Arquitectura: Arte de proyectar y construir edificios. Y en este cometido desde hace casi dos décadas se encuentran nuestros protagonistas, Carlos Pérez Soto y Saturnino López Sánchez, a los que el destino quiso unir (el segundo nació en Murcia y por circunstancias vitales recaló en la capital gazteiztarra hace años) en una de las empresas pioneras en este ramo en Vitoria. Más que una empresa, una segunda universidad, que les dio las bases y las alas para, viendo que su ciclo en esa firma se iba acabando, poner en marcha su propio proyecto arquitectónico.
Arquitectura hecha a mano
Así fue como hace más de dos años nació Murala, el espacio que entiende la arquitectura como un proyecto personalizado y acorde a los gustos y necesidades de cada cliente. La materialización de los conocimientos, el bagaje y la experiencia de estos dos profesionales de la arquitectura en un proyecto en común con el objetivo de hacer trabajos bien hechos, estéticamente impecables y sin perder de vista el disfrute de su vida personal; ese lado más humano de la vida y que queda lejos de los planos y las visitas de obra.
Precisamente, si uno les pregunta a Carlos y Saturnino por la esencia de su proyecto de emprendimiento ambos contestan lo mismo. Murala no es solo el espacio que da vida a proyectos arquitectónicos bien hechos y con un diseño indudable; Murala es la pasión de dos personas por una profesión que les permite vivir de lo que les gusta (ya sea dar vida a una construcción unifamiliar desde cero, llevar a cabo la rehabilitación energética de un inmueble o acometer actuaciones en el patrimonio).
“No vamos a mentir y no decimos que todo sea sencillo y que no echemos mil horas trabajando, pero lo hacemos con una sonrisa, con gusto y sin que esto interrumpa o se coma nuestra vida personal más allá de nuestra empresa”, explica Carlos que, sin duda (y en esto coincide de nuevo con su socio Saturnino), volvería de nuevo a tomar la decisión de emprender esta andadura laboral propia.
Un proyecto que va madurando
Echando la vista atrás, hace más de dos años que abrieron las puertas de Murala, tanto Saturnino y Carlos están satisfechos con la andadura de su estudio de arquitectura y con la mirada puesta en el futuro. Unos años venideros en los que quieren seguir viviendo de lo que les apasiona y de lo que mejor saben hacer, crecer como profesionales y seguir firmando retos ilusionantes y motivantes. Ayuda en este camino no les falta, ya que cuentan con el equipo perfecto complementado con Raquel Salazar, arquitecta y con la que también compartieron horas en la empresa donde se conocieron, y María Arceredillo, arquitecta. Los cuatro han formado un tándem con el que mantienen el equilibrio y les ha permitido hacer de Murala un proyecto de emprendimiento que con apenas algo más de dos años se va afianzando y va cogiendo madurez.
“Lo más complicado cuando decides montar tu propia empresa o negocio es lograr que este arranque y tenga una continuidad” explica Saturnino que fue el encargado de llamar a numerosas puertas tanto institucionales como financieras para compartir el sueño que tenía con su amigo y socio Carlos. Una de esas puertas fue la de Fundación Gaztenpresa de LABORAL KUTXA, que les ayudó en todo lo que era armar el esqueleto empresarial del que sería su estudio de arquitectura en Gasteiz. “Nosotros al final sabemos de lo que hablamos desde el punto de vista de la arquitectura, pero se nos escapan muchos aspectos a nivel empresarial” recuerda Carlos de esa previa antes de abrir las puertas de Murala.
“Todo el esfuerzo y la dedicación en el día a día con nuestro trabajo ha hecho que la decisión que tomamos hace años de ponernos por nuestra cuenta haya merecido mucho la pena. Vamos cumpliendo objetivos, a nivel empresarial nos cuadran las cuentas, cada día mejoramos profesionalmente, pero sin unas pretensiones que nos hagan despegar los pies del suelo y estamos disfrutando con nuestro trabajo”, sentencia Carlos acerca de lo que tanto para él como para Saturnino, Raquel y María significa Murala.