Roma - El Papa Francisco se ha comprometido ante cientos de religiosas reunidas en el Vaticano a crear una comisión de estudio sobre la cuestión del diaconado permanente femenino, lo que permitiría que la mujer pudiera celebrar bodas y bautizos, entre otros.
Durante un encuentro en el Aula Pablo VI del Vaticano con la Unión Internacional de las Superioras Generales (USIG), que aglutina a las superioras de todas las órdenes, las religiosas plantearon al Papa la cuestión de permitir a las mujeres acceder al diaconado permanente.
En respuesta a su petición, Francisco recordó que el antiguo papel de las diaconisas no está todavía muy claro aunque se mostró dispuesto a interesarse por la cuestión poniendo en marcha “una comisión de estudio”, según informó Radio Vaticana.
Entre las tareas específicas para las que está facultado el diácono se encuentran la de administrar el Bautismo, conservar y distribuir la Eucaristía o asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, según precisa la Lumen gentium, una de las cuatro constituciones promulgadas por el Concilio Vaticano II.
Los diáconos se encuentran en el grado inferior de la jerarquía por debajo de presbíteros y de obispos. Hasta el momento, las mujeres no pueden ser diáconas pero sí pueden serlo los varones casados.
“Es oficio propio del diácono, según le fuere asignado por la autoridad competente, administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, llevar el viático a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los fieles, instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y oración de los fieles, administrar los sacramentales, presidir el rito de los funerales y sepultura”, subraya el texto del documento Lumen gentium.
el antiguo papel Fue a partir del siglo III cuando aparecieron los términos específicamente cristianos de diaconissa o diácona, según el documento El diaconado: Evolución y perspectivas, elaborado por la Comisión Teológica Internacional, organismo que ayuda a la Santa Sede a examinar cuestiones doctrinales.
El término surgió en Siria oriental y Constantinopla, donde se atestigua un ministerio eclesial específico atribuido a las mujeres llamadas diaconisas. Además, hacia el año 240 aparecen por primera vez en un documento eclesiástico, aunque sin carácter oficial: la Didascalia de los Apóstoles.
A partir del siglo X, ya no se nombra a las diaconisas más que en unión con instituciones de beneficencia. Un autor jacobita de esta época constata que “en tiempos antiguos se ordenaba a las diaconisas” pero que “cuando la religión se extendió y se decidió administrar el bautismo a los niños, dicha función fue abolida”. Ya en el siglo XII, el Patriarca Miguel de Antioquía observa: “Hoy día no se ordena a diaconisas, aunque se llame abusivamente diaconisas a aquellas que forman parte de las comunidades de ascetas”.
Las religiosas también preguntaron a Francisco sobre la posibilidad de que las mujeres pronuncien la homilía durante la Misa y el Pontífice les pidió distinguir entre predicar durante la Liturgia de la Palabra -algo que, según ha puntualizado, puede llevar a cabo una mujer, consagrada o laica- y predicar durante la Liturgia eucarística, cuando esta está reservada para el sacerdote.
Además, les invitó a estar alerta ante dos posibles tentaciones: el feminismo y el clericalismo. En cuanto a la primera, recordó que “la mujer vive en la Iglesia con la dignidad alta que le confiere el Bautismo” y, acerca de la segunda tentación, rechazó la actitud de los sacerdotes que quieren llevar adelante su parroquia ellos solos, sin fomentar la colaboración.
En cuanto a la presencia de la mujer en la toma de decisiones en la Iglesia, Francisco se mostró de acuerdo con que aumente su responsabilidad tanto en la fase de elaboración como en la ejecutiva. - E.P.