Para Maider Castellano el baloncesto comenzó a gestarse al mismo tiempo que su propia vida. No en vano, su madre estaba muy vinculada a este deporte, que, a la hoy jugadora del Kutxabank Araski, le transmitió en los genes. “Mi aita siempre ha sido muy deportista y mi ama jugaba a baloncesto, siempre ha entrenado a niñas y he ido al Baskonia con ella desde que estaba en su tripa”, relata. Y aunque empezó probando otras disciplinas, como la natación o el atletismo, la pelota grande le estaba esperando: “Con cinco o seis años, en una clase de multideporte, me dieron un balón de baloncesto, empecé a entrenar en la ikastola y con siete años empecé en el Araski. Me entretenía mucho y, aparte del baloncesto, aprendía valores. Te engancha estar con tus amigos y divertirte y luego empiezas a tomártelo mucho más en serio y a buscar nuevas metas cada año”.