- “Vienen tiempos duros”. La predicción de Pedro Sánchez, al hilo de la guerra por la invasión rusa en Ucrania y expresada ayer en la reunión extraordinaria del Comité Federal del PSOE, podría ser una buena metáfora del horizonte político que le aguarda a su Ejecutivo. No tanto por sus propios cismas, que también, acrecentados por el enfrentamiento con el sector de Podemos contrario al envío de armas, uno de los varios temas en los que disienten, sino porque el líder socialista tendrá que marcar perfil en su relación con el PP de Alberto Núñez Feijóo una vez el gallego asuma oficialmente el liderazgo de Génova. Las grietas en la sintonía con los morados de los últimos días y el ligero acercamiento entre las dos fuerzas del bipartidismo han resucitado las voces que hablan de la gran coalición, un entendimiento, de entrada, para los llamados grandes pactos de Estado, como la renovación del Poder Judicial, con el mandato caducado hace más de tres años, y con el vigilante aliento en el cogote de la ultraderecha como telón de fondo.

“No vengo aquí a insultar a Pedro Sánchez, vengo a ganarle”, dijo el presidente de la Xunta en su carta de presentación como aspirante firme a suceder a Pablo Casado, no solo en las formas sino en clara alusión a la estrategia de oposición que parece dispuesto a desempeñar, aunque desde Ferraz hay quienes creen que se trata solo de ofrecer una pose templada. “Si los aliados de Gobierno le fallan, no se preocupe, recorreremos juntos este camino”, fue el ofrecimiento de los populares a Sánchez durante el monográfico sobre la crisis en Ucrania. “Es el primer mensaje del PP al Gobierno actual”, añadió más tarde Feijóo. Integrantes destacados de Moncloa han recibido públicamente con cierta esperanza de cambio su aterrizaje. Así lo han expresado el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, o la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño. “Es importante que el PP esté en la política útil”, aseveró el primero. “Los partidos tienen que tener una visión de Estado que ayude a la convivencia”, corroboró la vicepresidenta. En privado reina, sin embargo, la cautela ante la moderación o el perfil pactista del dirigente gallego. Los socialistas aluden a la corrupción sistémica de Génova y les conminan a demostrar su viraje con acciones concretas. Sin ir más lejos, distanciándose de Vox en la negociación en Castilla y León, aunque ha sido el propio Feijóo quien ha hablado de dejar este tipo de acuerdos en manos de los barones.

El propio Sánchez apremió ayer al PP a que “deje de una vez por todas de coquetear con la ultraderecha” y le reiteró su oferta primigenia, a modo de solución “estructural”, de romper con Vox en todos los territorios donde tiene pactos a cambio de facilitar un gabinete en solitario de Alfonso Fernández Mañueco a cuatro días de que se constituyan las Cortes en esa comunidad. El líder del PSOE consideró que pese a que su Gobierno y su partido han sufrido “una oposición virulenta, crispada y faltona” solos no pueden conjurar a una extrema derecha “que crece para llegar al poder”. Entre tanto, Feijóo, que esta semana formalizará su candidatura para tomar el mando popular, con idea de recorrer diferentes territorios para explicar su proyecto a los afiliados, ha dejado caer que marcará su propia impronta a la dirección del PP al subrayar que no cree “en ministerios de relleno” ni en el “tuit de cada día” o “laboratorios políticos”. “Tengo mi modo de ser, de hacer y de pensar”, describe.

De entrada, ha puesto en valor su perfil institucional al dejar claro que él no cree en la “política de revanchismo, trincheras y odio” que ve en el panorama estatal; y aboga por una gestión descentralizada que ponga en valor el papel de las autonomías y de sus líderes regionales. A su entender, el PP tiene una estructura autonómica y el partido debe “aceptarla y no menoscabarla”, y en base a esa teoría podría desquitarse el marrón de los necesarios acuerdos con Vox a los que se plegarían barones como Mañueco. Para distanciarse de la ultraderecha ha pronunciado que el PP nunca ha sido un partido “antiautonomista ni euroescéptico ni populista” que cuestiona las instituciones españolas y europeas. “Vox no es el PP, ni de ahora, ni de antes ni de nunca”, clama para concentrar el voto de ese espectro.

El aún presidente de la Xunta se ha empezado a rodear de cargos del PP con experiencia, como evidencia el equipo que conforma el comité organizador del congreso de Sevilla. Muchos de ellos fueron estrechos colaboradores de Mariano Rajoy en el Ejecutivo o en las filas conservadoras. O lo que es lo mismo, quiere tirar de personas que han “ganado elecciones” y organizado “muchos congresos”, según su entorno.

Mientras, en Moncloa aguardan a sus primeros movimientos, principalmente si decide pactar la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), como todo parece indicar. Sánchez y su equipo mantienen que es el socialista quien, en un trance tan delicado como el actual tras dos años también durísimos por la pandemia, el traje de la centralidad está aún en sus manos, como la figura que puede garantizar la “estabilidad”. Lo que sí inquieta es que Podemos haya entrado en una dinámica de confrontación no solo con el PSOE sino también con la propia Yolanda Díaz y otros sectores de la formación morada, aunque descartan de viva voz que haya riesgo real de una ruptura.

Consciente de que puedan crecer las disensiones entre socialistas y Unidas Podemos según avance la última parte de la legislatura, el PP apela a Sánchez a romper con sus socios al calor de sus posicionamientos con el conflicto bélico. Esteban González Pons, de vuelta de Bruselas para organizar el congreso extraordinario, le emplazó ayer a que “rompa inmediatamente” su coalición con los morados porque “no se puede” enviar soldados españoles a defender la frontera con Europa mientras se tiene en el Consejo de Ministros “a los que comprenden a Putin”.

Pero la preocupación de Sánchez se centra más en los efectos económicos de la guerra -por citar uno a pie de calle, una nueva disparatada subida de la luz-, y a quién echarán cuentas los ciudadanos y votantes.

“Tras una oposición virulenta, crispada y faltona, no coqueteen más con la ultraderecha”

Presidente del Gobierno español

“Rompa con sus socios, no puede tener en el Consejo de Ministros a quienes comprenden a Putin”

Eurodiputado del PP