he descubierto la penicilina por ejemplo. Estas cosas no considero que sean tan trascendentales.

Eduardo Ladrón de Guevara, jefe del equipo de guionistas, creía que la serie podía acabar con la muerte de Franco. ¡Y ahí sigue!

Antes fue Miguel Ángel Bernardeau, el creador de la serie, el que dijo que le encantaría -y lo decía como el cuento de la lechera- ver a los Alcántara en la cola para ver el cadáver de Franco. Estábamos empezando en 1968 con la victoria de Massiel en Eurovisión y a todos nos pareció que siete años más eran mucho. Lo más ajeno a nuestro pensamiento era que íbamos a estar otros siete porque la próxima temporada llegamos a 1982. Yo no sé si después se va a seguir, la verdad.

¿Los viernes está pendiente de las audiencias? ¿Sabe qué rivales van poniendo otras cadenas o vive ajena a esto después de tantos años?

(Se ríe) Ni después ni antes. Cuando me cuentan que hemos sido líderes me alegro mucho, pero sobre todo porque pienso que vamos a seguir trabajando, que no nos van a echar tan fácil. Lo digo con toda sinceridad. Ahora me han dicho que han puesto el nuevo programa de José Mota en otra cadena. Otras series han ido pasando por los jueves, pero creo que nadie ha sacado más tanto por ciento.

Se anunció más tono de comedia, pero la temporada empezó con el intento de golpe de Estado y sigue con la colza. ¿Cuáles serán los elementos de distensión?

De primera intención ha habido unas cosas muy fuertes. Había que inventar una fórmula para deslizarse hacia la comedia pero no era fácil. A partir de ahora sí creo que se impone esa forma más placentera porque la familia Alcántara se va a ir al pueblo varios capítulos. Y allí pasan cosas, algunas más o menos truculentas pero otras divertidas, están los niños, hay animales...

'Cuéntame' es una serie familiar en dos sentidos: una familia es la protagonista y habitualmente se ve en familia. ¿Es un orgullo trabajar en un producto que pueden ver varias generaciones juntas?

Claro, ese ha sido el gran acierto de la productora, que todos los componentes de una familia puedan sentirse identificados con un personaje. Es muy gratificante que la gente me diga que soy idéntica a su madre o que su abuela se parecía mucho a mí. Y también me gusta mucho que los jóvenes pregunten si algunas cosas son ciertas, como si el padre de familia esperaba a que llegara todo el mundo para cenar.

¿Usted tiene buena memoria?

Sí, estoy estudiando ahora una función de teatro con Juan Echanove que tiene 100 páginas y solo estamos los dos en escena. Estoy haciendo un esfuerzo titánico.

¿Alguna vez ha pillado algún gazapo a los guionistas?

Hay un centro de documentación y tienen la prensa de la época, así que lo que pillo más que nada son gazapos en las costumbres. La gente piensa que éramos mucho más antiguos de lo que éramos. Me preguntan si había medias de nylon. ¡Pero si yo me puse las primeras medias de nylon en los años 50! ¿Existía el plástico? ¡Pues claro, se llamaba plexiglás! Ha evolucionado tantísimo todo que la gente se cree que los años 80 son antediluvianos. A mí me han llegado a preguntar si existía la fregona. ¡Pero si uno de mis hijos nació en el suelo! Vamos, que se me cayó mientras estaba esperando al médico. Mi marido lo cogió y nos puso en una cama. Entonces llegó una monja con una fregona. Era 1967 y te puedo garantizar que yo me quedé asombrada de que en vez de atenderme a mí fuera a por la fregona para limpiar el suelo. ¿Cómo se me va a olvidar?

¿Una serie ambientada tres décadas atrás rejuvenece o es al revés?

Yo no soy una persona nostálgica, eso lo primero; pero hay un anverso y un reverso. A mí me puede haber encasillado la serie en un papel de excesivamente mayor. A todos los efectos como actriz yo ya solo soy abuela. He pasado directamente de madre no muy mayor -como era en Solas- a abuela-. Yo veo que otras actrices de mi edad siguen haciendo papeles de envergadura desde el punto de vista interpretativo, como Julieta Serrano, Nuria Espert, Lola Herrera... No me importa nada porque me lo paso muy bien en la serie, pero seguro que la gente piensa que soy mucho más vieja de lo que soy (se ríe).

El día que aceptó el papel de Rosa en 'Solas', ¿pensó que era su entrada imparable en la interpretación?

No recuerdo haber tenido la sensación de que triunfábamos. Ni en ese momento ni después. Es verdad que en Berlín ganó el Premio del Público y se llevó cinco Goyas, nos hizo una ilusión enorme pero nada más. El lunes fui al instituto como cualquier otro día. Pero por otro lado sí pensé que se me iban a abrir las puertas del cine. Y eso no es cierto: yo no he vuelto a hacer nunca otra película como protagonista desde Solas. Yo no tengo carrera cinematográfica; me he hecho popular, que es una cosa distinta. Ningún director de cine ha venido a buscarme.

¿Lo dice con pena?

Bueno, como actriz de cine he perdido todo ese tiempo. Ahora sí que ya no puedo hacer nada más que de abuela. La madre de Solas ha estado trece años sin hacer de madre de nadie, es la realidad. No tengo ningún tipo de amargura, estoy muy feliz con mi Cuéntame. Además, el teatro no se acaba nunca para una actriz por muy mayor que sea. Pero mi carrera cinematográfica, por lo menos como madre, ha terminado.

La ceremonia de los Goya ha dado mucho que hablar. Si los actores muestran sus preocupaciones se les critica y si no lo hacen también...

Está bien que lo hagan. ¿Qué pretenden? ¿Que sea una fiesta absolutamente frívola en la que nadie diga nada cuando la indignación es general?