- El incendio que se desató la noche del miércoles en una nave ocupada de Badalona (Barcelona) se ha cobrado ya tres muertos y 23 heridos, siete de ellos graves, entre el centenar de inmigrantes que desde hace años se cobijaban en ese recinto industrial abandonado que habían habilitado como vivienda.
Los Bomberos no descartan que haya más fallecidos, dado que hasta ahora solo han podido inspeccionar la mitad de las naves, con la ayuda de drones y perros de la unidad canina de los Mossos d'Esquadra.
Los heridos leves fueron tratados en el mismo lugar de los hechos en un Área Sanitaria Móvil para asistir a los heridos, en su mayoría, por saltar desde las ventanas de la nave para escapar del incendio.
Los servicios de emergencia atendieron a un total de 25 personas afectadas por el incendio, de las cuales 16 han sido dadas de alta in situ con una patología leve, mientras que otras nueve fueron trasladadas a diferentes centros hospitalarios. De estas nueve personas, tres de ellas estaban graves o muy graves y seis sufrían patologías menos graves.
Además del personal de emergencias, psicólogos y traductores para dar cobertura a personas de diferentes nacionalidades, el SEM desplazó hasta el lugar una unidad de coordinación operativa y equipos especializados para prestar una atención individualizada a las personas afectadas.
En concreto, se movilizaron hasta la nave 43 operativos entre ellos, 7 psicólogos.
Las dificultades para inspeccionar la nave impiden por ahora plantear hipótesis sobre las causas del incendio, aunque algunos de los ocupantes explicaron a los medios que se originó al caerse una vela en una de las estancias habilitadas como dormitorio y, después, el fuego creció con tal virulencia que hizo inútiles los intentos de apagarlo con extintores.
El recinto, una antigua fábrica de pinturas, queda en una zona en la que justo se acaba un área de polígonos y tiendas de mayoristas y empieza a haber viviendas, con lo que el siniestro se pudo observar desde varios domicilios de la calle Tortosa, Guifré y Alfons XII.
Según detalló el conseller de Interior, Miquel Sàmper, desde el lugar de los hechos, el fuego prendió en la parte anterior de la nave y, por el efecto chimenea, ascendió por una escalera interior hacia la parte trasera, adonde muchos de los ocupantes del edificio corrieron para huir por las ventanas, situadas a 9 metros.
Precisamente, esa parte posterior del edificio es la que se teme pueda albergar más cadáveres, puesto que no ha podido ser aún inspeccionada al completo. "Es posible que tengamos la opción de encontrar todavía más víctimas, ojalá no sea así", apuntó el conseller.
A consecuencia de la virulencia del fuego, que según los testigos provocó posteriormente alguna deflagración, la nave ha quedado muy deteriorada y con un alto riesgo de hundimiento, lo que provocó cuatro colapsos, el último de los cuales estuvo a punto de alcanzar a los bomberos.
El incendio ha destapado las precarias condiciones en que vivían los ocupantes del recinto, situado en el barrio del Gorg de Badalona y compuesto por dos naves conectadas entre sí que alojaban, en su mayoría, a inmigrantes de origen subsahariano que sobrevivían recogiendo chatarra y muebles.
Según explicó el alcalde de Badalona, Xavier García-Albiol, el Ayuntamiento había abierto un proceso administrativo de sanción urbanística a los propietarios de la nave y estaba al corriente, igual que el anterior equipo de gobierno, de que en el recinto vivían decenas de personas desde hacía ocho o nueve años.
Mientras tanto, la Generalitat, a través de los servicios sociales, y el Ayuntamiento de Badalona han acordado realojar a medio plazo a las personas que vivían en la nave incendiada y se ha habilitado una oficina en el barrio para atender a las víctimas.
"Las llamas se los comían". Los bomberos recibieron el aviso sobre las 21 horas y cuando se personaron, el edificio ardía con virulencia. "En 20 minutos estaba ardiendo toda la nave", aseguraba para elDiario.es Calixto Palomares, un vecino de la zona que vive justo delante de la nave incendiada. Varios vecinos explicaban que algunos de los ocupantes saltaban desde las ventanas acorralados por el fuego o pedían ayuda desde las azoteas. "Las llamas se los comían", sostenía Palomares, que explicaba que en el recinto vivían también familias. "Los chicos trataban de escapar como fuese". "Se escuchaban gritos de auxilio, ha sido horrible, muy duro".