La vieja mitología vasca está profundamente ligada a las cuevas, un universo subterráneo, refugio de nuestros ancestros, pero que, a su vez, es un lugar profundamente aterrador y desconocido. Muchas de las innumerables cavernas que pueblan nuestras montañas tenían su espíritu, su numen, que aparecía en la superficie terrestre en diferentes versiones; una de ellas es en forma de animal. Hasta tal punto que los animales míticos forman un grupo de personajes con características propias. 

Elegimos para nuestro paseo una de estas grutas en las que habitaba alguno de estos seres míticos con forma animal: la cueva de Sara, en Lapurdi, que investigara José Miguel de Barandiaran, tanto a nivel arqueológico como mítico. 

El paseo es ideal para caminarlo con niños, una bonita forma para que los más pequeños de la casa, comiencen a tocar nuestra mitología. Seguiremos un sendero señalizado mediante unas balizas en forma de “pottokas” azules, que nos llevará a descubrir otra caverna muy conocida en nuestra tradición, como es la de Zugarramurdi, morada de brujas. La ruta será lineal, es decir, partiremos de un punto y terminaremos en otro, por lo que es interesante contar con dos vehículos o doblar el recorrido. 

Llegados a la localidad navarra de Zugarramurdi, aparcamos junto al frontón y restaurante Azketa. Una pequeña subida por la carretera llega a un desvío hacia la derecha, que tomamos, siguiendo las indicaciones que se dirigen a las cuevas de las brujas. Caminamos por las calles del pueblo y pasamos frente al museo de la brujería, que podemos visitar para conocer algo más sobre sobre aquella época marcada por los abusos de la Inquisición, pero también sobre las tradiciones de nuestro pueblo. Continuamos la marcha saliendo de la localidad, caminando bajo la atenta mirada del pico Atxuria, para alcanzar en breve las cuevas de Zugarramurdi. Son visitables, previo pago, eso sí, pero merece mucho la pena conocerlas tanto por su belleza como por por ser uno de esos lugares indispensables de la cultura y mitología vascas.

Junto a la entrada de las cavernas, un camino empedrado se dirige hacia el norte, siguiendo las balizas en forma de “pottokas” azules, hasta topar con un cruce, donde nos desviamos a la izquierda. Nos introducimos en un bello bosque autóctono, y salimos a un mirador, que nos regala unas impresionantes vistas del entorno. El sendero continua perfectamente balizado para pasar junto a la cueva de Axko, apta tan solo para espeleólogos. Seguimos caminando hasta topar con un cruce que tomamos a nuestra derecha y alcanzamos una curiosa cavidad, que se suele utilizar como restaurante, muy cerca de una venta. El sendero alcanza una pista asfaltada, que va paralela a una cantera; esta es la parte más fea del recorrido para, en un descenso, alcanzar las cuevas de Sara, donde hemos estacionado el otro vehículo.

Hace 45.000 años

Estas cuevas, a decir del sabio de Ataun, se poblaron desde el periodo musteriense, hace aproximadamente 45.000 años. Las excavaciones que se realizaron en ellas aportaron interesantes restos óseos y cerámicos y la confirmación de que, desde el neolítico hasta la Edad del Bronce, en ellas habitaron comunidades dedicadas a la agricultura y la ganadería.

Tal vez aquellas mujeres y hombres sintieron la energía del paraje y colocaron en él los mitos de animales habitantes en las entrañas de la tierra, como Zezengorri, tal y como nos cuenta la leyenda:

“En Lezia, que es como se llama la gran caverna de Sara, habitaba un Zezengorri, o toro rojo, cuyos mugidos asustaban y ponían en fuga a cuantos entraban en ella. Otras veces, se oían los sonidos de un misterioso cencerro en sus profundidades.”

Estos seres en forma animal, tienen una vinculación muy marcada con la diosa Mari; no olvidemos que esta es la representación de la Ama Lurra, por lo que estos genios en forma animal se vinculan directamente con este mito de la Madre Tierra. Muchas leyendas nos cuentan que es la propia Mari la que, tomando forma de estos animales, sale de la caverna. Inicialmente, estos genios tendrían entidad mitológica propia pero, con el paso del tiempo, la diosa fue adquiriendo sus funciones, quedando estos sometidos a ella con la fusión de ambos mitos. Muchos animales se representan en forma de fuego, algo que los une igualmente a la diosa. En ocasiones, son estos animales los que dirigen a las gentes hasta la morada de la dama, creyendo que se trata de una res perdida; una vez allí, se quedan en ella para siempre.

Una de las teorías que se barajan en el origen de las leyendas vinculadas con los animales míticos es la que nos habla de su relación directa con las pinturas rupestres que vemos en nuestras cuevas. En muchas cavernas de nuestra geografía, tenemos un auténtico tesoro en forma de pinturas rupestres representando diferentes tipos de animales. Bisontes, caballos, cabras, ciervos, osos, todo un universo maravilloso, que nos lleva a lo más profundo de nuestra historia, que tal vez nos hable de antiquísimos cultos prehistóricos. Pues bien, muchos de estos animales pintados en las paredes de las cuevas son los mismos de los que las viejas leyendas nos hablan otorgándoles características míticas. Curiosamente los animales mitológicos son los que no están extinguidos, no aparecen en los viejos cuentos huros o bisontes, lo que pudiera ser un dato que nos habla de una mayor cercanía en el tiempo de estas leyendas animales.

FICHA TÉCNICA


  • ACCESO: Hasta Zugarramurdi, punto de partida del paseo, se accede desde la localidad de Dantxarienea por la carretera NA-440; tras cruzar el pueblo, localizamos el parking junto al frontón. Las cuevas de Sara se alcanzan desde el centro de la propia localidad, donde tomamos la carretera D-306 que se dirige al puerto de Lizarrieta. Las señales nos indican el desvío a las cuevas desde la misma carretera.
  • DISTANCIA: 3,6 kilómetros
  • DESNIVEL: 200 metros
  • DIFICULTAD: Fácil