Es la prescriptora número uno de la pediatría en el Estado y una de las más mediáticas. En La vida va de esto abre las puertas de su hogar para mostrar que los conflictos con los hijos se resuelven con palabras y comprensión, y no con portazos e insultos. "Porque solo el amor y el entendimiento nos llevarán a tener la relación que deseamos con ellos, esa que se basa en el apoyo, la complicidad y la confianza", sostiene esta pediatra y escritora, que ya ha dado carpetazo a la infancia de unos hijos que han entrado en la adolescencia. "Me pareció que esta obra podría ser un buen legado para ellos, y por supuesto, para mis lectores".

¿De qué va la vida?

La vida va de vivirla. No podemos pasar de puntillas, ni de forma superficial por ella. Es una aventura en la que hay que aprender de cada experiencia, buena o mala. La vida es elección y cambio, es darse permiso para sentir, es autocrítica y aprendizaje. La vida va de sentir, de rodearte de esas personas refugio a las que siempre podrás volver. Y también de ser conscientes de que es frágil y larga.

Y además, nos pasan muchas cosas en ella.

Muchísimas. Necesitaba compartir esa visión compasiva de la vida, en la que a pesar de cometer muchos errores, equivocarnos con frecuencia y caernos, hay que decir alto y claro que el viaje siempre merece la pena.

¿Se pasa tan rápido como dice la gente?

Discrepo del mensaje que se nos lanza de que hay que vivirla a tope porque la vida son dos días. La vida no es corta, sino larga. Además, nosotros somos muchas personas en la misma vida. Tenemos que aprender a perdonar nuestras equivocaciones. Habrá días del carpe diem, otros gloriosos que tengamos que celebrar por todo lo alto, también pasaremos por momentos, fases y etapas de crisis, y habrá días de parar, de reflexionar, jornadas en las que no estaremos ni al cien por cien ni al ochenta ni al cuarenta, pero no pasa nada, porque eso también forma parte de la vida.

¿La sociedad presiona para que estemos al cien por cien los 365 días del año?

Y eso, además de irreal, es agotador como seres humanos. Son exigencias que se las ponen muchas personas y también a sus propios hijos, pero son metas inalcanzables. Hay que aceptar la vida como viene y poner todo de nuestra parte para que sea bonita, pero hay que asumir que la vida, a veces, también va de caerse, y que esas caídas forman parte del aprendizaje.

¿Las mujeres son más exigentes con ellas mismas y con sus hijos?

Es una lucha continua de la mujer que trabaja también fuera de casa y que quiere ser la madre, la pareja y la trabajadora perfecta. Realmente, la perfección no existe, ni en nosotras, ni en nuestros hijos, ni en nada de lo que nos rodea. Intentemos llegar bien a lo que podamos y focalizar lo importante. Nadie llega a todo. Llevo veinte años de pediatra y quince siendo madre y no he visto nunca a una mujer que venga a la consulta y me diga que está divina porque llega a todo.

¿Tenemos que bajar el listón?

Sí, porque da igual a lo que nos dediquemos. Incluso las mujeres que trabajan exclusivamente en casa cuidando de sus hijos están desesperadas porque no alcanzan para todo. Tenemos que bajar ese listón que nos hemos fijado e intentar llegar bien a lo que podamos.

¿La vida improvisa?

Improvisa y nosotros con ella. La vida solo merece ser vivida si la colmamos de ternura, de sensibilidad y de verdad. La vida es larga y bonita, y consiste en vivir muchas vidas en una.

¿Recomienda hablar sin tapujos de la muerte con los hijos?

Sí, y de manera natural, especialmente cuando nos enfrentamos a la partida de uno de los abuelos o de otros familiares cercanos. El libro sirve también para que aprendamos a ser mejores padres y madres, con realismo y autocrítica, porque la honestidad es el único camino para dar lo mejor de nosotros mismos y entender que la vida va de esto. No hay que tener miedo por vivir esta aventura, y tampoco a evolucionar, sentir y hacer de nuestros errores sabiduría.

¿Somos capaces de comentar todo lo que nos atormenta sin miedo con nuestros compañeros de viaje?

Del mismo modo que hay que trabajar cada día la relación con nuestros hijos, debemos hacerlo a nivel de pareja, en una relación basada en la libertad de elección de emprender el viaje de la vida juntos, y no basada en la necesidad del otro. Si hemos elegido a alguien para compartir nuestra vida es porque la vida juntos es más bonita. Tenemos que ser capaces de hablar de todo lo que nos atormenta sin miedo, sin juicios ni reproches, y respetar sin intentar cambiar al otro. No hay amor que merezca ser vivido si hace tambalear tus cimientos. Es un terreno en el que no entra la suerte. Suerte es que nos toque la lotería, pero construir y conservar una relación de pareja sana y positiva es aprendizaje de vida.

Lo que no tiene solución es la violencia.

Ante ninguna circunstancia debemos tolerarla, no hay segundas oportunidades ante insultos, golpes y maltrato. La violencia solo tiene un camino: la denuncia. Si hemos decidido compartir nuestra vida con alguien es para colmarla de amor, de entendimiento, de apoyo mutuo y de libertad.

¿Las redes sociales son un ejemplo distorsionado de la realidad de la vida?

Sí, y no me gustaría que eso calase en los jóvenes, porque se aleja de la realidad. En la vida hay crisis, hay catarsis y hay renacimientos y momentos maravillosos. ¡Claro que sí! Al final, todo esto merece la pena, pero hay que educar a nuestros hijos en la realidad, en el espíritu de lucha, de sacrificio, en la resiliencia, en la adaptación ante las adversidades. Eso es prepararles para la vida.

