Si la burguesía neoyorquina marchó a los Hamptons para llevar un confinamiento de lujo, y la reina Isabel II se encerró junto al duque de Edimburgo en el castillo de Windsor, los príncipes herederos de Noruega y sus dos hijos no han querido ser menos y ya exprimen una cuarentena acomodada por la crisis mundial del coronavirus en su residencia oficial de Skaugum. Una espectacular 'choza' ubicada en las montañas al suroeste de Oslo, con 140 estancias y jardín, para uso y disfrute exclusivo de Haakon, Mette-Marit, Ingrid Alexandra, y Sverre Magnus, quienes cada día, por cierto, se calzan las botas de esquí para deslizarse por las pistas y disfrutar de la naturaleza al aire libre. ¡Tienen esa suerte!

Las instantáneas, subidas por la propia princesa a Instagram (es muy dada al postureo), han causado estupor, rabia y pelusa, mucha pelusa, en el resto del Viejo Continente, encerrado en casa desde mediados del pasado marzo. Pero cabe resaltar que en Oslo las medidas restrictivas del Gobierno permiten las caminatas por el campo, practicar deportes como el 'running' o que los niños salga al aire libre, siempre teniendo en mente la distancia social.

Tan legal como poco estética, lo cierto es que su actitud feliciana (según detallan en cada fotografía) resulta totalmente fuera de lugar ante la excepcionalidad del momento que vivimos. También en Noruega, donde la cifra de casos confirmados por Covid-19 se eleva a más de 7.000, con 170 fallecidos.

Y más aún siendo la propia Mette-Marit paciente de riesgo, pues sufre fibrosis pulmonar y anteriormente también padeció una dolencia relacionada con el oído que le causa mareos y vértigos. Ella afirma que se encuentra "especialmente concienciada por la situación", y que desde abril tiene activado el teletrabajo. Pero los hechos demuestran un confinamiento de lujo solo al alcance de ricos, poderosos y monarcas. Como bien afirman los 'Muchachada Nui': "Con buen pico bien se jode". También en tiempos de pandemia.