donostia - ¿Hay que felicitarle por el nuevo cargo o lo asume con resignación?

-No hombre no, un cargo así siempre se asume con responsabilidad pero también con alegría. Los jefes y jefas que conformamos esta asociación me han elegido, y en ese sentido muy contento.

¿Por qué le han elegido a usted?

-No lo sé (sonríe). Tras la junta general que se celebró en Bergara salió una lista y se determinó que fuera yo. Quizá han tenido en cuenta ese equilibrio entre tener experiencia, conocer el ámbito de la seguridad y ser jefe de la Policía Local de un municipio como Mungia.

¿Es de los que ha pateado calle? Se lo digo porque hay jefes que ostentan cargos de responsabilidad que desconocen el oficio de base?

-En ese sentido que estén tranquilos (sonríe). Accedí a principios de los 90 a la Policía Municipal de Erandio, posteriormente oposité en Bilbao. He trabajado en diferentes servicios hasta que en 2010 surgió la posibilidad de acceder a la jefatura de la policía municipal de Mungia. De mis 48 años, veinte he trabajado como policía.

¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?

-Es un oficio vocacional. En realidad no nací diciendo que quería ser policía, pero conforme pasaron los años me fue picando el gusanillo. Es verdad que hay personas que llegan aquí priorizando tener un trabajo estable, pero una vez que conocen el oficio desde dentro se despierta la vocación.

¿Qué es lo que menos le gusta?

-Lo peor de este trabajo es cuando no consigo ayudar a alguien que ha tocado a nuestra puerta. No me gusta nada cuando ocurre un hecho delictivo y no se puede dar con el autor, ni resarcirle como víctima.

¿En esos casos es inevitable llevarse el trabajo a casa?

-Mentiría si dijera que no. Lo que ocurre es que la experiencia le ayuda a uno a canalizar y gestionar esas situaciones. En los domicilios de todos los policías saben en qué trabajamos, y nuestras familias nos apoyan cuando las cosas no salen bien. Nos aguantan, y a veces, nos advierten de la importancia de desconectar del trabajo, que resulta muy necesario.

¿Qué es lo que más tiempo le consume en el día a día?

-La gestión. Mi trabajo no es tanto estar en el día a día de lo que hace la policía, ya que para eso están los equipos, sino pensar en el trabajo de mañana. Hace faltar ejecutar planes de acción para eventos futuros, pelear los recursos con los ayuntamientos y motivar a la propia plantilla.

¿Un policía tiene que ser un apasionado de su trabajo?

-No, tiene que ser una persona normal y con actitud de servicio.

¿No hay compañeros que no sirven para trabajar de cara a la ciudadanía y, como ocurre en otras profesiones, bien estarían desempeñando otra labor?

-No lo creo. Se hace un proceso selectivo importante, y cada vez más exhaustivo. En la actualidad un futuro agente tiene que acceder a ser aspirante de policía local en Arkaute. Tiene que hacer una oposición previa, acreditando un perfil psicológico. Posteriormente, en la propia academia y durante medio año hay que superar un duro curso, con una constante evaluación. Posteriormente, por si fuera poco, hay otro año de prácticas en el ayuntamiento donde estén destinados, donde también se les hace una valoración trimestral con un tutor y un supervisor. Por todo ello creo que las personas que integramos la policía, servimos para servir al ciudadano, aunque todos podamos llegar a equivocarnos en algún momento.

¿No viven inmersos en esa tiranía de la estadística, de vender eficacia a toda costa casi como una operación de marketing, más allá del trabajo bien hecho?

-Quien tome esa senda caerá en su propia trampa, hará daño a su organización y a los ciudadanos que prestan servicio. La racionalización del trabajo de la policía local y de la Er-tzaintza hoy en día no es una iluminación del gestor de turno. Detrás de todo ello hay una gestión y una metodología que se utiliza en cualquier empresa. Se analizan los datos, y a partir de ahí se actúa. La estadística es importante para saber que casuística hay en determinadas calles, de cuántos vehículos se dispone o cuántos robos se han podido cometer. La estadística es importante porque, en base a esos datos, se toman decisiones. Las estadísticas son un examen y una autoevaluación a la que nos sometemos y tienen su importancia porque nos permiten ser mejores.

¿En los municipios más pequeños no se tiende a ver al policía más como un alguacil?

-Eso se suele decir, pero hemos constatado una cosa. El municipio que valora realmente a la Guardia Municipal es el que no la tiene. Hay muchas localidades que no gozan de este servicio, y nos trasladan su interés en crear alguna unidad. Pero la dimensión que tome el trabajo dependerá de la zona. Los policías que patrullan por el Paseo de La Concha, por ejemplo, seguro que no tienen la misma dinámica que quienes patrullan en un barrio.