Elegir la ropa adecuada es esencial para poder soportar los fríos días del invierno. Cubrir las partes del cuerpo más propensas a enfriarse, así como mantenernos activos en la medida de lo posible, hará que conservemos mejor el calor.

Un vestuario a capas, en concreto tres, nos permitirá mantener en mayor medida el calor corporal. Una camiseta fina, pegada al cuerpo y transpirable; una prenda abrigada como un jersey de lana, y un abrigo que nos proteja tanto del viento como del agua nos ayudarán a soportar mejor las bajas temperaturas. 

El hecho de que las personas seamos individuos endotérmicos, es decir capaces de regular nuestra propia temperatura corporal, hará que ante un descenso de la temperatura basal (la que tiene el cuerpo en reposo) aumente el riego sanguíneo hacia la zona del tronco, donde están los órganos vitales, en detrimento de las extremidades. 

De esta forma, las manos y los pies son las partes del cuerpo más expuestas a perder calor y por lo tanto en las que antes vamos a acusar el frío. Tampoco debemos perder de vista la cabeza, ya que tenerla fría, en el sentido literal de la palabra, puede suponer el bloqueo de algunos mecanismos innatos contra la bajada de temperaturas como, por ejemplo, tiritar. 

Utilizar las prendas de ropa adecuadas en las manos y en los pies y prestar atención a algunos aspectos concretos te permitirá hacer frente mejor las bajas temperaturas. 

Las manos

Para mantener las manos calientes, colócate unas manoplas o unos guantes preferentemente de lana, de cuero o de algún material sintético y aislante. Si necesitas tener libres las yemas de los dedos (para trabajar o estudiar) ponte unos mitones (guantes sin dedos).

Procura minimizar el espacio entre los guantes y las mangas de la ropa, incluso puedes superponerlos, de forma que no quede nada de piel al descubierto. Dejar que se cuele el aire por las muñecas hará que perdamos calor en las manos y en los brazos.

Los guantes no deben ser demasiado ajustados, ya que el hecho de tener cierta holgura evitará que la capa de aire caliente salga del guante por la presión que ejerce el movimiento.

Ante situaciones de frío extremo, puedes colocarte dos pares de guantes: unos interiores más finos y otros por fuera, preferiblemente manoplas, más abrigados.

Una mujer protege sus manos del frío con unas manoplas. Freepik

Los pies 

Tener los pies fríos puede hacer que nos sintamos muy incómodos. Evita ir descalzo y si tienes tentación de hacerlo en casa, ponte al menos calcetines, salvo que tengas suelo radiante, en cuyo caso caminar con los pies desnudos será un auténtico placer. Dormir con calcetines también es una buena idea si se te enfrían los pies por la noche.

Para salir a la calle ponte calcetines, mejor de lana que de algodón, ya que estos últimos son más apropiados para el verano. Si hace mucho frío, puedes ponerte dos pares, unos interiores más finos que absorban el sudor y otros por encima más gruesos de lana.

Levantar los pies cuando estemos sentados y apoyarlos en un taburete evitará que se nos enfríen en contacto con el suelo, la parte más fría de la casa.

La elección del calzado también va a ser muy importante. No debe apretar ni ser demasiado estrecho, nuestros dedos tienen que poder moverse libremente en su interior. Las botas y los botines para llevar con calcetines son ideales para el frío y, si además son impermeables, se convierten en el calzado más apropiado para los días de lluvia. Si quieres dotarlos de una mayor calidez y confort, las plantillas térmicas se presentan como una buena opción.

Tres personas sentadas frente a la chimenea cubren sus pies con calcetines. Freepik

Los guantes y los calcetines gordos te vendrán muy bien para proteger tus manos y tus pies del frío en la calle; sin embargo no serán muy prácticos para los espacios interiores. Para entrar en calor en casa o en el trabajo, es importante que te mantengas activo, ya que de esa forma reactivarás el flujo sanguíneo, recuperarás el calor perdido a causa del sedentarismo y tus extremidades ya no estarán tan frías.