- Las restricciones de la pandemia han provocado entre niños y adolescentes serios trastornos de salud mental como conductas autolesivas, trastornos depresivos y alimentarios (anorexia nerviosa) y abuso de nuevas tecnologías. Vinculada al programa CaixaProinfancia y psicoterapeuta de la Fundación Lagungo, Goizalde Escobal ha comprobado cómo aumentan comportamientos graves que antes no se veían.
La pandemia ha pasado factura mental a los menores.
-Hemos notado una subida muy importante de problemas de salud mental. Hay un desbordamiento de casos y síntomas. Los chavales están presentando un aumento muy importante de síntomas depresivos ansiosos, frustración escolar con problemas serios de no querer ir al colegio. No habíamos visto tantos casos de incapacidad de salir a la calle, de fobias y en muchos casos hablamos de autolesiones e incluso intentos de suicidio.
¿En qué edades?
-Las autolesiones se dan sobre todo en adolescentes. De 14 a 18. En niños más pequeños, desde los 6 años, mucha fobia, mucho aislamiento y depresión infantil y angustia, con mucha ansiedad. He visto ansiedades muy graves que yo solo había estudiado en la carrera pero nunca había visto en menores.
Destaca usted el aumento de las adicciones digitales. ¿Hacen los chavales muy mal uso de las nuevas tecnologías?
-Es que al final su estrategia ha sido disociarse de la realidad. Crear una estrategia de evasión a través de las pantallas, de los juegos, de las redes, pero sobre de juegos individuales. Porque si están interrelacionándose, y están en redes sociales pues vale, pero ni siquiera eso. Juegan solos, completamente aislados.
¿Tienen muchas dificultades para establecer relaciones?
-Muchísimas. Chavales que antes de la pandemia se relacionaban, ahora les está costando conectar entre ellos, volver a enfrentarse a una persona, o entablar una conversación.
Estos trastornos de salud mental, ¿causan problemas de conducta muy severos?
-Sí claro. Pensábamos que esto iba a repercutir en muchos problemas violentos a nivel familiar y también los ha habido, pero los problemas de conducta se refieren fundamentalmente a la dejadez. Están tirados todo el día. Tienen problemas de higiene, ni siquiera se asean, les cuesta hasta meterse en la ducha y básicamente no hacen nada. También hay rabietas, pero las familias se quejan sobre todo de que están como si les hubieran dado al botón de off. Están todo el día como parados. Y tienen completamente cambiado el sueño. Los problemas de alimentación son habituales.
¿Se refiere a anorexia y bulimia?
-Problemas anoréxicos no tenemos tantos, pero sí problemas de alimentación porque no regulan los momentos de las ingestas. Llegan a comer mucho porque no controlan esos horarios. Comen muchas veces al día. En cualquier momento, todo el tiempo, no solo por hambre, también por gula y por ansiedad.
¿Son también chavales agresivos?
-En mi experiencia profesional, no llegan casos de este tipo. Corresponden más a intentos de suicidio, autolesiones, o depresiones graves. Los casos de violencia pueden darse quizá en chavales más mayores que pueden tener estallidos agresivos, donde llega a salir la cólera.
Perciben también mucha desmotivación en los estudios.
-Es que si antes las notas ya eran insuficientes, con la situación pandémica y las clases a distancia, los resultados han sido devastadores. Porque esto incrementa la baja autoestima, el no querer volver a clase, no querer afrontar una hipotética repetición de curso, etc...
¿Qué tipo de intervención hacen ustedes los profesionales para reconducir estas situaciones?
-Nosotros ponemos en marcha estrategias familiares. Les explicamos qué está pasando. Lo primero que marcamos es la estructura de día y noche. Porque suelen acostarse muy tarde porque están con las pantallas hasta las dos de la mañana. Ponemos una ruta sana de día, con salidas pautadas a la calle, donde se desarrolle alguna actividad. Y sobre todo intentamos mover el marco de relaciones que las familias tienen alrededor. Movemos recursos sociales como campamentos, actividades de tiempo libre y de ocio para ayudarles a que se integren.
Muchos de estos niños disfrutan de campamentos como los que organiza la Fundación LaCaixa. ¿Les sirven para romper las dinámicas nocivas?
-Este verano hemos tenido la suerte de haber podido pedir a las familias que les metan en este tipo de actividades de grupo y colectivas y en los campamentos. Y es un momento lúdico, atractivo, de contacto con los demás, que les viene muy bien.
Ustedes piden más recursos y que en las escuelas se implementen estrategias de educación emocional y de desarrollo personal.
-Es que esas dinámicas emocionales y esos procesos de autoconocimiento deben ser una prioridad, como una asignatura, e igual de importantes que las Matemáticas o la Lengua. Una de las mayores dificultades es que hay un aumento de las peticiones de atención psicoterapéutica pero hay un ratio muy bajo de profesionales. Las listas de espera del sistema sanitario son muy largas y se hace necesario tener programas en los que las familias puedan recibir la atención que requieren.
¿Hablamos de menores en el seno de familias desestructuradas?
-Vemos de todo pero sobre todo hablamos de familias con pocos recursos en todo. No solo económicos, también emocionales. Las familias normalizadas tienen más recursos y aunque, estemos en un mal momento, son capaces de movilizar sus propios medios.
"Hay serios problemas de conducta; algunos están todo el día tirados, como si les hubieran dado al 'off"
"Estoy atendiendo ansiedades muy graves en menores que yo solo había estudiado en la carrera"