a pesar de todos los avances conseguidos, el hecho de que hoy vuelva a celebrarse el Día Internacional de la Mujer denota que el camino hacia la plena igualdad todavía se encuentra incompleto. Queda un largo trecho para dejarlo atrás, y en este 8 de marzo tocará recordar, de nuevo, que las mujeres deben trabajar más horas para cobrar lo mismo que ellos, que apenas el 10% de los cargos directivos está ocupado por una fémina o que muchas de ellas se ven obligadas a renunciar a un empleo mejor por hacer frente a sus cargas familiares. La erradicación de estas injusticias volverá a ser reivindicada a lo largo del día en concentraciones, actos y campañas de sensibilización de toda índole, pero la labor de las instituciones en favor de la igualdad, de la conciliación de la vida laboral y familiar o en contra de las diferencias salariales, a todas luces, sigue quedándose coja. Para la mayoría de las mujeres, 8 de marzo es todo el año, simplemente por el esfuerzo que les ha llevado a estar donde ahora están.
Tres buenos ejemplos de ello los representan Yolanda Abril, Itxaso Compañón y Natalia Díez-Caballero, mujeres coraje que a base de muchísimo esfuerzo y trabajo han sido capaces de labrarse un presente exitoso, pese a todas las dificultades encontradas en su camino. Abril, a sus 37 años, suma ya más de media vida en el mundo empresarial. Con sólo 19, todavía estudiando, puso en marcha junto con su pareja, ahora marido, una academia de formación informática, sólo siete después abrió una inmobiliaria y hace seis puso en marcha una red de residencias geriátricas en la capital alavesa, Agure, que cuenta ahora con un centro en Salburua y dos en Zabalgana. En este tiempo, también ha tenido tiempo para sumar a la familia a un hijo que ahora tiene once años y medio e incluso trabajar por cuenta ajena. "He corrido demasiado, pero espero jubilarme joven. Éste es mi objetivo", apunta divertida.
Abril no tiene reparos en reconocer que ser mujer empresaria es "muy difícil", porque la sociedad "todavía es muy machista, sobre todo en el sector inmobiliario". Precisamente, al inaugurar su inmobiliaria, con apenas 26 años, "había muy pocas constructoras con directivas y tenías que demostrar mucho más. El comercial siempre preguntaba por el superior, en masculino", rememora. A su juicio, "los hombres tienen muchas más oportunidades en puestos directivos". Los fríos datos estadísticos, desde luego, corroboran sus reflexiones.
Itxaso Compañón también ha iniciado carrera como empresaria aunque, en su caso, prácticamente por casualidad. Pese a que estudió cine en Barcelona, el temprano fallecimiento de sus padres -Compañón acaba de cumplir 29 años- la empujó al negocio familiar forjado por sus antepasados en la localidad de Lanciego, una pequeña bodega, Compañón-Arrieta, en la que pronto, si todo sale bien, comenzará a embotellar vino. "El agricultor que trabaja con el vino a granel, como hacía mi abuelo, ya no puede vivir de eso. Pero estoy muy contenta con la aventura", asegura.
más igualdad La agricultura sigue siendo un sector masculinizado, pero Compañón ha demostrado desde 2010, el momento en el que tomó las riendas de la bodega junto con su pareja y, más recientemente, su hermano pequeño, que se encuentra más que preparada. "Ver a una mujer subida en un tractor parece raro, pero la gente comienza a acostumbrarse cuando se da cuenta de que puedes hacerlo. Las mujeres del campo deben hacer el mismo trabajo que el hombre y lo hacen. Se reivindica trabajando igual, y sí que creo que hemos ganado en igualdad", argumenta.
A Compañón comienzan a faltarle horas en el día. Se ha convertido en agricultora, secretaria, economista... Cuando termine de podar y de cumplimentar todo el papeleo, "trámites de todo tipo", tendrá mucho más cerca su próximo sueño.
El de Natalia Díez-Caballero, directora de la Asociación de Familias numerosas de Euskadi (Hirukide), tiene nombre y apellidos, los de sus cuatro hijos, dos niños y dos niñas de nueve, siete, seis y un año. Madre trabajadora "dentro y fuera de casa", Díez-Caballero puede compaginar su labor al frente de Hirukide -mientras atiende a este periódico se encuentra en unas jornadas en Madrid- con el de ama de casa gracias al "gran equipo" que forma con su marido, al "sacrificio personal" necesario para que todo salga adelante y a un horario "flexible y extensible", que en pocas ocasiones se da en las empresas, sobre todo si están dirigidas por hombres.
Su batalla personal está en avanzar en una conciliación efectiva de la vida laboral y familiar para todas las mujeres, que éstas no vean frenadas sus ganas de tener hijos por miedo a sufrir consecuencias en el ámbito laboral. "Los deseos de ser madre por primera vez o de tener más hijos de los que se tienen se ven mermados al no estar solucionado este tema. Se lo piensan mucho. Y el trabajo no puede estar reñido con tener hijos. En este camino, los países nórdicos nos llevan mucha ventaja", analiza Díez-Caballero.
La rigidez del mercado laboral se encuentra detrás de esta realidad. "En muchos lugares, ahora se mide mucho más a los trabajadores por su productividad. Además, cuando alguien es padre, las empresas también deberían tenerlo en cuenta porque debe haber una corresponsabilidad familiar, no sólo mirar a la mujer embarazada".
Abril, cuyo hijo necesita ahora una atención mucho más integral debido a su edad, lamenta que durante las 24 horas del día tiene que "quedar bien en todas las esferas", una circunstancia que todavía en demasiadas ocasiones no se refleja a la inversa. A nivel social, Abril considera que la idea de que "si una madre no está en casa porque está trabajando es una mala madre, pero si es el padre se preocupa mucho por la familia" aún está muy extendida.
La aprobación, hace ya más de un año, de la Ley sobre titularidad compartida de las explotaciones agrarias supuso un acicate en favor de la igualdad dentro del sector primario, pero a juicio de Compañón todavía resta por dar muchos pasos en este ámbito. "Es muy bonito que las leyes hablen de igualdad, pero si luego no se ponen los medios para que se ejecuten no sirven de nada", lamenta la joven.
Según Díez-Caballero, las ayudas que se dan desde las instituciones para excedencias y reducciones de jornada siguen siendo "insuficientes" en Euskadi, pese a que han ido creciendo con los años. A su juicio, "debe haber más campañas de sensibilización y servicios, porque los agentes implicados en el mundo laboral no vamos por el buen camino". Según recuerda la directora de Hirukide, las políticas en favor de la conciliación y, por tanto, de la natalidad, permitirán que Álava se rejuvenezca y que "la caja siga dando en un futuro".
Queda claro que hoy, 8 de febrero, todavía "hay mucho que reivindicar". A juicio de Abril, "la mujer tiene que alzar la voz para pedir los mismos derechos y oportunidades que los hombres". Palabra de mujer coraje. De tres mujeres coraje.