se celebraba en el Tribunal Especial de lo Criminal de París el juicio contra los presuntos autores del asesinato en Villiers en-Bière del gendarme Jean Serge Nérin, a consecuencia de un enfrentamiento de la Policía gala con militantes de ETA el 16 de marzo de 2010. Era la última sesión del juicio, miércoles 13 de diciembre de 2017, y correspondía a los acusados el último turno de palabra. Izaskun Lesaka, como portavoz de sus compañeros y en nombre de ETA leyó un comunicado en el que, entre otras consideraciones, se decía: “queremos manifestar públicamente que lamentamos sinceramente aquella muerte, y queremos mostrar nuestro pésame a sus familiares. Lo hacemos con todo respeto, pues sabemos que no existen palabras que apacigüen ese dolor”.
Como era de esperar, estas expresiones de condolencia han provocado toda suerte de especulaciones por tratarse de militantes que en su día ocuparon funciones de relevancia en ETA. Hay quien interpreta que se trata de un texto elaborado como paso previo a la disolución definitiva e inminente de la organización armada, reiteradamente señalada para este final de año sin conocerse el fundamento de esta especulación. Otra interpretación constatada es que el documento leído en nombre de ETA no pasa de ser una legítima estrategia de defensa, en la línea de moderación ideológica seguida por los responsables políticos catalanes ante los tribunales españoles. No falta quien cree que se trata de una declaración retórica, más o menos calcada de otras anteriores pronunciadas por acusados de la organización, de las que no se sucedieron consecuencias. Se constata en la reacción de algunos medios la presunción de que el comunicado supondría un punto de inflexión hacia el final definitivo de ETA.
La trascendencia que se ha pretendido dar al documento leído por Izaskun Lesaka ante el tribunal, por supuesto que tiene sentido en un momento en el que desde sectores de apoyo a los presos vascos hay una intención clara de marcar diferencias entre la justicia francesa y la española. A este ambiente esperanzado contribuye el despliegue de iniciativas llevadas a cabo desde Iparralde para presionar al Gobierno galo hacia una flexibilización de la política penitenciaria. Las demandas que se elevan al Ministerio de Justicia francés, en realidad, coinciden con las que tradicionalmente se plantean en Hegoalde: fin de la dispersión, libertad para los presos enfermos de gravedad y el acceso a la progresión de grados.
Las personas presas en cárceles francesas por su vinculación con ETA son conscientes de que sus valedores en Iparralde tienen acceso a responsables del Ministerio de Justicia, y que entre esos valedores no solamente están los denominados Artesanos de la Paz, el Foro Social, Bake Bidea y demás colectivos ideológicamente próximos, sino que cuentan también con el compromiso de electos, notables y representantes políticos de distinto signo, así como colectivos por la paz y los derechos humanos. Todos ellos insisten ante la Justicia gala, y lo hacen con admirable dedicación y constancia.
Según esos colectivos, algo se está moviendo en la política penitenciaria francesa y aún puede moverse algo más. Los cuatro encausados en el juicio del pasado miércoles, un juicio en el que aún persistían los ecos de la jornada del 9 de diciembre en París, aunque conscientes de que poca benevolencia podían esperar tras el asesinato del brigadier jefe Nérin, dieron lectura a un comunicado desacostumbrado en la “literatura” de ETA. En esa especie de distensión que se supone entre el EPPK y la justicia francesa, se entiende lógica el apercibimiento del Ejecutivo de no consentir comportamientos históricamente reiterados en los que los acusados convertían los juicios en mítines, arengas y desacatos. Con esos antecedentes, y se trata de una advertencia, no habría nada que negociar respecto a cambios en la política penitenciaria.
El juicio ante el Tribunal Especial de los Criminal, contra la costumbre, finalizó sin algaradas ni soflamas. Excepcionalmente, fue la propia ETA a través de los cuatro acusados la que se dirigió al tribunal. No es que pidiera perdón ni reconociera el inmenso error de su historia, pero sí expresó su pésame a la familia del policía muerto. No caben demasiadas interpretaciones al comunicado, y si son reales -que lo son- las intensas gestiones que se llevan a cabo desde Iparralde para modificar la política penitenciaria, no queda otra que bajar el tono y comportarse ante la justicia gala.