ace ya unos cuantos años, a finales del siglo XVI, se produjo un hecho insólito y radical para la época: un pedagogo, de nombre José de Calasanz, impulsaba la primera escuela pública en Europa. El santoral lo recuerda cada año, pero al margen de creencias religiosas, la figura de ese innovador en el campo educativo nos sirve para reivindicar una de las profesiones más apasionantes del mundo: la de maestro, la de maestra.

La equidad, la igualdad de oportunidades, es sin duda uno de los tesoros de nuestro sistema educativo y resulta especialmente inspirador en estos tiempos, con la pandemia empeñada en dificultarnos el avance del curso escolar. Hoy, la educación al alcance de todo el alumnado significa abrir el aula cada mañana; y en ello se esmeran todos los días miles y miles de profesionales. La cadena comienza con un personal de limpieza que se esfuerza para que las escuelas puedan recibir a su alumnado con las máximas garantías. Le siguen los equipos directivos, gestionando los recursos y atendiendo a las familias, los responsables del transporte, personal de comedor y el personal de administración. Y junto a todos ellos, de la mano, la andereño, el maisu€ y el resto de profesores y profesoras, indistintamente del nivel educativo en el que vuelcan sus esfuerzos. Quiero agradecer públicamente a todas estas personas, a todos estos colectivos, su implicación por lograr que nuestro alumnado pueda seguir formándose en el aula, junto a sus compañeros y compañeras, pero hoy, siendo el día que es, quisiera centrar mi agradecimiento en los maestros y maestras y en el profesorado en general.

Durante estos meses tan complicados, su labor está siendo más importante si cabe; el profesorado está llevando a cabo una doble labor pedagógica, añadiendo a su trabajo la necesidad de trasladar al alumnado la cultura de la prevención y el cuidado de la salud. Los chicos y chicas de nuestros colegios tienen en su andereño, en su profesor, un referente fundamental y gracias a su labor miles de chicos y chicas han sabido adaptarse con rapidez a una vida escolar con más restricciones. Estoy seguro de que también las familias son conscientes de semejante esfuerzo y que agradecen el trabajo que se está realizando para que sus hijos e hijas puedan acudir a clase todos los días con confianza y seguridad.

El aula, la escuela, representan mucho más que un espacio. Son la herramienta a través de la que transmitir la cultura, los valores de nuestra sociedad. Esos metros cuadrados sirven para unir presente y futuro, para entender la educación como algo mucho más amplio, con una visión humanista y holística, tal y como reclama la Unesco. La educación significa, sobre todo, actitud y valores€ pero también autoexigencia, curiosidad intelectual y capacidad de adaptación. La educación es, en definitiva, la herramienta más potente de la que goza una sociedad. Una herramienta que es necesario actualizar, mimar y preservar.

El reto es de consideración, pero tenemos la ventaja de contar con toda una comunidad educativa. Me consta que todos vamos en la misma trainera, remando en la misma dirección, avanzando hacia adelante, con un patrón que mira al frente, pero remando de espaldas, mirando hacia atrás, para poder reinventar las claves, en palabras de Jorge Oteiza. Es cierto, todavía es necesario que coordinemos mejor las paladas, que adecuemos el ritmo a cada situación, pero noto la voluntad necesaria para ello. Vamos a bogar en favor de una mayor autonomía en los centros que lidere un marco educativo transformador, por una estrategia de digitalización, una formación teórico-práctica apoyada en un entorno profesional y apoyada en una formación lingüística sólida.

Todo esto y mucho más nos ofrece nuestro sistema educativo. Todo esto y mucho más persiguen los docentes de nuestros centros educativos.

También desde la administración, desde el Gobierno Vasco, perseguimos que nuestros colegios sigan repletos de estudiantes, de maisus, de andereños, durante todo el curso. En ese sentido quiero poner en valor la colaboración que en todo momento estamos encontrando por parte del Departamento de Salud, una coordinación que está dando sus frutos.

No hay nada que pueda sustituir la clase presencial, el cariño, el compromiso de los y las profesionales de la educación. Vamos a seguir trabajando para lograr que los colegios sigan recibiendo las sonrisas de nuestro alumnado, aunque no las podamos ver debido a las mascarillas. El curso ha comenzado bien, mejor de lo previsto, y la suma de responsabilidades, la nuestra individual y la colectiva, logrará que nuestra sociedad le haga frente a la pandemia.

Andereños, maisus, profesores, profesoras, mi más sincero agradecimiento.

El autor es consejero de Educación del Gobierno Vasco