Comienza un ciclo electoral apretado. Con oportunidades de participación política a varios niveles. Serán cinco urnas para elegir los representantes más cercanos y más alejados a nuestra vecindad cotidiana. Casi todos tenemos la percepción de que el peso que adquiere el voto es menor cuanto mayor es la escala política en la que es contabilizado, reduciéndose en la misma medida en que las instituciones políticas a elegir se van alejando del eje de proximidad. Podríamos decir que la inmediación física tiene mucho que ver con la calidad de la participación política. Sin olvidar que, junto con esta, es fundamental la resolución de la agenda que interesa a la comunidad política a la que se representa.
El 28 de abril se abrirá la primera de las cinco urnas del ciclo. En esta, la escala electoral es estatal. Igual que en todas, el mandato electoral que seguirá a estas elecciones generales se definirá a través de la norma de la mayoría que resulte en ese marco.
Los votantes de una sociedad como la nuestra que, en sus demandas, no se ajusta a ese marco mayoritario habrán tenido al menos dos opciones. Una sería posicionarse en el eje de debate mayoritario y, relegando incluso sus preferencias políticas, ser atrapados por la dinámica bipolar que domina la política española eligiendo el voto a alguna de las fuerzas políticas que compiten directamente por alcanzar el poder estatal. Y la otra podría ser buscar la mayor optimización del voto buscando una representación que pueda beneficiar al máximo sus intereses, sin comprometerlo gratis et amore en la resolución del juego de tronos madrileño.
Esto, por supuesto, solo puede hacerse a través de fuerzas que no compiten a esa escala en la que se desenvuelve la lucha por conseguir la mayoría electoral en el Estado español. Y tan fragmentada como está la política española, las pequeñas fuerzas territoriales pueden tener mucho que decir, lo que revaloriza sus respectivas agendas de trabajo.
PNV y EH Bildu, las dos fuerzas políticas de ámbito vasco, pretenden representar un voto decisivo, aunque cada una de ellas lo presenta con un contenido y alcance diferentes. El PNV quiere hacer valer la agenda de autogobierno. Por su parte, EH Bildu, junto con otras fuerzas periféricas, cree que es la hora del derribo del régimen vigente. La agenda jeltzale está centrada en Euskadi, mientras que la izquierda abertzale ha sucumbido a la ebullición del reñidero español.