Casualidad o no, el pasado lunes tanto PP como Ciudadanos anunciaron la celebración de sus respectivos congresos para el próximo febrero. En este juego de espejos -es habitual el reproche a la formación naranja de ser una marca blanca de los populares-, el partido de Albert Rivera se desmarca porque su proceso de renovación interna está totalmente abierto a la militancia, formada por en torno a 30.000 personas.

Tras haber pactado de forma consecutiva con PSOE y PP de cara a facilitar la investidura del presidente español después de las dos últimas citas con las urnas, y asumida su posición de garante de las 150 medidas acordadas con los populares, Ciudadanos volcará sus esfuerzos de cara a la Asamblea General del 4 de febrero en dar una imagen de pluralidad y democracia interna. Una empresa difícil toda vez que Albert Rivera, cabeza visible del partido desde su creación en Catalunya, ha anunciado que se presentará a la reelección y nadie duda de que tendrá el camino expedito para lograr su propósito.

El pasado día 5, el autodenominado “grupo de trabajo” TranCsparencia, integrado por afiliados del partido, celebró su primera reunión anual con el fin de “promover una candidatura al próximo congreso de Ciudadanos”. Su manifiesto fundacional incluye objetivos como “fortalecer la democracia y transparencia internas”, “garantizar los derechos de los afiliados”, así como una “regeneración y representación proporcional”. Sin embargo, se da por supuesto que, en el caso de que lleguen a competir en el cónclave del año que viene, no le harán sombra al aparato liderado de forma férrea por Rivera.

Otra particularidad del proceso interno del partido naranja es que al mismo concurren listas cerradas: no es posible votar a personas concretas, sino a candidaturas al completo. Además, la ejecutiva y presidencia de Ciudadanos se elegirán en la última semana de enero, por lo que la asamblea del 4 de febrero quedará para que los delegados, y no los militantes, voten la reforma de los Estatutos y una ponencia política. - C. C. B.