Una de las grandes joyas que la primavera ofrece es Keukenhof, considerado por muchos como el jardín más bello del mundo, muy cerca de Ámsterdam. Es, además, el más exclusivo ya que solo está abierto dos meses al año, coincidiendo con la época más floral, de marzo a mayo. Una orgía de colores, formas y olores se ofrece a sus visitantes sobre una gran superficie de 32 hectáreas y con más de siete millones de flores como protagonistas, especialmente tulipanes en todas su variedades —se calcula que hay más de 5.000 diferentes—, pero también narcisos, jacintos, múscaris, crocos, fritillarias y otras flores de bulbo en un paisaje fascinante, en el que se intercalan árboles centenarios, lagos, arbustos, plantas perennes, bellos invernaderos y grandes extensiones de césped.
Tampoco faltan las estatuas, fuentes, terrazas, escaleras, puentes y... naturalmente, un tradicional molino holandés, que sirve para mostrar cómo se elaboraba la harina y desde el que se obtiene una preciosa perspectiva sobre todo Keukenhof y los interminables y floridos campos de plantaciones con los tulipanes en flor.
72 años
El parque primaveral más bonito del mundo cumple 72 años desde su inauguración y es visitado por unas 800.000 personas de más de 100 países cada año. Pero pese a su edad, está más joven que nunca, con la primavera mostrándose en todo su esplendor de flores y colores. Además de los millones de bulbos en flor y las fantásticas exhibiciones de flores, Keukenhof tiene el mayor jardín de esculturas de los Países Bajos y es el lugar más fotografiado del mundo. Inconfundibles por sus brillantes colores, su variedad de flores y sus paisajes naturales con más de 15 kilómetros de senderos por los que pasear contemplando los conjuntos florales.
En varios pabellones cubiertos, a modo de invernaderos, se presentan las propuestas de hasta 600 floricultores en combinaciones de flores y plantas espectaculares que compiten entren ellos para diferentes premios. Hasta 300 variedades de narcisos y plantas bulbosas especiales, un centenar de jarrones con fresias, miles de rosas de increíbles colores, las más bellas orquídeas y anturios en una decoración sorprendentemente colorida, y, por supuesto cientos de miles de tulipanes y flores de bulbos en atrevidas combinaciones.
Crucero fluvial
La visita a Keukenhof resulta perfecta formando parte de una de las escalas en la capital holandesa que propone la compañía CroisiEurope y que permite, además recorrer la parte más romántica del Rin, o los mares interiores y canales de Holanda y Países Bajos en circuitos que van de 5 a 8 días. Una manera estupenda de combinar visitas instructivas y un plan relajante con todo organizado recorriendo grandes ríos.
Flower Classic
La pandemia ha afectado también a Keukenhof que estuvo cerrado al público dos años, aunque siguió con su espectáculo de flores sin nadie que las disfrutase. En 2022 ha elegido el tema Flower Classics y cuenta con la cooperación del museo Mauritshuis de La Haya, que celebra su 200 aniversario. La naturaleza ha sido fuente de inspiración de pintores y creadores durante siglos. De hecho, muchas de las obras expuestas en el Mauritshuis tienen las flores como motivo principal, así que unir arte y naturaleza en los terrenos de un enorme jardín como es Keukenhof es una gran idea. Las réplicas de varios de estos cuadros, entre macizos de flores, están expuestos en Keukenhof 2022 para que los visitantes las admiren.
Dos figuras femeninas cobran protagonismo en esta edición: la popular Joven de la perla, de Johannes Vermeer, y Jacoba de Baviera, a quien se debe que Keukenhof sea hoy en día un jardín.
Keukenhof, junto a la pequeña ciudad de Lisse, a sólo 40 kilómetros de Ámsterdam, nació en 1949 como escaparate de los productores holandeses de bulbos que querían mostrar la calidad de sus flores a los posibles clientes. Los diez activos floricultores que tomaron la iniciativa consiguieron que les cediesen este parque centenario que había pertenecido a la duquesa Jacoba de Baviera en la primera mitad del siglo XV, quien lo utilizaba para descansar, cazar y recoger plantas que luego se utilizaban para cocinar en el castillo, de donde vino el nombre de Keukenhof (jardín de la cocina). Hacia 1830, se encomendó al arquitecto paisajista Zocher el diseño de unos jardines. Inspirándose en los paisajes ingleses, Zocher trazó los rasgos generales del actual Keukenhof. Lo que empezó siendo casi una íntima muestra comercial se ha convertido, más de 70 años después, en uno de los lugares más espectaculares de Europa y el principal atractivo turístico de Holanda.
Un gran negocio
Aunque el tulipán es sin duda el símbolo floral holandés —hace unos años celebró oficialmente sus cuatro primeros siglos de vida, y desde siempre ha sido fuente de inspiración para artistas y poetas—, las flores, en general, son, además, su gran industria. La producción holandesa, que incluye flores cortadas, plantas, bulbos y productos de floricultura, supera los 4.000 millones de euros y su cuota entre los países exportadores es más del 60 por ciento.
Para obtener una idea de lo que el mundo de las flores representa para Holanda, vale la pena visitar Aalsmeer, a pocos kilómetros de Keukenhof, donde cinco veces por semana tienen lugar subastas de flores que son vendidas a todo el mundo. Cada día pasan ante los expertos ojos de los compradores 14 millones de flores y un millón y medio de plantas, y se realizan más de 50.000 transacciones a un ritmo frenético. Dos mil camiones se apañan para salir cada día del gigantesco edificio y llevar su carga por todo el mundo. Curiosamente, entre los más de 10.000 millones de flores que se venden cada año, tres especies superan al tulipán: rosa, crisantemo y clavel; pero ninguna de ellas logrará jamás desplazar al símbolo holandés por excelencia.