- Ha hecho prácticamente de todo en el periodismo, desde ser redactor base a dirigir el diario Avui o la Corporación Catalana de Radio y Televisión. Fue entre 2000 y 2002 diputado al Parlament por CiU y durante cuatro años director del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Escritor prolífico, acaba de publicar una novela y continúa siendo analista político en el diario Ara. Villatoro es un hombre locuaz y elocuente, con un cúmulo de experiencias para entrevistar.
Ha criticado a los jueces por haber “generado un riesgo social evitable” al mantener la fecha de las elecciones catalanas.
-Sí, sea cual sea tú ámbito de decisión, tienes que tener en cuenta los efectos de lo que decides, las consecuencias de tus actos. Tengo la sensación de que el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, cuando fuerza las elecciones el 14 de febrero, viene a decir que los efectos sanitarios no son su problema, que su problema es si el vicepresidente tiene o no competencias y si el decreto estaba mejor o peor. Yo creo que esto es irresponsable, y por lo tanto, me desagrada.
La pandemia es un factor inédito en su influencia en el voto.
-Es una profecía sencilla decir que en estas elecciones habrá una abstención por encima de lo normal, porque por ejemplo las presidenciales portuguesas ya nos dieron pistas en este sentido. La incógnita política es cómo se repartirá esta abstención. Si afectará de una manera homogénea a todos los sectores ideológicos o se concentra en algunos. Es fácil imaginar que los sectores más movilizados, sea a favor o en contra de algo, sean los que combatan mejor la abstención. Yo creo que un beneficiario de la decisión del TSJ va a ser Vox, que tiene un electorado potencial movilizado a la contra, muy agrio y con muchas ganas de dar una patada a la mesa, y que además, buena parte es negacionista en términos de la epidemia. Creo que este voto más radicalizado resistirá mejor la amenaza de la abstención. Sobre el resto de las fuerzas políticas es más difícil hacer profecías.
¿Cree que el independentismo va a mantener su pujanza?
-Le pueden pasar factura dos cosas. Una, que se vea como el responsable de una gestión de la pandemia que no ha sido exitosa, sino criticable. Lo ha sido en el Gobierno de España y en el Gobierno catalán, lo que ha provocado el malestar de muchos sectores, incluso ideológicamente próximos. Gente de la restauración y del comercio que pueden sentirse perjudicados. Otra factura es la de su propia división, que ha existido siempre, pero que ha tenido en este periodo una visualización especialmente agria. Una parte del electorado independentista, acabe votando lo que sea, no se siente cómodo en esta confrontación agria. Esto puede llevar a que una parte del independentismo se quede en casa. Pero creo que al final este voto acabará yendo a las urnas porque no quiere ser confundido con el voto no ya contra la independencia, sino con el voto contrario o que se ve contrario a la catalanidad. Acabará movilizándose sin mucho entusiasmo. Tengo la sensación de que la clave de estas elecciones no está en los trasvases entre el bloque independentista y el no independentista, sino en la distribución interna de los votos en cada uno de estos dos bloques.
¿El PP cohesiona más al independentismo que el PSOE?
-Aquí hay un tema de fondo importante, que es probablemente lo más importante en términos numéricos que pasará en estas elecciones. Una parte del voto que fue a Ciudadanos en las últimas catalanas irá ahora al PSC. Esto podría leerse como que una parte del voto contrario a la independencia pasará de una posición muy irreductible como la de Ciudadanos a una posición más dialogante y moderada como puede ser la del PSC o la del PSOE. Por tanto, los resultados pueden ser menos aparentemente polarizados de lo que fueron los anteriores. Puede haber un desplazamiento de voto de las posiciones más duras a las posiciones más amables.
¿Cómo está influyendo el tercer grado de los presos?
