lisboa - Al menos 38 personas han muerto a causa de la nueva oleada de incendios forestales que arrasa desde el domingo el norte y el centro de Portugal, donde los bomberos todavía trabajan para controlar medio centenar de fuegos.
Según el último balance provisional de la Autoridad Nacional portuguesa de Protección Civil (ANPC), al menos 38 personas han perdido la vida, 55 personas han resultado heridas, de los cuales 15 se encuentran en estado grave. Además, los servicios de emergencia buscan también a siete personas desaparecidas, entre ellas un bebé de un mes. No se descarta que la cifra de víctimas aumente.
Los distritos donde se han registrado las víctimas son Coimbra, Guarda, Castelo Branco y Viseu, todos en el centro del país, escenario de más de 500 fuegos desatados el domingo, que han dejado también más de 50 heridos confirmados. “Las condiciones en que estas personas murieron tendrán que ser confirmadas”, explicó la portavoz de la ANPC, Patrícia Gaspar, aunque previamente había avanzado que algunas fueron encontradas dentro de sus viviendas o en la vía pública.
En todo el territorio continental de Portugal siguen activos medio centenar de incendios forestales, que mantienen sobre el terreno a cerca de 4.000 bomberos, más de un millar de vehículos de extinción terrestre y dos medios aéreos. Las Fuerzas Armadas también apoyan el combate a las llamas con más de quince de pelotones sobre el terreno para llevar a cabo acciones de vigilancia y evacuación de víctimas.
Desde Protección Civil afirmaron que “no hay señales” de que estos fuegos puedan quedar dominados en las próximas horas y se mantiene la alerta roja en todo el país, a la espera de que se produzca una mejora de las condiciones meteorológicas. Las elevadas temperaturas, la situación de sequía prolongada y los vientos fuertes desempeñaron un papel decisivo en esta oleada de incendios y en la rápida propagación de las llamas, según las autoridades.
viviendas reducidas a cenizas Al balance de fallecidos y heridos se unen las escenas de caos vividas en las zonas afectadas, con aldeas desalojadas, viviendas reducidas a cenizas, fallos en las comunicaciones y carreteras y líneas de ferrocarril cortadas al tráfico.
La situación llevó al Gobierno portugués a declarar el estado de calamidad pública en todos los distritos al norte del río Tajo y a pedir ayuda a la UE y a Marruecos para que apoyen la lucha contra las llamas, principalmente a través de medios aéreos.
La ministra de Administración Interna, Constança Urbano de Sousa está en una posición frágil ante la opinión pública desde el pasado 17 de junio, cuando 64 personas murieron y más de 250 resultaron heridas en otra tragedia forestal en la localidad de Pedrógão Grande, en el centro del país. Casi cuatro meses después, el pasado viernes se conoció un informe elaborado por una comisión independiente sobre lo ocurrido entonces, que apuntaba a fallos en la prevención y en la actuación de Protección Civil durante el incendio. - Efe/ E.P.