Londres - Los padres del bebé británico de 23 meses Alfie Evans, que sufría una enfermedad cerebral degenerativa irreversible, anunciaron ayer la muerte de su hijo, que había sido desconectado de las máquinas de soporte vital el pasado lunes tras una batalla legal de varios meses en el Reino Unido. Tom Evans, de 21 años, y Kate James, de 20, se mostraron “desconsolados”.

El Tribunal Supremo del Reino Unido dio luz verde la semana pasada al hospital Alder Hey de Liverpool (Inglaterra) para desentubar al bebé, mientras que la Corte de Apelaciones prohibió el miércoles su traslado a Italia, donde un hospital pediátrico se ofrecía a mantenerle con vida. Alfie, que estaba en estado semivegetativo, padecía una rara dolencia progresiva que había provocado “daños catastróficos en el tejido cerebral” y ya no podía ver ni oír y tampoco tenía sentido del tacto o el gusto, según los médicos.

Los doctores sostuvieron ante las diversas instancias judiciales que evaluaron el caso desde diciembre que el proceso de erosión cerebral no tenía cura conocida y consideraron que sería “inhumano” mantenerle con vida. Los padres argumentaron, sin embargo, esta semana que el hospital romano Bambino Gesù, gestionado por el Vaticano, ofrecía un “tratamiento” para su hijo y acusaron al centro de Liverpool de mantener “prisionero” a su hijo.

“Mi gladiador ganó su escudo y sus alas a las 2.30... Absolutamente desconsolados”, escribía ayer en las redes sociales Tom Evans, que este mes visitó al papa Francisco y le pidió ayuda para “salvar” a Alfie. El Pontífice se declaró “conmovido por las oraciones y la amplia solidaridad en favor del pequeño” y defendió que se cumpliera el deseo de los padres de “intentar nuevas posibilidades de tratamiento”. El Gobierno italiano concedió la semana pasada la nacionalidad al bebé, en un intento por facilitar su traslado desde el Reino Unido, y puso a disposición de la familia un avión y un equipo médico, pero la Corte de Apelaciones británica cerró el miércoles la puerta definitivamente a esa posibilidad.

Tras conocerse la muerte del bebé, el hospital Alder Hey transmitió ayer en un comunicado sus condolencias a la familia. Precisamente ayer, el Papa Francisco afirmaba que la ciencia “tiene límites que respetar” por el bien de la propia Humanidad y que no todo es “aceptable éticamente”, en una audiencia con los asistentes a una conferencia sobre medicina regenerativa. Estas palabras llegaban tras el fallecimiento del pequeño Alfie Evans tras haber sido desconectado de las máquinas que le mantenían con vida. Desconexión aprobada por la Justicia británica y a la que sus padres, apoyados públicamente por el Pontífice, se oponían.

Mensaje. Los padres de Alfie desafiaron durante los últimos meses a la Justicia y al hospital donde estaba internado para conseguir su traslado a Italia, donde un hospital mostró su disposición a tratarle. Los escáneres cerebrales de Alfie mostraban una “degradación catastrófica” de los tejidos y consideraron “inhumano” mantener un tratamiento.