Debe ser de los pocos que tiene más trabajo que nunca. ¿Triste realidad si se tienen en cuenta los motivos?

Cuanto más trabajo tiene Cáritas, peor para la sociedad y ojalá fuéramos desapareciendo incluso de las páginas de los periódicos, porque eso demostraría que las cosas van mejor. Pero, desgraciadamente, desde finales de 2007 se nota que el volumen de actividad ha subido una barbaridad.

¿Los colectivos sociales como el suyo se sienten ahogados ante la situación actual?

No en el sentido negativo, pero sí tenemos cargas de trabajo mayores que nos obligan a más esfuerzos. Pero creemos que lo tenemos que hacer y los llevamos a cabo con ilusión. Nos toca transmitir esperanza, pero conscientes de que sin esfuerzo no se va a salir de la mala situación en la que mucha gente se encuentra. No perder la esperanza, pero tampoco pensar que esto se va a solucionar porque, de repente, va a cambiar el tiempo. Y en eso estamos.

Han declarado en varias ocasiones que están colapsados. ¿Cáritas puede llegar a hacer "crack"?

No, cuando hablamos de crisis nos centramos mucho en las situaciones económicas y ésas, en Cáritas, son un 12%. Eso sí, suponen 525.000 euros este año por los 250.000 de 2007. Hay que tener en cuenta ese volumen de subida. Pero la inmensa mayoría de nuestro trabajo lo hacemos con situaciones no relacionadas con las subvenciones. Eso estaba antes de la crisis y desgraciadamente va a aumentar después de ella. Esto es así porque somos una organización que parte de la filosofía de que tenemos que seguir a Jesús y eso se hace con y sin dinero.

¿Cómo afronta su colectivo la actual coyuntura económica?

Tenemos claro que hay tres elementos sustanciales para que se pueda hablar de dignidad de la persona. Que tengan un mantenimiento mínimo, dónde vivir y dónde trabajar. En esta situación estamos dando ayudas económicas para mantener la vivienda y la comida. En la cuestión laboral, tenemos que hacer un esfuerzo para mejorar lo que tenemos porque, al haber descendido el trabajo, la gente busca procesos de formación y ocupación. Éstos acuden a los talleres que están al límite. Así que estamos haciendo algunas cositas como en El Boulevard, donde hemos generado un espacio para otras dinámicas formativas, y también mantenemos relaciones con empresas de inserción para encontrar hueco. De esta forma, hemos colocado a cuatro personas en los últimos meses. En el tema del trabajo doméstico, que hemos estado en los años gloriosos en torno a 500 y 600 colocaciones, vamos a cerrar el ejercicio con alrededor de 400, que aun así es mucho para la situación que tenemos.

¿Se ha superado lo previsto?

En 2007 empezamos a darnos cuenta de que las previsiones que habíamos hecho eran cortas. Dentro de los presupuestos había un par de indicativos, como las ayudas y los talleres, que nos señalaban ya esto. El 2008 ha sido el año más duro para Cáritas y el 2009 ya dijimos que lo iba a ser para la sociedad. Y es que los sectores más vulnerables son los que sufren primero y vienen a organizaciones como la nuestra. Pero sigue quedando un segundo grupo que se queda en paro y va terminando de cobrar ayudas. Estas personas tiene derecho a otras prestaciones como la renta básica, por lo que reciben las ayudas desde las instituciones, no desde aquí, y por eso ahora éstas se encuentran con que no hay dinero.

¿En qué medida afecta a Cáritas la reducción de dinero institucional a fines sociales?

