vitoria - Euskadi cuenta ya con 698 desfibriladores -368 en Bizkaia, 198 en Gipuzkoa y 120 en Araba- a falta de mes y medio para que venza el plazo fijado por el Gobierno Vasco. Un decreto del Departamento de Salud estableció el pasado febrero la obligatoriedad de instalar desfibriladores automáticos o semiautomáticos en espacios de uso público donde concurran muchas personas. El gran número de muertes por paro cardíaco en la población, ha animado a gobiernos, empresas, entidades y asociaciones a tomar medidas que permitan revertir la situación gracias a la creación de zonas o espacios cardioprotegidos.
Los especialistas confirman que esta herramienta salva muchas vidas ya que el desfibrilador es lo único que garantiza la supervivencia ante un paro cardíaco repentino. Lo corrobora el doctor Ángel Loma-Osorio, cardiólogo de la Unidad de Cardiopatías Agudas del Hospital de Araba que ha participado en la elaboración del código infarto puesto en marcha por Osakidetza. “La mayor parte de la mortalidad por un infarto se produce cuando la gente no ha entrado en contacto con el sistema sanitario. Cuando se obstruye la arteria, hay que desbloquearla antes de 120 minutos porque, en caso contrario, puede resultar mortal. Todo el mundo ha visto ejemplos donde le dan un choque eléctrico a esa persona que ha caído desplomada y sobrevive. Por eso hay que tener el aparato cerquita o llevarlo rápidamente”, explica gráficamente.
“Afortunadamente, tenemos muchos casos de pacientes a los que no les dolía el pecho, sino que alguien los vio desplomarse en un semáforo, una persona les empezó a dar un masaje cardiaco, alguien trajo rápidamente un desfibrilador y consiguieron recuperarlo”, añade.
Es por este motivo que el consejero de Salud, Jon Darpón, destaca “la importancia de esta normativa que es un reflejo del compromiso del EEUU con las personas y con la protección de su salud ya que la utilización de los desfibriladores puede ayudarnos a aumentar las expectativas de supervivencia de una persona ante una parada cardiorrespiratoria mientras llegan los servicios de emergencia”
Por ello, y por la conciencia social ante el problema de la muerte súbita, se adoptó esta medida que convirtió a Euskadi en una de las primeras comunidades en decretar la obligatoriedad de disponer de desfibriladores externos y semiautomáticos en los grandes establecimientos comerciales, individuales y colectivos. También es obligatorio en aeropuertos y puertos comerciales, estaciones de autobuses o ferrocarril de poblaciones de más de 50.000 habitantes, y las estaciones de metro, tren o autobús con afluencia media diaria superior a 2.000 personas; establecimientos públicos, instalaciones, espectáculos y actividades recreativas donde entren más de 700 personas y en los centros educativos con aforo superior a 2.000 personas.
Euskadi permite además que estos aparatos puedan ser utilizados por personal no sanitario en contacto con urgencias. Y es que los desfibriladores son una garantía de vida aunque la formación de las personas para su uso es una asignatura pendiente, tal y como pone de relieve el presidente de la sociedad española de Cardiología, José Ramón González Juanatey. “La formación es el punto clave y resulta necesario aprender unos normas básicas de resucitación”, afirma.
“La probabilidad de sobrevivir a una parada cardiaca en la calle en España es del 5%. Como cada año se producen unas 30.000, eso quiere decir que se salvan 1.500”, dice Ignacio Fernández, vicesecretario de la Sociedad española de Cardiología. Sin embargo, destaca que en otros lugares, donde los desfibriladores en lugares públicos son más abundantes y más accesibles, el porcentaje es muy superior. “El 30% en Ámsterdam, y el 60% en los colegios mayores de EEUU, donde todos, alumnos y profesores, han sido entrenados”, afirma este cardiólogo.
Parada cardiaca. Las paradas cardiorrespiratorias son responsables de más de 30.000 muertes al año en España. Una de las herramientas que ayudan a evitar este tipo de tragedias son los desfibriladores instalados en los lugares de mucha afluencia.
Avisar al 112. Los expertos insisten en la importancia de coger el teléfono desde el minuto uno y llamar al 112. Ellos indicarán al interesado los pasos a seguir y además enviarán una ambulancia al lugar
Síntomas de un infarto. Presión en el pecho. El dolor avanza hacia los hombros, al brazo izquierdo, la parte superior de la espalda y en algunas ocasiones la base del cuello o la mandíbula. Son los síntomas más comunes.
¿Existen riesgos? Cuando hablamos de una persona que ha sufrido un paro cardiaco hablamos de una persona que técnicamente ha fallecido. Por lo tanto, sólo nos arriesgamos a devolverle a la vida.
Precauciones. Hay que evitar que la persona afectada se encuentre sobre una superficie mojada cuando se le aplican las descargas y que nadie esté en contacto directo con él.
El aparato estándar tiene una locución que guía los pasos de quien lo usa, empezando por detectar si lo que ha sufrido el posible afectado es un infarto o no. Además incluso se han patentados otros desfibriladores más avanzados que, a parte de la grabación, incorporan un sistema de revisión continua para detectar, por ejemplo, si están sin batería o si tienen los electrodos caducados.
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Según de la Sociedad de Cardiología, en Japón hay 47 aparatos por cada 100.000 habitantes; en Francia, 15,7; en Alemania, 8,54, y en España, 1,7. La estadística de Euskadi se elevaría a tres por cien mil.