Ya no queda nada del cortejo del PP al PNV para intentar sin éxito que apoyase la investidura de Alberto Núñez Feijóo, de la seducción para que le diera sus votos en iniciativas fiscales o energéticas, o del cuidado de los populares para evitar colocarlos públicamente al mismo nivel que los demás aliados en el “Gobierno Frankenstein” que creen que lidera el socialista Pedro Sánchez. Se ha evaporado la estrategia que intentaba atraer al PNV y reconocerle un perfil institucional, aunque la alianza era imposible mientras Vox estuviera en la ecuación. En una sola semana, la negativa de los jeltzales a forzar las comparecencias del Gobierno español para explicar su posición sobre las elecciones en Venezuela ha desembocado en una guerra sin cuartel del PP contra Sabin Etxea, en un cambio radical de tono y estrategia para volar los puentes y asegurar que su presidente Andoni Ortuzar y su portavoz Aitor Esteban han alquilado el PNV al PSOE y han borrado su identidad. Ha concluido que PNV y EH Bildu son lo mismo. El PP busca el voto del PNV, pero ya no lo hace en el Congreso, sino en las urnas electorales. 

Pero, aunque el PP trata de sembrar la duda sobre la posición del PNV en Venezuela y lo culpa de haber provocado la ruptura con un tuit de Esteban que llamaba “torpe” a Miguel Tellado, la secuencia de acontecimientos del último mes refleja el rechazo del PNV al régimen de Maduro desde el primer minuto, y que la guerra con el PP se fraguó tras una cascada de insinuaciones populares en la Diputación Permanente del Congreso.

29 de julio: el EBB no reconoce que Maduro haya ganado las elecciones

El día posterior a las elecciones en Venezuela, el Euzkadi Buru Batzar emitió un comunicado que no reconocía la victoria de Nicolás Maduro. Desde el primer minuto, el PNV quiso fijar posición y no dar credibilidad alguna a un proceso electoral que no contó con las misiones de observación de la Unión Europea ni del Senado del Estado español, solo pudo ejercer su derecho a voto un porcentaje inferior al 2% de los venezolanos residentes en el extranjero, y únicamente se había hecho público un “porcentaje mínimo” de las actas electorales. Los jeltzales alertaron de las “inhabilitaciones personales y los hechos intimidatorios” contra la oposición. A partir de ahí, exigieron la publicación de todas las actas, no reconocieron la victoria de Maduro y llamaron al sosiego a todas las partes para evitar una escalada de la violencia. No dieron legitimidad a los resultados anunciados por el Consejo Nacional Electoral, que con el 80% de las actas escrutadas dio la victoria a Maduro con un 51,2% de votos frente al 44,2% del opositor Edmundo González Urrutia.

De esta forma, el PNV, con una fuerte conexión emocional con Venezuela por el exilio vasco, ejercía como punta de lanza desde Euskadi a la hora de rechazar el régimen de Maduro, y pocos días después se convertiría en el primer partido vasco en respaldar en público la victoria de González Urrutia.

Lo hacía en contraposición a EH Bildu, que dio crédito y legitimó la versión oficial de Maduro, y celebró in situ el resultado del escrutinio tras formar parte de la misión internacional autorizada por el régimen. Su parlamentaria Diana Urrea ejerció de corresponsal de los fastos a través de la red social X: “Felicidades, presidente Nicolás Maduro. Un honor haber formado parte de este proceso electoral como observadora internacional. ¡Noche larga de celebración en Miraflores para celebrar que el pueblo no se rindió, carajo!”, proclamó, con el hashtag “regalo para Chávez”.

30 de julio: Tellado pide las comparecencias con el foco en Zapatero

Dos días después de las elecciones, el portavoz del PP en el Congreso, Miguel Tellado, pidió la comparecencia del presidente Sánchez y del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, para que explicaran su posición. Tellado criticó el “autogolpe” de Maduro, pero realizó una lectura más en clave de política interna española. Lo hizo con cierto resquemor, porque la misión de observación del PP en el país sudamericano fue deportada por el Gobierno de Maduro nada más pisar el aeropuerto y no contó con el “amparo” del Gobierno de Sánchez. Él mismo estaba en la delegación. En ese contexto, el PP centró el tiro en el papel desempeñado por el PSOE y también por el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero por sus misiones en el país. Tellado denunció que el PSOE “está siendo cómplice porque el principal defensor de su régimen es el expresidente Zapatero, que no sabemos qué intereses ni qué recompensa tiene por hacer de manager de Maduro”. 

10 de agosto: Bildu legitima el proceso

Diputados de Sumar, EH Bildu, Podemos, BNG y las CUP firmaron un documento de apoyo al proceso electoral, que daba legitimidad al recuento oficial del régimen de Maduro. Entre las firmas se encontraba la de Marije Fullaondo, diputada de EH Bildu.

