Los primeros síntomas son una menor capacidad para mantener la concentración, para analizar correctamente los datos y para tomar las decisiones adecuadas. Cuando una persona sufre de fatiga mental se siente incapaz de dar respuesta a las exigencias y esfuerzos de tipo cognitivo que tiene ante sí. Otros síntomas que pueden acompañar a este agotamiento psíquico son apatía, tristeza, ansiedad, irritabilidad, insomnio, así como dolores físicos, fatiga ocular, cefaleas o molestias estomacales.
Algunos científicos sospechan que el Covid-19 está causando insuficiencia respiratoria y muerte no por daño a los pulmones, sino al cerebro. Y que otros síntomas de esos problemas neurológicos incluyen dolores de cabeza, derrames cerebrales y convulsiones. Así que no hay que tomárselo a broma.
Entre las causas más habituales para esta temida y temible fatiga se encuentran las siguientes:
* Sobrecarga laboral. Es uno de los orígenes más comunes del cansancio mental, principalmente en trabajos con un exceso de tareas intelectuales.
* Factores personales. Hay gente que resiste mucho mejor que otra los sobreesfuerzos en el trabajo y la presión. Se suele ser más vulnerable al cansancio mental en etapas personales complicadas, como un divorcio o una pérdida.
* Depresión. La fatiga mental suele estar también presente en esta patología.
* Anhedonia. Este síntoma hace referencia a que no apetece acometer ciertas actividades que antes gustaban y con las que se disfrutaba. Y si se realizan, ya no se goza con ellas. Este síntoma es signo de que nos estamos readaptando emocionalmente a una situación importante.
* Síndrome del 'burnout'. El agotamiento psicológico y cognitivo es uno de los síntomas más importantes de este trastorno cada vez más frecuente. Suele derivarse de un clima laboral complicado, con pocos recursos, horarios largos y también alta exigencia. Se suele asociar igualmente con profesiones dedicadas a los demás (personal sanitario, enseñanza, asuntos sociales€).
* Angustia. Esta emoción es una mezcla de ansiedad y tristeza. La angustia surge para señalizarte que hay cosas que no están funcionando bien en tu vida y que por tanto debes adaptarte a las nuevas circunstancias, haciendo algunos cambios en tu vida o en tu mente. Es la gran señal del cambio y de la necesidad de adaptarte a esta nueva situación.
* Reducción en la percepción de riesgo. Desde marzo hemos pasado por diversas etapas de mayor o menor relajación en las normas de prevención de la pandemia. Hemos transitado desde estar confinados y solo abriendo comercios de primera necesidad, a una mayor relajación de estas medidas en el verano, para regresar una vez más a las limitaciones y confinamientos en el otoño-invierno.
Consejos para combatirlo
Crea un ambiente adecuado en el trabajo. En la medida de lo posible, y al margen de otros factores, cuida de que la luz y la temperatura sean óptimos.
Bebe agua. Con solo un 1% menos de agua el cerebro ya presenta problemas de atención. Por ello, tomar un vaso de agua cada 45 minutos aún sin sed ayuda a optimizar el rendimiento cerebral.
Aplica técnicas de relajación. Las hay, y muy variadas. Pueden ser ejercicios de meditación o de relajación, y si los practicas a diario lograrás poco a poco un estado de bienestar que podrá ayudarte a sacar adelante tu trabajo sin agotarte mentalmente. Respira profundo y consciente durante dos minutos al levantarte y otros dos antes de acostarte. Deja la mente en blanco y sé consciente de cómo el aire entra en tus pulmones.
Mantén contacto con la naturaleza. Sus sonidos relajan el sistema nervioso, reducen la presión arterial y favorecen la secreción de dopamina, la hormona del bienestar. La naturaleza es el contexto perfecto para dejar vagar nuestra mente, algo muy necesario para desintoxicar el cerebro.
Procura que los horarios de trabajo no sean demasiado largos. Toma cortos periodos de descanso de máximo diez minutos para despejar la mente.
Realiza ejercicio físico de forma habitual. No te tumbes a la bartola, porque cuando no realizamos ejercicio físico los músculos pierden fuerza y nos sentimos más cansados, sin energía. El sedentarismo produce también cansancio mental y no ayuda a dormir bien.
Descansa por las noches. Un buen descanso te facilitará la realización de las tareas adecuadamente. Entre 7 u 8 horas bastarán para recargar las pilas.
Cuida la vista. Haz pequeños descansos y aparta la vista del ordenador o tarea que realices.
l Cuida la alimentación. Para que nuestro cerebro funcione correctamente y podamos llevar una vida saludable es muy importante mantener una dieta equilibrada.
Planifica bien tus tareas. Muchas veces el cansancio mental se produce por la sobrecarga de trabajo y una escasa planificación. Utiliza la agenda y planifica la jornada.
Reserva tiempo para relajarte. Hablamos de darte un baño tranquilo, escuchar buena música tranquila o leer un libro que te guste. Cambiar de actividad y parar unos minutos al día evitará que acumules tanta fatiga.
Atención psicológica. Puede ser necesaria para ayudar a las personas a relativizar, a aprender a gestionar mejor el estrés, las emociones y el tiempo en función de lo que es más importante para cada uno en su propia vida.
Usa plantas adaptógenas. Por ejemplo, el ginseng o la rhodiola rosea, plantas que por su capacidad para incrementar la resistencia del cerebro ante un esfuerzo importante favorecen la velocidad de procesamiento mental, la capacidad de atención y la memoria.
Alimentos que nutren nuestras neuronasPescado azul.
Las proteínas y Omega 3 de este alimento estimulan la secreción de neurotransmisores que mejoran la comunicación entre neuronas y el rendimiento cerebral.
Huevos. Gracias a la presencia de colina, que forma parte de las vitaminas del grupo B y es neuroprotectora, este alimento permite la fabricación de acetilcolina, un neurotransmisor implicado en los circuitos de la memoria.
Nueces. Son el gran fruto seco cerebral. Debido a su alto contenido en fósforo, las nueces se convierten en los frutos secos más eficaces si pensamos en rendimiento intelectual. Fantásticas para nuestra memoria.
Cereales integrales. Son fuente de azúcares sanos, muy necesarios para el funcionamiento del cerebro, que gasta abundante glucosa cuando se concentra.
Aguacate. Puro Omega 3. Si lo incorporas a tu dieta tendrás uno de los mejores alimentos para el cerebro por su alto contenido de Omega-3. Por otro lado, y según distintos estudios, al ser fuente de vitamina E, el aguacate ayuda a proteger contra el Alzheimer, puesto que neutraliza los radicales libres.