-Es un factor de movilización del electorado independentista, y puede ayudar a este trasvase de Ciudadanos al PSC. Una parte muy importante de la sociedad catalana, incluso de la contraria a la independencia, ve desproporcionado e injusto el trato a los presos, y por tanto un lenguaje menos radical y vengativo puede tener un premio. Pero esto remite a cuestiones muy de fondo, que no son de coyuntura ni de estas elecciones ni de las anteriores. El catalanismo siempre ha creído que su aliado natural es el regeneracionismo español. Ese regeneracionismo, tanto a principios del siglo XX, como con Azaña y ahora con el PSOE, quiere cambiar España, pero no cree que este cambio deba afectar al reconocimiento de la pluralidad. Mientras que el catalanismo ha querido cambiar España y solo ha tenido un amplio eco el es mejor irse cuando se llega a la conclusión de que esto no va a cambiar nunca. Pero la primera opción del catalanismo siempre ha sido cambiar España.
Catalunya viene de una legislatura muy corta, con un estado de ánimo complicado de gestionar con todo lo que ha venido sucediendo.
-Casi imposible, porque tiene una contradicción de fondo. Cuando después de la proclamación de la independencia y el 155 queda evidente que el proceso no va a avanzar muy rápidamente, hay un consenso general en la disposición de unas instituciones autonómicas que no son el grado de poder político que querríamos, pero que gobiernan una parte importante del día a día y hay que utilizarlas y llenarlas de contenido. Pero esto pasa en un periodo en el que cada dos por tres te están diciendo que esa autonomía es limitada, cada día hay una resolución judicial o gubernamental española en ese sentido. El que tenía que ser por los resultados electorales presidente de la Generalitat no lo pudo ser, el que acabó siéndolo ha terminado inhabilitado. El jueves salió una noticia que la legislación catalana sobre alquileres no va a ser posible... cada día hay un recordatorio de la limitación de esta autonomía. Yo creo que esta contradicción se ha llevado mal, es posible que haya habido además errores de gestión y mal gobierno, pero es muy difícil con esta contradicción inicial.
Para ese tiempo tan difícil, ¿no era Torra un hombre al que esto le podía superar? ¿No cabía un liderazgo más potente y cuajado?
-Quim Torra sabe y asume que es un presidente circunstancial, porque Puigdemont no puede serlo, porque los que están en la cárcel no pueden serlo, como Turull.
Comparado con el perfil de la hoy candidata Laura Borràs, ¿Torra no fue un grave error de Puigdemont?
-Honestamente, no creo que los problemas graves de esta legislatura sean fundamentalmente de personas. Es verdad que en la alineación que ha presentado el independentismo en su conjunto han tenido que jugar los suplentes. Un país tampoco genera liderazgos políticos de un día para otro. Las personas que están en la cárcel o en el exilio tienen una trayectoria política larga, y han tenido que ser sustituidas por personas de trayectorias mucho más cortas y en este sentido imprevisibles. La situación catalana es muy complicada, porque nadie tiene la fuerza suficiente para conseguir lo que quiere.
El Estado, casi, casi, o ciertos sectores de este, que de momento pueden soportar una tensión crónica...
-Yo creo que no, el objetivo de estos sectores, que ha sido el del Estado en más de un periodo y puede continuar siéndolo, es el final del problema catalán, que deje de ser central en la política española y que sea la gestión del día a día sea el centro de la política catalana. Por tanto, la desaparición o el amortiguamiento del sentido diferencial o la reivindicación nacional abierta. El objetivo del 155 era este. No pasó entonces y difícilmente pasará ahora. Pero el catalanismo o el independentismo no han tenido la suficiente fuerza para conseguir su objetivo. Por tanto, vivimos en una especie de empate eterno y amargo. La conllevancia de Ortega en los años treinta, de que este problema no se puede resolver, solo conllevar, nos lleva a preguntarnos qué hacemos ahora.
