Madrid. Agentes de Policía Nacional detuvieron a once personas y desarticularon la organización a la que pertenecían, dedicada a explotar sexualmente a jóvenes extranjeras en cuatro pisos de Madrid.

La red disponía de un centro de operaciones desde donde los responsables vigilaban a través de cámaras conectadas a Internet lo que sucedía dentro de los prostíbulos. A estas once personas se les imputan delitos relativos a la prostitución, contra la salud pública, trata de seres humanos y asociación ilícita.

La investigación se inició a raíz de la denuncia interpuesta en el Juzgado de Guardia de Madrid por parte de una extrabajadora de la red en la que relataba que determinadas personas obligaban a ejercer la prostitución a mujeres jóvenes en distintos pisos de la capital.

A partir de este momento, los investigadores iniciaron las pesquisas para comprobar las afirmaciones realizadas por la mujer y pronto constataron que, efectivamente, la organización disponía de una vivienda en el distrito de Arganzuela que servía de base desde donde los dos principales cabecillas dirigían la organización. Las gestiones posteriores permitieron a los agentes identificar a los máximos responsables del grupo Jeverson E. S. y Tatiane A. F. que vivían en el referido piso. Con la misma rapidez averiguaron que contaban con dos lugartenientes, Williams T. A. y Alexandra Cornelia M., cuyas funciones eran recoger la recaudación de cada casa de alterne y que se alojaban en un piso superior dentro del mismo bloque de viviendas.

A continuación, los policías centraron sus indagaciones en ubicar los pisos donde las jóvenes ejercían la prostitución. Los agentes accedieron en primer lugar a la vivienda que servía de centro de operaciones. Una vez asegurado este primer piso, el resto de agentes entraron en los cuatro prostíbulos y en la vivienda de los lugartenientes.

En el momento de la entrada en el piso principal, los dos máximos responsables de la banda se hallaban durmiendo mientras dos telefonistas controlaban las casas de alterne a través de las imágenes que proyectaban tres grandes pantallas de televisión y dos ordenadores. Estas operarias de telefonía disponían, además, de una mesa atestada de teléfonos para contestar a las llamadas y concertar las citas. En una de las paredes colgaban tres enormes pizarras en las que figuraban los nombres de las prostitutas, el lugar donde estaban trabajando y otras anotaciones.

En los seis registros practicados, los agentes intervinieron más de ochenta móviles, material informático, numerosa documentación e, incluso, una caja fuerte donde almacenaban la recaudación obtenida. La investigación fue llevada a cabo por el Grupo VII de la Brigada Provincial de Extranjería y Documentación de Madrid.