La excavación que la Sociedad de Ciencias Aranzadi lleva a cabo en el poblado del monte Irulegi ha resultado ya exitosa en apenas unos años de trabajos. En su sexta campaña, el equipo de voluntarios ha encontrado una pieza, la Mano de Irulegi, que según los expertos asienta el conocimiento sobre la historia del euskera, de su lengua antecedente el vascónico y de los pobladores de esta tierra en siglo I a.C.

Durante las últimas cinco campañas, realizadas entre los meses de junio y julio, este equipo de en torno a 15 voluntarios y voluntarias han excavado el poblado que fue habitado entre las edades del Bronce y del Hierro. En este tiempo apenas han abierto un par de viviendas y la calle de acceso al antiguo poblado, pero este pequeño espacio les ha valido para percatarse que es un espacio con características propias. “Cada yacimiento es diferente, pero Irulegi puede impresionar un poco porque es una guerra (las guerras sertorianas). Salvo en Amaiur, yo no he conocido otra excavación igual”, defiende Eder Martínez de Miguel, voluntario navarro de 22 años.

Otra de los rasgos del poblado de Irulegi es que cada una de las piezas se encontraba en una “posición primaria”, como destacó el arqueólogo y director de la excavación, Mattin Aiestaran, sobre un yacimiento que quedó abandonado tras el paso de las tropas romanas en el siglo primero antes de Cristo. “Encontramos todo tal y como estaba, pudimos intuir el derrumbe de los edificios y fuimos descubriendo todo tal cual se ha conservado”, completa a su director Olaia Granizo, voluntaria de 25 años.

A este grupo joven le mueven inquietudes académicas, pues muchos han estudiado grados como Historia, Arqueología o Filología Clásica, aunque también está a quien le mueve el apego al valle. “Yo vivo en Mutilva y mi familia es de Labiano. Irulegi es el lugar más importante del valle”, expresa Oihan Ekiza, entre risas. Sus compañeros de excavación bromean con que ha sido el guía en cada una de las campañas.

El equipo de voluntarios de Aranzadi se ha alojado en una vivienda en del pueblo de Aranguren. “Nos organizamos por equipos para dividir las tareas y coordinarnos para todas las tareas”, comenta Leire Malkorra, coordinadora de la excavación durante los dos últimos años.

Precisamente fue Leire Malkorra quien encontró esa mano de bronce. “Fue una casualidad que la sacara yo. El día anterior también estuve trabajando en esa zona y aquel día estaba yo allí. Pero al final es un trabajo en equipo”, remarca Malkorra.

A todos ellos les ha quedado grabada la imagen de esa mano metálica de color verduzco, y esa sensación de que fueron parte de aquella excavación. “Al final es un cambio en la historia, ¿no?, es un hito para la arqueología que se haya confirmado que los vascones escribían”, expresa Eder Martínez. “También es un punto de inflexión para el euskera, porque ahora se ve que es mucho anterior a lo que se creía”, le completa Maitane Rodríguez.

Junto a Dani Ruiz, compañero en esta excavación y codirector en la de Koskobilo (Sakana), coinciden en que el trabajo es más satisfactorio cuando se hace con los valores de Aranzadi. ”Poder devolver esto a la sociedad redondea la labor de la arqueología”, sentencia Ruiz.