Parece abrirse un consenso de que el inicio de salida pasa por la amnistía o los indultos. Si Waterloo tiene que formar parte, es una piedra de toque importante
-Tenemos todos dos opciones globales. Una: mantener el empate amargo y ver si algún día alguien consigue por carambola o por lo que sea, la fuerza suficiente para desempatar. O mantener el empate menos agrio e intentar buscar una manera de pactar un camino hacia la solución. Esta segunda posibilidad, encontrar entre distintos alguna forma de superar la situación, exige resolver el problema humano de presos y exiliados y pendientes de juicio. Tenemos tres bloques. Dos son visibles; los que ya están en la cárcel y en el exilio. Pero hay hasta 3.000 personas que están en estos momentos en procesos que tienen que ver con todo esto, desde alcaldes que dejaron un colegio, hasta funcionarios o políticos pendientes de juicio. Por tanto, o solucionamos este problema humano o es muy difícil. Si esto no pasa, vamos a la eternización del empate agrio, un horizonte imaginable para la Catalunya y la España de los próximos años.
La paradoja para la monarquía es que si el independentismo se queda, el republicanismo gana fuerza.
-Yo diría que es puesta en cuestión no estrictamente por monárquica, que también, el problema es cuando por ejemplo después del 1 de octubre, toma un papel muy activo y se asimila a una concepción de Estado en la que incluso el catalanismo en su conjunto se siente excluido. Entonces la monarquía pasa a ser el símbolo de una concepción de España que no funciona y que no ha funcionado en 150 años, y que debería ser revisada, incluso desde un punto de vista español, partidario de la unidad de España. A finales del XIX, después de la Guerra de Cuba, Joan Maragall, poeta, escribe una oda a España, que empieza diciendo: “Escucha, España, la voz de un hijo que te habla en lengua no castellana”. El poema acaba diciendo “¡Adiós España!”.
Joan Maragall, abuelo de Pasqual...
-Sí, durante 150 años la opción del catalanismo ha sido cambiar España. Esto es Pasqual Maragall, es Pujol, es Cambó, es Companys, es Macià finalmente... La actitud mayoritaria en Catalunya ha sido la de no nos gusta España como es, no nos sentimos cómodos, pero antes de pensar en irnos queremos pensar que España puede cambiar. La novedad de los últimos 15 años es que el bloque mayoritario en Catalunya ha pasado de querer transformar España a creer que España no quiere ser transformada y optar por irse.
El bloque mayoritario en escaños.
-De las tres opciones posibles -España me gusta tal como es, no me gusta pero creo que puede cambiar, y no puede hacerlo y por tanto me voy- de las tres, la mayoritaria es la tercera, por primera vez en la historia. Porque habían sido mayoritarias sistemáticamente las de en medio. Ahora en principio representada por los socialistas y Podemos. El mundo independentista tiene un 47% de voto, pero cada una de las otros dos opciones no llega al 30%.
Llama mucho la atención en la CAV y en Navarra la partición del mundo post ‘convergente’.
-Muchos de los componentes ideológicos de Convergència i Unió en estos momentos han sido heredados por Esquerra Republicana. Otros por Junts per Catalunya, pero hay una parte de Junts que está en las antípodas de lo que había sido Convergència, no ya solo en composición ideológica, sino en actitud, en radicalidad, en formas de expresarse, es otro mundo. Dentro de Junts hay una parte muy relevante, sobre todo cualitativamente de lo que fue el socialismo catalán de los años maragallianos, pero otra parte de este socialismo está en Esquerra, el hermano de Pasqual, Ernest, era el alcaldable de ERC por Barcelona. El mapa que dividía electoralmente Catalunya entre socialistas y convergentes se rompió. Hay una refundación de la política catalana.
Como periodista ha tocado los palos, en distintas redacciones, puestos de dirección e incluso en la docencia universitaria en la UAB. ¿Cómo analiza la evolución de los medios de comunicación?
