rEGRESAR al país natal para reencontrarse con familiares y amigos debería significar un momento de regocijo para quien ha permanecido un periodo lejos de la tierra que lo vio crecer. Sin embargo, este comportamiento suele venir acompañado de nostalgia y apatía cuando el que ha vivido esta experiencia es un estudiante de Erasmus. Los psicólogos han denominado esta conducta como la depresión post-Erasmus, que afecta a quienes regresan a su lugar de residencia tras haber cursado un grado académico en una universidad europea.
En países como Francia, Alemania e Italia esta actuación ya se considera como un desajuste psicológico reconocido. Por su parte, España también está descubriendo los primeros efectos de este síndrome y Álava, lejos de mirar el problema como simple espectador, empieza a registrar los primeros casos. En este territorio, profesionales como el psiquiatra, psicodramatista y director de la Cooperativa de Salud Ediren, Enrique Saracho, no califican a ésta como una patología, sino que la consideran como "un emergente social al que hay que prestarle atención. Lo cierto es que el síndrome de Erasmus existe como un cortejo de síntomas que tiene su especificidad, pero no creo que constituya una nueva enfermedad. Aun así, los padres tienen que prestarle más atención porque es un emergente producto de la problemática de la juventud de hoy en día", indica.
Cada vez está más de moda el optar por este tipo de beca en la que los beneficiados deciden adquirir nuevos conocimientos en el extranjero a la vez que conocen una nueva cultura y aprenden otro idioma. Sin embargo, esta vivencia va más allá de agarrar el lápiz y el papel ya que también se suele crear un círculo social donde nunca faltan las fiestas y los encuentros en lugares de ocio. Pero una vez llegado el momento de dejar atrás la diversión y la independencia para volver a la vida rutinaria, la mayoría de los estudiantes pasan por una fase de depresión caracterizada por sentirse extraño en su propio país.
El especialista de Ediren también califica este comportamiento, provocado por estos viajes, como una manera que usan los estudiantes para intentar evadir su realidad. "El futuro de estos jóvenes está en una coyuntura donde hay un mercado laboral poco estimulante para los jóvenes con trabajos precarios, infrapagados y con grandes dificultades. Entonces se van de Erasmus y se olvidan un poco de eso, porque es una forma de evadir la situación, de no enfrentarse a una realidad que es cruel. Estos síntomas de los jóvenes que están desorientados y desmotivados para enfrentarse a su vida laboral, es algo que tiene que preocupar a la sociedad", indica.
Síntomas ¿ Pero cómo detectar que estás pasando por esta situación? En estos casos el afectado suele responder a un cuadro de signos en el que presenta poca identificación con el entorno, dificultad para comunicarse con familiares y amigos, así como pérdida del interés por los estudios, idealización del extranjero y, a su vez, conductas antisociales. A raíz de este problema muchos exalumnos de Erasmus deciden a su regreso pasar a formar parte de asociaciones de antiguos alumnos o de redes sociales. Es así, como en España existen diversas páginas de internet como Facebook o blogs en los que los estudiantes intercambian datos de esta experiencia. Sus usuarios se dedican a compartir las vivencias adquiridas tras su paso por el extranjero y, de esta forma, encuentran una válvula de escape para desahogarse.
Un medio que sirve a muchas personas ya que la beca Erasmus respalda a muchos alumnos cada año. De hecho, el curso pasado la Universidad del País Vasco (UPV) envió con este tipo de becas a 725 alumnos y recibió aproximadamente a 500. Por su parte, para el presente año universitario que acaba de comenzar está previsto que 903 alumnos se desplacen al extranjero para realizar sus estudios.
Pero no cualquier estudiante puede optar a esta beca. Los candidatos tienen que cumplir unos requisitos entre los que se encuentran estar matriculado en cualquier facultad de la UPV-EHU, preferentemente en los últimos cursos de su titulación y tener alguna asignatura sin aprobar en el momento de realizar la estancia. Además se debe contar con nacionalidad española, de algún país europeo o permiso de residencia permanente y tener conocimientos de la lengua de origen del país donde vayan a realizar los estudios.
No obstante, los efectos de estudiar en el extranjero no siempre son negativos para los alumnos a nivel psicológico. Sin ir más lejos, Amaya Saracho, una vitoriana de 23 años estudiante de Psicoterapia, regresó este año sin sufrimientos tras permanecer cinco meses en Grecia haciendo una práctica en evaluaciones infantiles. "Reconozco que es un poco difícil volver a acostumbrarte a tu entorno después de haber vivido esa experiencia. Pero en mi caso no fue tan frustrante porque cuando regresé volví a retomar la misma dinámica de trabajo y estudio y no me dio tiempo a agobiarme, fue una incorporación inmediata. Aun así, sí que fue un poco complicado porque allá tenía más tranquilidad, porque sólo tienes la responsabilidad de ir a clases y salir con tu grupo de nuevos amigos", recuerda. Por eso anima a los estudiantes a quedarse con lo mejor de la experiencia.