13 de agosto: el PNV da crédito a la victoria de Edmundo González

El ministro José Manuel Albares compareció en el Senado a mediados de agosto, en la Comisión de Asuntos Exteriores, antes de que se sometieran a debate las otras peticiones de comparecencia del PP en el Congreso. Por lo tanto, el Gobierno español estaba ya de hecho rindiendo cuentas ante la oposición. Esta comparecencia fue solicitada por el propio PP aunque, como suele ser habitual, después el ministro se sumó para presentarla como una comparecencia a iniciativa suya.

En esta cita, el senador jeltzale Luke Uribe-Etxebarria dio un paso más con respecto al comunicado del EBB de finales de julio y dio abiertamente su apoyo al recuento de votos realizado por la oposición: aseguró que las actas que publicó la Plataforma Unitaria y que conceden la victoria a González Urrutia tienen una “sólida credibilidad”. Por ello, pidió a Maduro que reconociera los hechos y que detuviera su estrategia de “represión”. “Perdió las elecciones, mintió y dio resultados falsos”, lanzó.

El discurso del PNV sobre Venezuela alimentó las especulaciones en los medios próximos a la derecha española. En ese momento, surgieron unas filtraciones que apuntaban que el PNV podría dar su voto al PP para forzar las comparecencias del Gobierno español en la Diputación Permanente del Congreso, el órgano reducido que funciona durante las vacaciones para cuestiones urgentes. El PSOE, en cualquier caso, había maniobrado de tal manera que la aprobación o el rechazo a esas comparecencias se iba a debatir en la última semana de agosto, lo que en cierto modo desactivaba la razón de ser de estas peticiones porque a partir de la semana siguiente se iba a recuperar ya el periodo ordinario de sesiones. El PP seguía haciendo una lectura en clave de política doméstica de la crisis venezolana.

27 de agosto: el clínex, el torpe y la ruptura

El pasado martes, se sometieron a debate las comparecencias en la Diputación Permanente. El PNV optó por votar en contra de todas las peticiones del PP porque el periodo ordinario de sesiones del Congreso se retomará a partir de la semana que viene. Además, el PNV deslizó que las peticiones del PP tenían cierto aroma de “representación”, es decir, de escenificación política, aunque el jeltzale Mikel Legarda no llegó a ser tan explícito porque sus intervenciones suelen ser más medidas y técnicas. La nota de prensa que envió después el PNV sí habló de “partidismo”.

Sin embargo, Tellado no ocultó su malestar por perder ese voto y, en un tono condescendiente, le dijo a Legarda que tiene muchos años de experiencia a sus espaldas y debería saber que las comparecencias se debatían a finales de agosto porque las había retrasado la presidenta del Congreso, la socialista Francina Armengol. Legarda le vino a decir que esa estrategia no debería sorprender a nadie porque también la ha seguido el PP en las instituciones donde tiene mayoría. El desencuentro podría haber quedado ahí, pero Tellado llevó su intervención a la red social X, acompañada de una interpelación directa al PNV para que explicara a sus votantes su posición sobre Venezuela. La cuenta de Tellado dio así una mayor proyección a este debate a nivel del Estado. 

En paralelo, los distintos portavoces del PP se deslizaron por el tobogán de las pullas constantes al PNV en sus turnos de intervención en la sesión, lo que hacía presagiar un estallido de la tensión. Los jeltzales se mordieron la lengua hasta que la cuestión pasó a mayores, pero hasta entonces, la jeltzale Idoia Sagastizabal había despachado el asunto con un “ni voy a contestar”.

El popular Héctor Palencia había sacado a relucir las palabras de Andoni Ortuzar que denunciaban que Sánchez utiliza en ocasiones a sus socios como un clínex, y retó al PNV a apoyar también la comparecencia del ministro Puente para que explicara las incidencias en los trenes porque “no quiere ser usado como un clínex”. “Señores del PNV, cuando ustedes tienen que elegir entre los vascos y la dignidad o la Lehendakaritza, lo tienen claro y siguen eligiendo la Lehendakaritza, porque ni los vascos ni el Congreso les merecen respeto”, llegó a decir. El PP también interpeló al PNV en el punto sobre la financiación catalana para preguntarles si no les interesa que la ministra Montero lo explique por si el nuevo sistema perjudica al Concierto vasco.

Esteban estalló en la red social X para denunciar que Venezuela importa “una higa” al PP y que solo quiere fisurar el bloque del Gobierno. Llamó “torpe” a Tellado porque, tras esas intervenciones, difícilmente podrán pedir el voto del PNV en el futuro. 

29 de agosto: Tellado carga contra el PNV en Donostia

Dos días después, Tellado viajaba a Donostia para escenificar el cambio de estrategia, cargar contra el PNV e igualarlo a Bildu. Ortuzar avisó de que no podrá “amedrentar” al PNV.