Es la pelea de este año. Esto supone un 22% de nuestro presupuesto. Estamos en un momento en el que hay que demostrar dónde tenemos las prioridades a la hora de organizar las cuentas y ver qué anteponemos. ¿Necesitamos ahora gastar dinero en infraestructuras o debemos pensar en otras dinámicas? No es una respuesta fácil. Hay cosas que tienen más urgencia, como que la gente que se está quedando sin trabajo no caiga al margen de la sociedad. ¿Es necesario cambiar tres veces la estación intermodal de autobuses? ¿No podemos esperar cuatro o cinco años más? Moverá la construcción y generará algún empleo pero, en las cuentas comparadas, ¿es prioritario sobre otras cosas? Ahora, una vez que hemos visto cuál es la realidad, entendemos que hay que ampliar y lo vamos a intentar. De hecho, nuestro presupuesto para 2010 va a ser mayor que el de 2009, a pesar de los recortes que ya nos han anunciado las instituciones gracias a la solidaridad de la ciudadanía.

¿Así que el ciudadano de a pie se va a rascar más el bolsillo?

Sí, eso nos están diciendo los datos. Nosotros tenemos cuatro grandes bloques de ingresos. El dinero institucional va a bajar, las colectas de las parroquias y los socios se mantienen, pero en donativos vamos a subir un 25%. Es una cuestión de confianza. Y con esto tendremos que ver cómo logramos suplir la bajada de subvenciones públicas.

Piensan en ampliar lugares y espacios. ¿A qué se refiere?

Para que haya más posibilidades de inserción por el empleo. Esto no significa que tengamos que construir nosotros cosas, podemos apoyar las que ya existen. No quedarnos diciendo estamos en crisis y no es momento de gastar. Al contrario, para organizaciones como la nuestra, cuando hay situaciones de necesidad, es el momento de gastar.

El año que viene es el Año Internacional contra la Pobreza y no se han conseguido ni de lejos los objetivos marcados hace unos años. ¿La pobreza no vende o no se hace lo que se debería para ponerle fin?

La pobreza es una cuestión que tiene que ver con la justicia y vivimos en un mundo radicalmente injusto. Mientras no nos planteemos que tenemos que hacer más justas las relaciones entre las personas y los países, todo lo demás es literatura.

Hoy en día, 1.000 millones de personas viven con menos de un euro al día. ¿Hemos fallado como seres humanos?

El gran problema no es que hayamos fallado como personas sino en conjunto. Probablemente porque nuestros intereses han sido nosotros mismos. Pero esto tampoco es nuevo. Es una cuestión de que hemos crecido sin tener en cuenta la cohesión y eso tiene que ver con el reparto de la riqueza y los impuestos, aunque a muchos no les interesa hablar del tema. No se puede pretender ser europeos en los servicios y de no sé dónde a la hora de pagar.

La pobreza se ha extendido. ¿Ya no es impensable ver al vecino solicitando ayuda?

No, es que el vecino de al lado ya está pidiéndola. Esto tiene que ver con el mercado de trabajo que hasta ahora se componía de contratos precarios.

En Cáritas cuentan con distintos y variados servicios. ¿Cuáles son los más demandados?

Los de ayudas, porque no se llega a fin de mes. Y también los de empleo, porque no tenemos ningún interés en que nadie dependa de Cáritas, queremos que la gente promocione y sea autosuficiente. Pensamos que el empleo es la puerta de salida de la pobreza, las ayudas son de mantenimiento para que no te hundas en la miseria absoluta. Pensar que una sociedad se puede construir sobre las ayudas es un error estratégico.

Los inmigrantes son algunos de los que se llevan la peor parte. ¿Están preocupados porque, en época de crisis, pueda aumentar el racismo?

Surge la descohesión social que crea grupos que se enfrentan y se culpabilizan de las cosas unos a otros. Muchas veces, no siendo real esa dinámica. Por ejemplo, se suele decir que los inmigrantes copan los servicios sociales en Álava, cuando en ningún ayuntamiento del territorio hay más demanda de inmigrantes que de autóctonos. Ese discurso es falso. Otra cosa es que, en esa situación, los inmigrantes están en una situación en que les puede caer todo el chaparrón. Pero eso no es nuevo. Lo que sería un desastre es que se reprodujera, sabiendo que esas cosas pasan, y no pongamos ninguna medida. Y esto pasa por pelear marcos legales de igualdad y justicia. No se puede exigir a ciudadanos de este país cosas diferentes en función de su origen. Y eso está pasando.