Vitoria. A más cualificación más oportunidades para encontrar empleo, mayor educación para consolidar el nuevo modelo económico... Todos los estamentos que estructuran la vida político y social tienen clara la receta para garantizar la transición hacia un modelo productivo de alto valor añadido que aporte mayor competitividad al país. Pero, ¿educación hacia dónde? Y más importante aún, ¿el sistema educativo vasco camina en la dirección adecuada? El Consejo Económico y Social (CES) se ha planteado estas cuestiones y su diagnóstico es claro. Educación y sistema productivo caminan de espaldas uno del otro, lo cual ha provocado un "desajuste entre la oferta y la demanda de cualificaciones que precisa el mercado".
Y en segundo lugar, el CES advierte de la existencia de una elevada proporción de personas con formación universitaria o con estudios básicos. Por contra, el porcentaje de población con formación secundaria superior o postobligatoria es muy pequeño. Por ello, considera necesario que la pirámide educativa evolucione hacia un nuevo modelo que pueda responder a la estructura industrial del País Vasco. Es decir, el Gobierno Vasco debería articular cambios en el sistema educativo encaminados a aumentar el número estudiantes que cursen Bachillerato y, fundamentalmente, Formación Profesional de Grado Medio.
Según el presidente del CES Juan María Otaegi, "teniendo en consideración la estructura eminentemente industrial de nuestra comunidad lo ideal sería un ensanchamiento de la zona central de la pirámide educativa". Lo contrario, advirtió, significaría dar continuidad a la coyuntura actual en la que los empresarios no encuentran entre los demandantes de empleo el perfil que precisan, los parados no logran trabajo, y hay personas sobrecualificadas desempeñando funciones que precisan un nivel de estudios inferior.
Así el estudio refleja que el 61,1% de las personas que trabajan en la categoría dirección de empresas y de las administraciones públicas y el 62,2% de las que trabajan como técnicos y profesionales de apoyo no tienen titulación universitaria. Por el contrario, un 18% de titulados universitarios se ocupan en puestos que, en principio, se corresponden con un menor nivel de cualificación. Además, un 25,4% de los empleos de tipo administrativo son desempeñados por universitarios. Otro ejemplo de sobrecualificación es lo que está ocurriendo los últimos años en el sector servicios. En este sentido, el CES advierte de que desde el año 2000 al año 2008 ha aumentado el peso de los titulados universitarios en puestos de trabajo de menor cualificación De hecho, los titulados dentro de los trabajadores de servicios han pasado de suponer un 10,4% a un 13,2% y entre los trabajadores no cualificados el porcentaje de universitarios ha pasado de ser un 1,8 a suponer un 7,3%.
Estos desajustes se podrían acentuar aún más de la mano de las nuevas tendencias del mercado, que se pueden ver como una amenaza si no se cambia, pero también como una oportunidad. Según indicó Otaegi debido la actual situación de crisis, "a corto plazo, se observa una pérdida de empleos que afecta fundamentalmente a personas jóvenes, así como a las de más bajo nivel de cualificación". Aunque a medio y largo plazo se prevén nuevos niños de empleo. Según el presidente del Consejo Económico y Social se prevé que tengan demanda los empleos que tengan que ver con la biotecnología, la fabricación de combustibles, la nanotecnología, las tecnologías del transporte, las tecnologías de la producción y las energía renovables y de protección del Medio Ambiente.
Papel determinante de la FP Más que titulados universitarios, que también, según el CES, el tejido económico de Euskadi precisará fundamentalmente de técnicos, de personas con una titulación media de la FP, en la que se deberá introducir cambios. Dos son las principales debilidades detectadas en el CES. Por un lado la lentitud del sistema de reconocimiento de la competencia, y en segundo lugar, la falta de flexibilidad del sistema y su poca orientación a las necesidades reales de las empresas. "El futuro pasa por una formación flexible y accesible con una diversidad de pasarelas e itinerarios formativos que facilite la movilidad de personas hacia nuevos perfiles profesionales y cualificaciones", manifestó Otaegi. En su opinión, el futuro debe pasar por la formación para el empleo y que el alumnado complete su formación dentro de los centros de trabajo.
Por último, es necesario promover una reflexión-respuesta sobre el sistema universitario y ciertas demandas presentes y futuras. Y en este sentido hay que tener en consideración que si bien algunos de los ámbitos de mejora requieren preferentemente del esfuerzo de la comunidad universitaria; otros no podrán lograrse sin que en su consecución participen también, de manera activa, otros agentes económicos y sociales, convirtiéndose de esta manera en objetivos que involucren a toda la sociedad.