-El periodismo -no solo narrar lo que sucede, sino ayudar a entender lo que sucede- es imprescindible. Incluso en los momentos en que el flujo de información es más grande, la necesidad de ser acompañado en su comprensión es más grande. Una cosa que me preocupa del periodismo contemporáneo es su aumento de temperatura. Los medios en un momento de menos fragmentación del mercado tendían a una suma de públicos. La facilidad en la aparición de los digitales, el menor coste económico que puede tener la creación de una nueva cabecera en este sentido, y las redacciones muy cortas y a menudo muy precarias, hacen que estemos caminando hacia una especie de galaxia de medios calientes donde cada uno se dirige a los suyos, y pretende reforzar a los ya convencidos, y si tú perteneces a una de esas burbujas la de las otros te parece absolutamente incomprensible. Esta renuncia a medios de referencia fríos, que intentan sumar sensibilidades distintas, no solo en términos de opinión, sino de agenda, me preocupa. ¿Qué se prefiere, que tu posición sea reflejada en un medio con un 30% de audiencia o que sea reflejada de una manera milimétrica y siempre contento pero con un 8% de audiencia? Para mí, lo bueno en periodismo, incluso en política, es poner juntos a gente que piensa cosas distintas, pero que esté de acuerdo en cosas fundamentales.
Fue director del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, una institución multidisciplinar situada en el Raval.
-Contemporáneo es un concepto cronológico, no estético. El Centro, que no es un museo, y así lo compartíamos con su fundador y anterior director, Josep Ramoneda, es una máquina de pensar sobre el presente. En este sentido, se parece mucho a un periódico. Este presente es complicado, y más con la pandemia. No se puede explicar sin las cuestiones de género, la eclosión de la comunidad, de la primera persona del singular o del plural. En un mundo complicado, a lo que podemos aspirar no es a explicarlo, sino a explicar cómo lo vemos. Por tanto, la explicación es coral, cada uno lo ve desde su visión, su comunidad, su lengua o identidad personal o colectiva. Tenemos que intentar que desde cada lugar veamos todo el mundo. TV3 no nació para contar que pasaba en Catalunya, sino para contar qué pasaba en el mundo desde Catalunya.
No es un matiz...
-Es relevante. En el año 84 yo soy redactor de base de TV3 y me toca con gran ilusión informar sobre los festivales de cine. Cuando llegué a Cannes un amigo de Televisión Española me dijo que a ver qué hacía allí si no había ninguna película catalana. Y le contesté que no, pero que estaban las películas que verían los catalanes. La clave es esta. Tenemos un solo mundo, una humanidad, y la miramos desde sitios distintos.
En su último libro habla de la identidad o la migración a partir de su propia historia familiar.
-Como novelista hay dos temas que me importan desde siempre. Uno es irse o quedarse. En mi primera novela, a los 20 años, que ganó el premio de Sant Jordi, la primera frase era: “¿Y si te fueses?”. ¿Por qué la gente toma la decisión trascendental en su vida de irse, de quedarse o de volver? Encontré que en mi familia o en círculos muy próximos había ejemplos que me ayudaban a hablar de esto. Una vez que acabas, te das cuenta de que la historia de tu familia, pero también la del vecino, por normal, sirve para contar tu país, y otra que a través de tu familia puedes explicar el siglo más salvaje de la historia de la humanidad, que es el XX. Un siglo en que la generación de nuestros abuelos vivió una juventud con una expectativa, en un mundo más o menos estable. Este mundo fue arrasado literalmente por una tempestad tremenda, que son los años treinta y cuarenta, en Catalunya, en España, en Euskadi, en Europa en el mundo, y los que sobreviven tienen que reconstruir lo que pueden en un solar destruido por este terremoto inmenso. Esto que es un gran tema de la narrativa europea, es también la historia de mi familia, la materna y la paterna, pero es seguramente la historia de muchísimas familias que pueden estar leyéndolo en estos momentos.
“Puede haber un desplazamiento de voto de las posiciones más duras a las posiciones más amables”
“El mapa que dividía electoralmente Catalunya se rompió, hay una refundación de la política”
“Una cosa que me preocupa del periodismo contemporáneo es su aumento de temperatura”
“En un mundo complicado, podemos aspirar a explicar cómo lo vemos, no a explicarlo”