¿Dónde estaban los artesanos de la paz cuando ETA mataba?”. La pregunta, lanzada hace unos días por un dirigente socialista durante el homenaje a una víctima del terrorismo, interpelaba de forma directa a los mediadores que han propiciado el desarme de ETA escenificado el pasado sábado día 8 en Baiona.
La cuestión, sin embargo, tiene dos vertientes. Una, el papel que hayan tenido en el pasado respecto a la violencia de ETA las personas que directamente han intervenido en el proceso actual para la entrega de las armas; y otra, la perspectiva histórica, ya que existieron unos genuinos Artesanos de la Paz en Euskadi surgidos de la sociedad civil y que durante los años de plomo, a principios de los 80, fueron pioneros a la hora de salir a la calle para manifestarse contra la violencia y en favor de la paz. De hecho, Gesto por la Paz siempre ha considerado a aquellas personas que acogieron el nombre de Artesanos de la Paz como uno de sus antecedentes más directos y un primer revulsivo para el surgimiento de un movimiento social contra la violencia.
En realidad, los Artesanos de la Paz era un movimiento que surgió en Estrasburgo el 1 de enero de 1981 y que pronto se extendió a otras ciudades francesas y europeas. No se definían simplemente como pacifistas, sino como no-violentos. En Euskadi, estaba formado por un grupo muy heterogéneo en el que destacaban los miembros de la Comunidad del Arca, de inspiración religiosa y radicalmente ecologista y antiviolenta como seguidores del pacifista francés Lanza del Vasto, discípulo de Mahatma Gandhi, con quien había compartido experiencias de acción no-violenta. Les acompañaban colectivos del movimiento de objeción de conciencia, pacifistas, cristianos de base, grupos anti-OTAN, antinucleares...
Según reseña la historiadora Irene Moreno Bibiloni en su trabajo de investigación Movilizaciones pacifistas en el País Vasco: Los inicios de Gesto por la Paz, los Artesanos tuvieron especial implantación en Nafarroa y desde el 23 de diciembre de 1982 este colectivo organizó sus primeras concentraciones en las cuatro capitales de Hegoalde. “Eran concentraciones de media hora, todos los jueves, en la plaza de San Francisco de Pamplona y sus reclamaciones eran globales, en el sentido de que no eran concentraciones específicas por la violencia en el País Vasco, sino que eran concentraciones por la paz”, señala Moreno sobre los inicios del movimiento.
en silencio Estas manifestaciones en Iruñea, Bilbao, Gasteiz y Donostia, en las que se invitaba a la ciudadanía a participar, se mantuvieron durante varios meses. Eran movilizaciones totalmente silenciosas y en ocasiones se colocaban algunos sencillos paneles con referencia a algún hecho vinculado a la violencia, las guerras, armamentos, derechos humanos y atentados de ETA.
La historiadora Irene Moreno recuerda que Javier Alcalde, uno de los históricos promotores de la Asociación por la Paz de Euskal Herria y de Gesto por la Paz, aludió durante su intervención en la ceremonia de cierre de actividad de la coordinadora pacifista en 2013 a la importancia que tuvieron las actividades de los Artesanos de la Paz en las movilizaciones ciudadanas posteriores y en la creación de la Asociación: “Sus concentraciones en la plaza de San Francisco en Pamplona, precursora de las nuestras y cuya última pancarta, la de Artesanos -convenientemente reconvertida-, es la que sacamos en la plaza del Ayuntamiento aquella primavera de 1986”, señaló entonces Alcalde.
Lo cierto es que aquellos primeros movimientos hicieron surgir otras iniciativas, incluso algunas de ellas espontáneas, como la que tuvo lugar a mediados de enero de 1983 llevada a cabo por estudiantes de Ingenieros de Bilbao -también hubo otra en Donostia- para exigir la libertad de Miguel Ignacio Echeverría, secuestrado por ETA y que posteriormente sería liberado.
“El nacimiento de Artesanos de la Paz estaba muy relacionado con la lucha antinuclear, en torno a las comunidades de El Arca, el movimiento no violento, de objeción de conciencia, etc. En su origen no era exclusivamente sobre el tema de ETA, aunque esa aspiración de paz también estaba presente, el problema que se vivía aquí también enraizaba en eso”, recuerda Txema López de Mendiguren, fundador de los Artesanos de la Paz en Nafarroa, cuna del movimiento que luego se extendió al resto de Euskal Herria. López de Mendiguren explica que la dinámica era “concentrarse un día a la semana en silencio para hacer un planteamiento global de paz, de entendimiento entre la gente. Si había algún atentado o si había un bombardeo en algún lugar, algunos grupos también lo tenían presente”. “Se creó una dinámica de manifestación en la calle, que luego Gesto por la Paz copió, entre comillas, y cogió el testigo”, señala, aunque insiste en que no todo el movimiento optó por pasar a la coordinadora pacifista que años después lideraría la movilización social contra ETA en Euskadi.
De igual manera, Fernando Sánchez Aranaz, pionero también de Artesanos de la Paz, insiste en que este movimiento en los primeros años 80 “surgió por la situación que vivíamos entonces, no solo por el horror que te pueden producir las cosas que pasaban, sino que el país se nos iba de las manos”. “Se nos ocurrió eso, abrir una protesta silenciosa en desacuerdo con lo que estaba pasando”. “Estuvimos bastante solos, por cierto”, recuerda, en referencia a que ninguna institución, partido o dirigentes políticos -con honrosas excepciones- se acercó entonces a los Artesanos.
Desconocidos Respecto a los mediadores en el actual proceso de desarme de ETA, y que han acogido también el nombre de Artesanos de la Paz, Sánchez Aranaz recuerda que esa denominación ya existía en otros grupos en toda Europa. “Nosotros el nombre -y algo más- lo cogimos de ahí, a través de la gente del Arca. Concretamente, no conozco a ninguno de estos de Iparralde. En aquellos años no estaban. Pero lo mismo que nosotros cogimos aquel nombre, estos han hecho lo mismo, no lo han inventado ellos”, afirma.
Por su parte, López Mendiguren recuerda también que el nombre no es patrimonio de nadie, aunque reconoce que escucharlo en este contexto actual le dejó “perplejo”. Pese a que hace gala de buenas dosis de prudencia, el precursor de los Artesanos toma distancia con los actuales. “Me llamó la atención porque no tiene nada que ver. Para nada. Es como coger por los pelos todo. Me sorprende, hay muchos nombres que se pueden tomar. ETA desaparece por lo que desaparece, por más que quieran...”, concluye, significativamente, sin terminar la frase.
Hoy en día sigue existiendo un amplio movimiento de Artesanos de la Paz, sobre todo en Latinoamérica, aunque también en Europa. De hecho, el Papa Francisco, muy sensible con las consecuencias de los conflictos violentos y las guerras, ha llamado en varias de sus intervenciones públicas a los fieles a convertirse en “artesanos de la paz”.