PAMPLONA. Stefano Zamagni, profesor de la Universidad de Bolonia y de la Universidad Johns Hopkins en Bolonia (Italia), ha destacado que "la pobreza ha disminuido en los últimos 25 años en 900 millones de personas, pero la desigualdad entre grupos sociales ha aumentado y previsiblemente va a crecer más", lo que "puede poner en peligro la paz".

Así se expresó en la Universidad de Navarra Stefano Zamagni, que también es miembro del Pontificio Consejo de Justicia y Paz. El experto impartió la III ICS Lecture on Humanities and Social Sciences del Instituto Cultura y Sociedad (ICS).

El profesor Zamagni mostró con un ejemplo que la distancia entre grupos sociales se amplía de forma creciente: "Hace 35 años, la comparación entre el salario del que más gana y el que menos gana en una empresa estadounidense era de 1 a 100, pero hoy es de 1 a 700. En España puede ser de 1 a 300 o 400".

"La desigualdad es más peligrosa que la pobreza", enfatizó. "Es difícil que los pobres en sentido estricto empiecen una guerra, pero aquellos que sufren la desigualdad sin llegar a ser pobres pueden volverse violentos contra una sociedad incapaz de redistribuir la riqueza de forma justa".

En el caso de Europa, subrayó que las desigualdades hasta ahora se compensaban con el estado de bienestar, pero a su juicio "este es económicamente insostenible" y los políticos "deben pensar en las generaciones futuras en lugar de en las próximas elecciones". "La crisis del estado de bienestar se ha acentuado y está muy conectada con la violencia y con el rechazo a los refugiados y a los inmigrantes", apostilló.

Con respecto a la llegada masiva de estos dos colectivos, destacó que se trata de un asunto "más importante que en el pasado" porque el problema está conectado con factores políticos y religiosos, no solo con aspectos económicos y laborales. "Los sirios no son pobres: vienen a Europa porque han destruido sus casas. Y en algunos países de África, los católicos huyen porque son perseguidos por su fe".

De acuerdo con el profesor Zamagni, las soluciones no deben venir de las naciones, sino de Europa en su conjunto: "Cada Estado piensa en sí mismo y de forma aislada al resto. Esto solo conseguirá acrecentar las desigualdades y la violencia".

INFORME MUNDIAL DE LA FELICIDAD 2016

Por otra parte, se refirió al Informe Mundial de la Felicidad 2016, presentado la semana pasada por la ONU, que señala que los países más felices del mundo son Dinamarca, Suiza, Islandia y Noruega. El experto manifestó que los resultados no concuerdan con otros datos como los altos niveles de suicidios y de divorcios que se dan en esos países, mientras que en las naciones mediterráneas, que ocupan posiciones mucho más bajas en el ranking, hay cifras que demuestran más satisfacción vital.

"El problema es que los indicadores en los que se basan fueron introducidos por anglosajones, que tienen una perspectiva muy utilitarista. Pero si recuperamos el enfoque aristotélico, que entiende la felicidad como una actividad acorde con la virtud, podemos concluir que para alcanzarla no hace falta dinero", expresó.

En ese sentido, recordó un estudio de los años 70 que revelaba que a medida que la renta per cápita aumentaba también lo hacía la felicidad, pero solo hasta cierto punto, 22.000 dólares. "A partir de esa cifra, con un incremento de la renta la felicidad no solo no crece, sino que disminuye", finalizó.