En el corazón de la Rioja Alavesa, tenemos Laguardia, una joya que no solo destaca por su riqueza histórica y vitivinícola, sino también por sus espectaculares paisajes naturales. Un rincón especialmente encantador de este municipio alavés es la ruta de las lagunas de Laguardia, una mezcla perfecta de naturaleza, biodiversidad y tranquilidad en Álava.
Se trata de un recorrido ideal para disfrutar en cualquier época del año, pero sobre todo en otoño, cuando los colores ocres y dorados del paisaje sacan a relucir toda su belleza.
Paisajes únicos en la Rioja Alavesa
La ruta de las lagunas de Laguardia es un recorrido que conecta cuatro lagunas situadas en las cercanías del municipio: la de Carravalseca, la de Carralogroño, la de Musco y la de Prao de la Paúl.
Son humedales estacionales que dependen de las precipitaciones y de los ciclos naturales del terreno. Pese a su carácter temporal, en épocas lluviosas se llenan de vida, convirtiéndose en un refugio vital para numerosas especies de aves acuáticas y fauna local.
Este ecosistema es de gran importancia ecológica y está protegido dentro de Red Natura 2000, un conjunto de áreas europeas que se preservan por su alto valor medioambiental. En ellas se pueden observar garzas, ánades reales y patos cucharas, entre otros.
Inicio de la ruta
El punto de partida ideal para la ruta de las lagunas es el propio pueblo de Laguardia, conocido por sus calles empedradas, sus murallas y sus bodegas subterráneas.
Desde el casco histórico, se toma el camino que dirige hacia la primera de las lagunas, Carravalseca, a aproximadamente un kilómetro de distancia. Es un recorrido de entre 8-10 kilómetros, ideal para cualquier senderista, perfecta para familias.
Este tramo inicial de la ruta transcurre entre viñedos, lo que permite disfrutar de un paisaje único donde los colores del otoño tiñen las vides de tonos rojizos y dorados, en un marco que parece sacado de una postal.
Laguna de Carravalseca: el primer refugio
La laguna de Carravalseca es la primera parada del recorrido. Rodeada de suaves colinas y campos de viñedos, esta laguna estacional es un espacio tranquilo donde la vida silvestre prospera. En otoño, el contraste entre el cielo gris, las tonalidades ocres de la vegetación y el agua refleja la tranquilidad del entorno, ofreciendo un lugar ideal para la contemplación.
Durante la ruta, es común ver a caminantes y ciclistas disfrutando del sendero. La laguna también cuenta con varios miradores desde los cuales se puede observar a las aves en su hábitat natural sin causar molestias. Para aquellos interesados en la fotografía, este es un lugar excelente para capturar las maravillas del paisaje y la fauna.
Laguna de Carralogroño: el agua todo lo cambia
Continuando la ruta por un sendero bien señalizado, a poco más de un kilómetro de Carravalseca se encuentra la laguna de Carralogroño. Esta laguna, como su hermana, se llena y vacía según las estaciones, y en otoño suele contar con una considerable cantidad de agua, lo que permite que se desarrolle un importante ecosistema acuático.
A lo largo del recorrido, es interesante observar cómo el paisaje cambia, pasando de campos agrícolas a zonas de mayor vegetación, lo que contribuye a la riqueza del entorno. La presencia de pequeñas aves rapaces que sobrevuelan las llanuras es común en este tramo, y su vuelo elegante añade una dimensión especial al paseo.
Laguna Musco: el tercer humedal
Un poco más al sur, tenemos la laguna de Musco. Esta es la más pequeña de todas ellas y, aunque su tamaño varía considerablemente con las lluvias. Asimismo, es un punto de interés para el avistamiento de aves, siendo el epicentro de gran cantidad de especies que despiertan la curiosidad de los amantes de estos animales.
La laguna es temporal y suele estar más seca durante el verano, pero en épocas húmedas se convierte en un importante refugio para anfibios y reptiles. El paisaje en torno a esta laguna es especialmente bucólico, con colinas suaves y viñedos que se extienden hasta donde alcanza la vista.
Laguna de Prao de la Paúl: el final del camino
La laguna de Prao de la Paúl, situada a unos dos kilómetros de Carralogroño, es la mayor y más diversa. A diferencia de las otras, esta laguna mantiene agua de forma más constante a lo largo del año gracias a un aporte artificial de agua, lo que la convierte en un refugio seguro para la fauna local. Aquí se pueden observar desde patos hasta diversas especies de anfibios y reptiles.
El entorno de Prao de la Paúl es especialmente agradable en otoño, con la vegetación que rodea la laguna mostrando toda su gama cromática otoñal. Además, el silencio del lugar, interrumpido solo por el canto de los pájaros, proporciona una sensación de serenidad que difícilmente se encuentra en otros entornos.