vitoria. La paz social que ha reinado en Osakidetza durante los dos últimos años largos ha dado paso a un escenario de agitación donde los sindicatos han marcado ya sus posiciones. Por un lado, las centrales nacionalistas. Por otro, las profesionales. A ambas les une el descontento con las políticas emprendidas por los gestores del ente público, pero han partido de posiciones diferentes que, al menos actualmente, hacen difícil imaginar una unidad de acción próxima como la que se gestó a finales de la anterior legislatura. ELA demanda a Osakidetza, para avanzar hacia un escenario de entendimiento, que deje sin efecto "todos los recortes aplicados" y, a partir de ahí, dote de estabilidad a la plantilla sanitaria, controle la autoconcertación y acabe con "la política de privatizaciones". Sin embargo, según advierte Irure, "la mejora de las condiciones de trabajo o la creación de empleo son temas permanentemente ausentes" en las mesas sectoriales. DNA ha intentado contar también con la opinión de Osakidetza en torno al incipiente conflicto, pero su dirección no ha facilitado ningún interlocutor para conocer mejor las dos caras de la moneda.

¿Cómo valora la respuesta de los profesionales de Osakidetza a su llamada a la movilización?

La valoramos muy positivamente, porque estamos canalizando el malestar que se vive en los centros y eso es una buena señal.

Desde que convocaron las protestas, la mesa sectorial se ha reunido una vez más. ¿Ha apreciado algún movimiento en la dirección?

La dirección no ha modificado un ápice su estrategia de negociación, que es la de fragmentarla y tratar de llegar a acuerdos parciales con temas más técnicos que otra cosa. Porque lo que se dice mejora de condiciones de trabajo o creación de empleo, son temas permanentemente ausentes.

Parece, entonces, que tendremos conflicto para rato.

Parece que sí. De momento, desde luego, no hemos conseguido doblegar a la Administración y tendremos que organizarnos más y mejor para conseguir ese reto.

¿Vislumbra un escenario cercano de huelga?

No descartamos absolutamente nada, y por supuesto nuestro trabajo se centrará en seguir canalizando ese malestar de los trabajadores, que es muy grande. Pero que hay que organizarse para que tenga forma de reivindicación razonada y consensuada. De momento, tenemos previsto seguir en contacto con la plantilla y a través de las asambleas veremos si abril nos da para más movilizaciones.

¿Qué es lo mínimo que debería poner Osakidetza sobre la mesa para avanzar hacia un escenario de entendimiento?

El punto de partida es dejar sin efecto todos los recortes aplicados. Y, a partir de ahí, Osakidetza presenta una temporalidad muy elevada, un empleo oculto muy grande, y eso requiere de la convocatoria de Ofertas Públicas de Empleo para dar estabilidad a toda esta gente, cosa que no se va a hacer con la que se ha anunciado, porque está muy lejos de las plazas acordadas y de la realidad temporal de la que ya he hablado. También es muy importante que se haga una valoración de los puestos de trabajo, porque hay muchas categorías ninguneadas por Osakidetza y la dirección olvida que el servicio no puede existir sin todas y cada una de esas categorías. Otras dos cuestiones fundamentales serían el control de la autoconcertación, las horas extras en la Sanidad pública, que la propia Osakidetza reconoce que están aumentando, y también acabar con la política de privatizaciones.

¿Ve lejos a estas alturas alcanzar una unidad sindical tan férrea como la que se dio durante el anterior conflicto?

Lo veo difícil, porque nuestro diagnóstico no se asemeja. Los sindicatos profesionales pueden protestar por las consecuencias directas de los recortes, pero no por las políticas o la ideología que están generando esos recortes. Para ponerlos en marcha, Osakidetza entiende que el sistema público, tal y como se ha entendido hasta ahora, está agotado, y por eso debe buscar algo competitivo optando por privatizar, recortar el gasto público y hacer servicios eficientes. En ese discurso los corporativos no están ni estarán. Pero para nosotros es la base de todo lo que viene después. Desde esa lectura se recorta el presupuesto sanitario, cuando la necesidad es justamente la contraria, y a partir de ahí vienen los recortes salariales, de personal, de servicios, etcétera.