tres años de vida han sido suficientes para que Podemos haya irrumpido en el escenario político estatal como un huracán que ha amasado cinco millones de votos. Ese auge no ha estado exento de problemas de crecimiento externos que, con el paso del tiempo, se han instalado en las entrañas de la formación. Los tambores de guerra entre las corrientes que cohabitan en el partido de los círculos llevan tiempo sonando en forma de declaraciones cruzadas, pero la verdadera batalla se libra entre hoy y mañana. La asamblea ciudadana de Vistalegre dirimirá su porvenir ideológico y organizativo, pero sobre todo solventará el pulso que mantienen el secretario general, Pablo Iglesias, y su número dos, Iñigo Errejón, por encabezar el proyecto morado. Podemos, en todo caso, no volverá a ser lo mismo.

Las dimisiones en el Consejo Autonómico de Madrid y el posterior cese fulminante de Sergio Pascual, afín a Errejón y que ejerciera de secretario de Organización hasta marzo de 2016, fueron el detonante que destapó los movimientos soterrados en Podemos. Hasta entonces las hostilidades se circunscribían al andamiaje territorial, que sorteó crisis en Galicia, Catalunya o Euskadi, donde Roberto Uriarte dejó la dirección por las desavenencias con la dirección estatal. Las negociaciones con el PSOE para la fallida investidura de Sánchez, la entente electoral con IU -tan contestada por Errejón- y la batalla por hacerse con el poderoso consejo de Madrid, que cayó del lado pablista, han sido otras piedras en el camino. Esos obstáculos han ido minando las relaciones de sus dos cabezas visibles a la vista de que Iglesias reforzaba su viraje a la izquierda y Errejón se abría a fórmulas más posibilistas. En medio de los galimatías, el núcleo duro de los fundadores perdió efectivos. De la foto de 2014 de los cinco de Vistalegre solo quedan dos. Juan Carlos Monedero, Luis Alegre y Carolina Bescansa han dicho adiós a los puestos orgánicos.

ventaja de iglesias La presentación de los documentos para Vistalegre II -Recuperar la ilusión de Errejón y Podemos para todas de Iglesias- acabó por romper la tensa cuerda que les unía. Tanto es así que incluso se libró una intensa batalla previa a establecer las reglas de juego. Fue una prueba del algodón sobre cómo se encuentra el equilibrio de fuerzas internas: Iglesias venció por la mínima a Errejón, mientras que los anticapitalistas liderados por Miguel Urban, la tercera familia en discordia, alcanzó un 10% de cuota que podría ser clave para inclinar la balanza a uno u otro lado. Las últimas semanas, trufadas de declaraciones cruzadas y acusaciones veladas, no han hecho más que ensanchar la grieta entre corrientes.

La disyuntiva del partido morado pasar por recuperar el músculo del 15-M haciendo de las calles un espacio de movilización, como apela Iglesias, o jugar las cartas institucionales para convencer a los que faltan por sumarse al proyecto morado, que es la opción de Errejón. Las discrepancias versan sobre cómo compatibilizar las manifestaciones con el trabajo en las instituciones para hacer de Podemos una alternativa al PP. Diezmado el PSOE, el flanco ideológico de la izquierda parece ser de su propiedad. Los dos cabezas visibles se marcan la misma meta de pasar de la “maquinaria de guerra electoral” del pasado a un “movimiento popular” consolidado en el futuro, aunque las coincidencias en el rumbo no son tantas, salvo las propuestas que la militancia reclama como la descentralización del andamiaje territorial o el incremento de la participación.

Uno de los dos, además, puede verse apeado del proyecto. Iglesias ha insistido en que abandonará su puesto si las tesis de su segundo de abordo triunfan. Errejón ha avanzado que no tomará los mandos de la nave morada aunque venza. La tensión acumulada desde meses, ha generado esta semana un intenso cruce de declaraciones entre errejonistas y pablistas que hacen de Vistalegre un polvorón del que Podemos puede salir magullado.

Sea como fuere, más de 450.000 inscritos votan ya cuatro documentos -organizativo, político, de igualdad y ético-, la composición del Consejo Ciudadano Estatal -el máximo órgano de dirección- y al secretario general para redireccionar el futuro de Podemos y, sobre todo, curar las evidentes heridas generadas por las desavenencias internas. El resultado se sabrá mañana a las 14.00 horas, pero salir de Vistalegre II sin lesiones de gravedad que desangren al partido es la mayor dificultad.