la mayoría de ellos son tan viejos como la sociedad. Sin embargo, siempre hay hueco para la innovación. Los timos aparecen con una cadencia casi rítmica para aligerar de peso las carteras y la codicia -o buena fe, que de todo hay- de las víctimas elegidas. Y, tal cual como han aparecido en la capital, desaparecen dejando un reguero de damnificados en busca de otras latitudes en las que probar suerte. En este sentido, Vitoria puede dar lecciones de las estafas que han logrado triunfar entre creyentes y avariciosos con la promesa del dinero fácil. Se conocen muchas modalidades y variantes y a muchos de los engañados, aunque el miedo o la vergüenza a reconocerse víctima conforman, precisamente, uno de los principales obstáculos a los que se enfrentan los cuerpos policiales en la lucha contra este tipo delictivo. Si no hay denuncias, las investigaciones nacen cojas. En cualquier caso, la experiencia es un grado y el mejor engranaje para saber cómo piensan los timadores y cómo tratan de ganarse la vida.

Al respecto, desde la Policía Municipal se ha diseñado un catálogo de consejos para evitar convertirse en víctima de este tipo de engaños, urdidos, todos ellos, con la "imaginación" de los timadores y "la confianza" de algunas víctimas. Tales consideraciones "no dejan de sorprender a la Policía", indican, no sin antes recomendar huir de cualquier promesa de dinero fácil, sobre todo, si ésta nace de la calle o de la casualidad aparente. En cualquier caso, en el listado que manejan los responsables de la Guardia Urbana, aparecen timos tradicionales, como los de la estampita, el tocomocho, las participaciones falsas de Lotería, pequeñas inversiones para hacerse millonario, regalos y premios falsos, anuncios de alquiler, falsos atropellos o ofertas de trabajo inexistentes, entre otros. Todos ellos comparten incidencia con las estafas nacidas para aprovecharse de las nuevas tecnologías. Éstas se sintetizarían en la enciclopedia policial en epígrafes para la silicona en los cajeros automáticos, el timo de lazo libanés , el del e-mail y la tarjeta Visa, los duplicados de banda magnética, el timo del nazareno, el del billete marcado o la venta piramidal.

Entre los engaños de toda la vida, el de la estampita aparece como el clásico entre clásicos. Y, sin embargo, continúa sumando víctimas con cierta periodicidad, cuestión que realza la capacidad de los timadores para analizar los debes de la sociología humana. El desarrollo de esta estafa es sencillo. Según describe la Guardia Urbana, la víctima es abordada por una persona que aparenta ser disminuida psíquica y que le enseña una bolsa llena de billetes diciéndole que son estampitas. En ese momento se acerca un cómplice y convence a la víctima para que le compre la bolsa al presunto discapacitado, ofreciéndose incluso a acompañarle al banco para que no le pase nada. Cuando la persona estafada abre la bolsa comprueba que no contiene billetes, sino recortes de papel. Una versión tan eficaz, aunque menos aparatosa, es el tocomocho. Según la Policía Municipal de Vitoria, la denominación de este timo se debe a la pregunta que hace el timador a su cómplice: ¿tocó mucho? La estafa suele ocurrir en lugares de mucho tránsito, como estaciones o cajeros, entre otros. En ellos, una persona se acerca a la víctima con un billete de Lotería presuntamente premiado y que dice no puede cobrar por falta de tiempo. El estafador se ofrece a venderlo por mucho menos del premio que contiene. Para dar mayor credibilidad aparece un cómplice que suele afirmar la autenticidad del premio exhibiendo un listado de boletos premiados en un periódico antiguo. La víctima accede a aportar la cantidad que le piden por el billete premiado y cuando va a cobrarlo a la ventanilla de la lotería comprueba que es falso.

de nuevo cuño Entre los timos de nuevo cuño, está el de las llamadas telefónicas en las que, presuntamente, se pueden conseguir premios. Al respecto, la Guardia Urbana explica que la víctima recibe una llamada, una carta o un mail donde se le informa que ha ganado un sorteo o que una empresa ha decidido hacerle un regalo. Para más información debe llamar a una línea 906. Generalmente en este número le informarán de una convocatoria a una presentación comercial de determinado producto y cuya asistencia es indispensable para recibir el regalo. Éste suele consistir en varias noches de hotel en temporada baja con la condición de abonar la comida, la cena y unos supuestos gastos de gestión o bien la confirmación de un fantástico regalo del que únicamente habrá que pagar unos gastos de envío sospechosamente altos.

Aparte, la crisis lleva consigo un tipo de timos que antaño no se conocían. Entre ellos, está el del anuncio de alquiler o el del atropello. El primero consiste en que el timador alquila un piso con nombre falso y a continuación lo realquilan a toda persona que pague las dos mensualidades de garantía que establecen en el contrato ficticio. En ocasiones, la estafa ha llegado a alcanzar a doce personas para un mismo piso y en apenas unos días. El segundo dice que el estafador se abalanza sobre un coche en un semáforo o paso de cebra y finge haber sido atropellado. El conductor, generalmente una persona mayor, se baja para socorrer al timador, que consigue una suma de dinero para evitar la denuncia. A veces, un segundo estafador, aprovecha el nerviosismo de la víctima para sustraerle la cartera o robar en el interior del automóvil.