AL contemplar un mapa de Vitoria no se observa nada fuera de lo común. Es un simple plano. Pero si se hace el esfuerzo de imaginar las calles que representa ese documento, por ejemplo, de noche, la cosa cambia. Y mucho. A medida que atardece y el sol se oculta, empiezan a sobresalir del callejero algunas zonas que, por su configuración, por su estructura o por su falta de iluminación, conforman una red de puntos oscuros no exentos de peligro en materia de seguridad ciudadana. Y más, si se es mujer.

Todavía perduran en la retina las recientes fiestas de San Fermín -que padecieron dos episodios de agresión sexual motivados, además de por el instinto enfermo de los agresores, por condicionantes típicos de las celebraciones, como el alcohol o el anonimato que confiere la masa-. Y ahora llegan los festejos de La Blanca, históricamente más seguros que los pamploneses. No obstante, es mejor no tentar al demonio. Parece ser que los depredadores sexuales utilizan este tipo de eventos para dar rienda suelta al delincuente que llevan dentro. Pasan inadvertidos entre la gente y las defensas se relajan en unos días de excesos y celebraciones. De ahí que se antoje como una necesidad conocer el mapa de los puntos negros para la seguridad e integridad de las féminas. Son calles identificadas por los propios colectivos de mujeres como peligrosos, sobretodo, en horario nocturno.

En ese sentido, desde el ámbito feminista se afirma que Vitoria no es una ciudad especialmente insegura para las mujeres, aunque sí creen que se deberían tomar medidas para acabar con los puntos problemáticos de la ciudad. Pero para acabar con ellos, es necesario en primer lugar saber los lugares exactos susceptibles de acoger este tipo de actos deleznables. Su identificación permitiría adoptar decisiones oportunas como, por ejemplo, aumentar la iluminación en zonas que resultan más peligrosas o realizar obras para mejorar algunas calles de difícil acceso que pueden resultar atractivas para los delincuentes sexuales. Éste es el caso de algunos edificios, calles en cuesta o de aceras estrechas.

En ese sentido, los análisis efectuados por colectivos de mujeres siempre apuntan a la necesidad de arreglar las zonas de paso por las zonas verdes. Pese a ser una de las joyas identificativas de la capital alavesa, no todos los parques gozan de la iluminación necesaria. Además, su misma estructura -proliferan construcciones de setos, arbustos y árboles que impiden una visibilidad adecuada- y su condición -son zonas no transitadas de noche- invita a huir de ellos cuando la luz brilla por su ausencia. Estos condicionantes se reiteran, por ejemplo, en lugares como el parque de Arriaga, el de La Florida, ciertas zonas de Arana, Judizmendi, María de Maeztu o el mismo parque de El Prado. De día son zonas de esparcimiento. De noche, pierden parte de su encanto y ganan en inseguridad.

Especialmente preocupante es el caso del parque de Arriaga debido a su longitud y al escaso número de luminarias que conforman su equipamiento. Por ello, esta zona ha dado malas noticias en forma de robos con violencia, agresiones y otro tipo de delitos. Además de la inseguridad de algunos parques de la capital alavesa, hay otros barrios marcados en rojo dentro de los informes policiales. Dentro de ellas, estarían Zaramaga (alrededores de El Boulevard o del cementerio), San Martín, Adurza o Santa Lucía. Son también rutas susceptibles de acoger hechos violentos los parques de Molinuevo o el de Aranbizkarra (calle Valladolid).

Caso del Casco Viejo Por último, y no por ello el menos importante, está el caso del Casco Viejo. De hecho, es uno de los puntos más problemáticos en materia de inseguridad ciudadana dentro de Vitoria. Además, tiene el dudoso honor de encabezar como barrio el listado de las zonas en la que más agresiones de índole sexual se han cometido. Lugares como las escaleras mecánicas que suben hasta Montehermoso constituyen una zona de difícil visibilidad y que, a ciertas horas de la noche, destaca por su apacible soledad, ya que no es una calle de paso, con escasos portales y ninguna referencia hostelera o comercial. Por ello desde los colectivos femeninos se pide que se adopten otro tipo de iniciativas como por ejemplo, la mejora del transporte público (especialmente por la noche), para evitar así que las mujeres tengan que desplazarse a pie por zonas poco transitadas e iluminadas.

Pese a todo lo dicho, lo cierto es que Vitoria destaca por ser una ciudad habitualmente segura. Con sus puntos negros, pero segura. En ese sentido, los últimos datos aportados por la Fiscalía de la Audiencia Provincial de Álava explican que los delitos contra la libertad sexual han caído un 38% dentro del territorio histórico. Y eso pese a que, con los datos en la mano, Álava ha pasado a ser el territorio con la mayor tasa de delitos y faltas. Los registros justifican 35,46 fechorías por cada mil habitantes (en Bizkaia son 32,72 y en Gipuzkoa, 25,11). La mayoría de faltas es contra el patrimonio.