Hasta los años 70, en el Estado español los campesinos distribuían sus horarios habituales de la siguiente manera: 8 horas para dormir, 8 para trabajar y 8 para el resto de actividades. Actualmente, la media de sueño de los españoles es de menos de 7 horas. Durante décadas, se rigieron por el Meridiano de Greenwich, que es el que nos corresponde por latitud, ya que los cambios de hora actuales están vinculados al horario de Berlín, el que pertenece a ciudades como Linz, Ljubljana, Rijeka... distanciadas hasta 25º al Este. Y los prime time de las televisiones empiezan hasta dos horas más tarde que en otros países europeos, cenamos más tarde, dormimos poco y, por ello, rendimos peor.
La Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles lleva más de una década recordando, por un lado, la ilógica de regirnos por un meridiano que no nos corresponde y, por otro, los déficits que esto acarrea. Han estudiado que el ciudadano español duerme unos 53 minutos menos que la media de los europeos. Los que ven menos televisión son más madrugadores, pero en su mayoría siguen levantándose sobre las 7.00 hs., aunque se acuestan más tarde. Eso de almorzar entre 12 y 1 del mediodía no es un hábito aquí, y lo de cenar sobre las 19.00 hs., ciencia ficción (en el último siglo): el arco de las cenas oscila desde las 20.00 hasta las 23.00 hs.
En fines de semana, vacaciones y festivos lo normal es acostarse aún más tarde y retrasar la hora de levantarse. En días laborables de países como Alemania, Holanda, Noruega o Irlanda, el informativo televisivo se emite entre las 19.00 y las 20.00 hs., frente al español, en torno a las 21.00 hs. El prime time televisivo nocturno peninsular se da a las 22.30 hs., y el minuto de oro, a partir de las 23.30 hs. La Asociación para la Racionalización de los Horarios (ARHOE), brazo de la Comisión homónima, señala que algunos eventos deportivos y culturales terminan a medianoche...
La ARHOE ha tasado una peor productividad que en el resto de Europa -¡metiendo más horas!-, una alta siniestralidad laboral, un mayor absentismo, más estrés y el “liderazgo en fracaso escolar en Europa”. Han detectado que hay muchas relaciones sociales entre semana, pero que, en general, los españoles participan menos en asociaciones y en manifestaciones colectivas. Incluso, según investigaciones llevadas a cabo por sociólogos como Amando de Miguel, estos hábitos perjudicarían los índices de natalidad y conllevan una mayor crispación en la convivencia, problemas de conciliación y un aumento de separaciones.
Astronautas como Pedro Duque, el Gobierno de Rajoy, la Casa Real, sindicatos y hasta la Federación de Asociaciones de Periodistas (FAPE) se vienen adhiriendo a las reivindicaciones de la ARHOE: No realizar el cambio de hora, volver al meridiano de Greenwich, adelantar el prime time de las televisiones públicas y privadas y “cambiar de hábitos, desde la individualidad. Organizarse, ser ordenados, y dar valor al tiempo, que es un bien escaso. Esta es una cuestión que va mucho más allá de los horarios”, indican desde la Asociación.
Estos hábitos de vida ‘retrasados’ perjudicarían a la conciliación, denuncian ARHOE y, por ejemplo, la FAPE, que ha solicitado que las ruedas de prensa no superen las 17.00 hs., debido a lo tarde que salen los periodistas de las redacciones. Así, en mayo, la presidenta de la FAPE, Elsa González, expuso que “la irracionalidad horaria fomenta el que sólo una de cada cinco mujeres sea directiva en los medios”, recordando el compromiso de la FAPE con un gran pacto entre editores, empresarios, sindicatos y Administración para avanzar en la conciliación. La igualdad y la corresponsabilidad ocupa en buena medida a la ARHOE, que asegura que la racionalización horaria libera notablemente a las mujeres.
más rendimiento Uno de los objetivos y metas de los que persiguen la regularización de los horarios es cambiar de modo de vida, y mejorar la productividad. En este sentido, el pasado 1 de mayo la ARHOE publicó un decálogo con unas pautas para que, tanto empresarios como trabajadores, sean más productivos en sus puestos: promover el talento y motivar a los trabajadores; dirigir por objetivos; pensar en positivo; adaptarse a la realidad; trabajar en equipo; ir tarea por tarea; protegerse del correo electrónico y del móvil; organizar mejor la jornada y reunirse con efectividad. Les preocupa el alto índice de estrés respecto de Europa, el aumento del absentismo y el presentismo.