Los tatuajes se han vuelto una forma de expresión artística y personal muy común en las últimas décadas. Sin embargo, junto con su creciente popularidad también han surgido dudas sobre su seguridad a largo plazo.
Una de las preguntas más recurrentes es si los tatuajes podrían estar relacionados con el desarrollo de cáncer. Según el Instituto de Ciencias de la Salud (ICNS), algunos estudios recientes sugieren que esta preocupación podría tener fundamentos científicos.
Una de las principales advertencias del ICNS es que las partículas de tinta de los tatuajes pueden generar una respuesta inflamatoria local en la piel.
Aunque esta reacción es esperada durante los primeros días posteriores al tatuaje, en algunos casos puede mantenerse de forma crónica. Esta inflamación persistente podría favorecer una proliferación celular anormal, lo que, con el tiempo, podría derivar en alteraciones genéticas y favorecer el desarrollo de ciertos tipos de cáncer de piel.
Se pueden acumular
Además, la tinta no se queda únicamente en la zona tatuada. Las partículas pueden migrar hacia los ganglios linfáticos, donde se acumulan, y desde allí podrían desplazarse hacia otros órganos a través del torrente sanguíneo. Esta capacidad de dispersión plantea dudas sobre posibles efectos sistémicos, es decir, en todo el organismo.
Uno de los desafíos más grandes para evaluar el riesgo real de los tatuajes es la variedad de formulaciones químicas utilizadas en las tintas. No existe una regulación internacional uniforme, lo que significa que las composiciones pueden variar significativamente entre fabricantes. Algunas de estas tintas contienen compuestos clasificados como potencialmente cancerígenos por organismos de salud pública.
Esto incluye sustancias como aminas aromáticas y metales pesados, cuya presencia en el cuerpo, especialmente en grandes cantidades o durante largos periodos, podría aumentar el riesgo de desarrollar tumores.
Exposición al sol
La exposición al sol es otro factor que puede agravar los riesgos. La radiación ultravioleta puede modificar químicamente los pigmentos de la tinta, generando productos tóxicos que podrían aumentar el daño celular en la piel tatuada.
Asimismo, los procedimientos para eliminar tatuajes mediante láser también liberan partículas de tinta al romperlas en fragmentos más pequeños, lo que puede incrementar su capacidad de dispersión en el cuerpo y potencialmente su toxicidad.
Indicios preocupantes
Aunque no se puede afirmar categóricamente que los tatuajes causen cáncer, existen indicios preocupantes.
El estudio del ICNS sugiere que la exposición a tinta de tatuaje podría incrementar el riesgo de desarrollar linfoma y ciertos tipos de cáncer de piel, especialmente en personas con tatuajes de gran tamaño o múltiples tatuajes.
Aún se necesita más investigación para establecer con claridad esta relación, pero los datos actuales invitan a la precaución. Elegir centros profesionales, conocer la composición de las tintas y limitar la exposición al sol son medidas prudentes para quienes deciden tatuarse.