Después de buscar el domingo el voto en Euskadi con el mensaje más duro sobre la convivencia, no sintiendo pena por las familias de los presos, reivindicando la figura de Ortega Lara y apoyando a la Guardia Civil en Altsasu; el aspirante a presidir el PP, Pablo Casado, reconoció ayer en Córdoba que para que su partido recupere la base electoral hay que “ir directamente al caladero de votos de Ciudadanos”, y se reivindicó como “el candidato que menos gusta” a la formación naranja.
En el inicio de su gira por Andalucía, Casado afirmó que el PP no se puede conformar “ni con lo que nos dan las encuestas, ni con lo que teníamos”, puesto que “con eso nos han echado del Gobierno”. En esta tarea, reivindicó su origen “de provincias” para recuperar una base electoral de 11 millones de votos que tuvo el PP, así como otra estrategia, la de ir “directamente al caladero de votos de Ciudadanos”. “Sinceramente, creo que soy el candidato que menos gusta a Ciudadanos y el candidato que menos gusta a la izquierda. Por eso creo que, sin complejos, se puede recuperar ese espacio y la ilusión de los nuestros”, manifestó Casado.
Por su parte, la candidata María Dolores de Cospedal apostó en Murcia por acometer una renovación en el PP pero sin dejar de lado la “experiencia”, el conocimiento de las instituciones y haber ganado elecciones como ella “humildemente” ha hecho en Castilla-La Mancha, donde nunca antes habían gobernado los populares. “Los mayores de 45 años también tenemos derecho a la vida”, destacó Cospedal, quien consideró que la renovación “no puede implicar que nos convirtamos en otro partido o querer ser una copia mala de Ciudadanos”, porque la formación naranja es “una copia mala del PP”. Por ello, abogó por recuperar los “principios del partido” y que el PP sea la formación de “referencia” en el centroderecha.
En tono amistoso, Soraya Sáenz de Santamaría mostró en Melilla su “compromiso firme” con representar una candidatura en positivo y con la máxima generosidad, ya que sus adversarios, dijo, son “los socialistas, los populistas y los independentistas”. “Dentro del partido, todos somos compañeros”, zanjó.
Mientras, José Manuel García-Margallo afirmó que sean los militantes los que tengan “la última palabra” pese a que el sistema de segunda vuelta abre la posibilidad de que pasen los dos candidatos más votados y el presidente del partido sea finalmente elegido por los compromisarios en el congreso.