¿Se está confundiendo el estar triste con tener una depresión?

Exacto, y forma parte de la vida, igual que ponerte nervioso ante un examen no es tener un episodio de ansiedad. El tener una etapa complicada no te convierte en una persona obsesiva. En la vida te pasan cosas y el secreto es mostrar a nuestros hijos ese abanico de posibilidades, siempre con visión optimista y esperanzadora. Nos pase lo que nos pase, mientras haya salud, siempre hay salida. Validemos todas las emociones, pero poniéndolas en su justo lugar. En el momento en que seamos conscientes de que esas emociones condicionen tu día a día, entonces sí es momento de pedir ayuda. Pero crisis personales vamos a atravesar todos.

La pandemia ha puesto en evidencia un problema que veníamos arrastrando: que el país tiene una salud mental precaria.

Las largas listas de espera para ser atendidos son tremendas, y ser atendidos en temas de salud mental es inaccesible en la Seguridad Social. Al final se convierte en el privilegio de unos pocos que se pueden pagar las terapias, y la realidad es que en este país se suicidan diez personas al día, uno de los cuales es un adolescente. Son cifras dramáticas. Algo estamos haciendo mal para que cada día un joven se tire por la ventana. Reivindico en el libro una salud mental accesible y universal.

¿Cómo esquivar la sensación de culpa cuando cometemos un error?

No es tan importante el cometerlo, que todos lo hacemos, sino cómo enmendarlo. Si, por ejemplo, mis hijos son pequeñitos y me pongo a gritar y pierdo los papeles, eso es un algo negativo que les estoy dando sin necesidad. Lo importante es que en el momento en que logre tranquilizarme, me arrodille a su altura y les diga que lo siento. Porque ninguna situación merece que perdamos el control; nos vamos a equivocar, cierto, pero lo importante es cómo enmendamos nuestras equivocaciones y el ejemplo que les damos a nuestros hijos.

Pensábamos que con la pandemia las personas saldríamos mejores, ¿realmente cree que ha sido así?

Creía que de forma inocente lo pasado nos haría mejores, pero la realidad es que ahora mismo hay una crispación evidente en la sociedad. Cualquier tema que sacas se politiza, hay mucha violencia verbal, las conversaciones resultan incómodas... Y al final te das cuenta de que casi es mejor no hablar de ciertos temas porque no hay punto de encuentro. La sociedad esta muy polarizada y los mensajes de salud y las aportaciones que damos para intentar mejorar las cosas, para que no nos vuelvan a ocurrir situaciones como las vividas, se tergiversan y politizan. Es un poco desesperanzador. Quiero pensar que la gente, por lo menos, ha aprendido a nivel personal a poner el foco en lo importante: en la familia, en nuestra propia salud mental y que, al menos, nos haya ayudado a centrar la brújula interior. Al nivel global de sociedad estoy, como muchos compañeros, desencantada.

¿A quién destina su libro?

A todas las personas que quieran dedicarse un momento de lectura, de reflexión y de calma, porque hay capítulos para papás que acaban de tener un bebé, para adolescentes, para las madres de las madres, para el emprendimiento... Hay capítulos también para los padres y madres que llevan meses sin dormir, para las chicas que han tenido su primera regla, para las madres solteras, los abuelos, las parejas... A todos ellos busco animarles a enfrentar los vaivenes de la vida con alegría y con decisión, sabiendo que todo pasará y que saldremos mejores. De los libros que he escrito este es el que tiene un mayor espectro de lectores, por la intensidad de los mensajes.

¿Por qué recomendaría leerlo?

Porque te libera de esas exigencias que nos marcamos nosotros. El libro nos recuerda lo importante de la vida: las personas refugio, que son nuestros hijos y quienes apuestan por nosotros, y hablo también sobre la salud mental, porque no hay salud sin salud mental. Es un libro para reflexionar, parar, y al final dar gracias por lo que tenemos e intentar mantenerlo.

¿Qué le gustaría que le comentaran sus lectores?

Que han aprendido a ver el lado amable de la vida, que lo hay. Me contentaría con que les ayude a saber identificar esos momentos que son los que coleccionamos y ver nuestro entorno con ojos amables. Con eso me daría por satisfecha. De hecho, en el primer capítulo me refiero a cómo enseñaba a mis hijos desde pequeños a llenar su mochilita de momentos bonitos, porque al final, cuando te haces mayor y abres esa mochila, es precioso encontrar esos instantes que hemos ido coleccionando y tirar de recuerdos. Es lo que nos llevamos de la vida.

PERSONAL

Nacimiento: Oviedo, 1978.

Familia: Es madre de dos hijos adolescentes.

Formación: Pediatra. Actualmente trabaja en Centro Creciendo, en Alicante, del que es socia fundadora y directora.

Premios: Su trabajo en esta línea le ha valido recibir numerosos reconocimientos, entre ellos el otorgado por la Organización Médica Colegial de España y el Premio Pepe Cervera al pensamiento crítico en redes y medios de comunicación. En 2019 y en 2021 fue incluida en la revista Forbes dentro de los mejores médicos de España. También cuenta con el premio e-Health Awards #SaludSinBulos.

Publicaciones: Es autora de Lo mejor de nuestras vidas, Eres una madre maravillosa, El viaje de tu vida, La agenda de mi bebé y El gran libro de Lucía, mi pediatra, publicados por Planeta, que se han convertido en grandes éxitos editoriales. También tiene la serie de libros infantiles Cuentos de Lucía, mi pediatra, 1 y 2 y Cuentos de otoño de Lucía, mi pediatra, publicados por Timun Mas Infantil. Ahora ha lanzado La vida va de esto.