Donostia - El caso de la abuela de Errenteria, que el pasado sábado estranguló presuntamente a su nieta, ha causado revuelo en la comunidad psiquiátrica. De hecho, Agifes (Asociación Guipuzcoana de Familiares y Enfermos Psíquicos) aseguró ayer que no tiene constancia de ningún diagnóstico psiquiátrico por parte de la mujer, que ayer tarde pasó a disposición judicial acusada de estrangular a su nieta. No obstante, los vecinos afirman que se trataba de una familia normal, aunque según algunas versiones “padecía depresiones desde hacía algún tiempo”. Estas últimas afirmaciones han hecho saltar las alarmas entre los profesionales y los afectados por enfermedades mentales, hartos de que se relacionen los homicidios con patologías psiquiátricas cuando no existen diagnósticos.

César San Juan, profesor de Psicología Criminal en la UPV/EHU, analizó ayer la situación para este periódico. Es cierto que no existe ningún argumento racional que explique lo ocurrido, por eso, San Juan deduce que, efectivamente, podría tratarse de un episodio de enajenación mental. “Lo que pasa es que en estos episodios no es normal que uno llame a la Policía confesando. Hay que suponer que el crimen se produjo mucho antes de las 18.30 horas, ya que esa persona necesita un periodo para volver en sí”, apuntó, subrayando la importancia del tiempo transcurrido entre la presunta asfixia y el momento de la llamada. Asimismo, este experto revele que los delitos de infanticidio, ya sea por celos o por venganza contra la pareja, “no son cometidos por un abuelo, sino por los padres”. Además de esto, apostilló que “la motivación para delinquir y la depresión son dos fenómenos diferentes que no tienen nada que ver el uno con el otro”. “La depresión, estadísticamente hablando, no es una causa para cometer un crimen y relacionarlos es algo muy precipitado y no tiene sentido”, defendió San Juan. Para saber con certeza la causa de esta tragedia es necesario esperar al examen psiquiátrico de la abuela. Aún así, ligar crimen y enfermedad mental es una relación especialmente dolorosa para quienes sufren trastornos psíquicos.

psicópatas y psicóticos El problema es que la sociedad confunde a los enfermos éticos con los enfermos mentales. El experimentado psiquiatra Juan Sánchez Vallejo explicó ayer que hoy en día “lo delictivo se psiquiatriza”. Es decir que “se alega que el criminal tiene antecedentes psiquiátricos. Así, la enfermedad mental también se está criminalizando”, apuntó. Una vinculación del todo “injusta” entre crimen y enfermedad mental, que “solo engorda la repulsa social hacia el enfermo mental”. “Desde hace muchos siglos se ha metido al desalmado en el saco de lo psiquiátrico. El asesino está mentalmente sano y sabe muy bien lo que hace. No ama al prójimo, mata y no tiene el más mínimo sentimiento de culpa. No tiene empatía, ni se pone en el lugar de los demás, es inhumano, mala persona, un psicópata culpable de todos sus actos porque no tiene alterada la realidad. En cambio, es muy difícil que un depresivo -trastorno que se achaca a la abuela- cometa un crimen. Si mata a una mosca, casi tiene sentimiento de culpa. Es una víctima. Puede cometer crímenes, pero no los prepara. Está a la defensiva, pero no tiene intención de matar”, detalla Sánchez.

Agifes sufre con este tipo de atribuciones. Su gerente, Ruth Encinas, mostró ayer sus condolencias para los familiares. “Estamos en la necesidad de dar la cara y apoyar a las personas con enfermedad y de transmitir a la familia y a la sociedad en general lo importante que es buscar apoyos cuando existe un problema y un diagnóstico de esas características”, añadió Encinas.