madrid - Ausente pero presente. Pedro Sánchez no se ha dejado ver desde su dimisión en la fatídica noche del Comité Federal del 1 de octubre y desde entonces sus fugaces y lacónicas apariciones en escena han sido a través de Twitter. Ha sido costumbre que los ex secretarios generales del PSOE no asistieran a esta reunión. Así lo han hecho Felipe González, Joaquín Almunia, José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba. Y así lo hizo también Sánchez, que optó por hacer mutis por el foro en Ferraz para no caldear los ánimos, pero una vez terminado el debate y conocido el resultado adverso no tardó en manifestarse. También esta vez mediante su cuenta en esa red social. Igual de fugaz, breve y contundente que en ocasiones precedentes. Dejó entrever su intención de volver a la carga y se presentó como el verdadero adalid y representante del sentir de las bases socialistas, dejando por escrito el siguiente mensaje: “Pronto llegará el momento en que la militancia recupere y reconstruya su PSOE. Un PSOE autónomo, alejado del PP, donde la base decida. Fuerza”.
La decisión del Comité Federal deja en una situación comprometida a Sánchez, que, de mantenerse en el escaño, deberá decidir si acata la disciplina de voto en el Congreso de los Diputados o se la salta. O directamente no se presenta a la doble votación de investidura a Mariano Rajoy que se celebrará el jueves y el sábado de esta semana.
Dos días después de dejar la secretaría general, Sánchez comunicó que mantenía su escaño de diputado y hacía un llamamiento a los militantes del partido para “permanecer unidos”. “Tengo un compromiso con los electores y voy a seguir trabajando desde mi escaño de diputado para mejorar la vida de los ciudadanos”, escribió en Twitter.
nuevo líder Desde las elecciones del 20 de diciembre del año pasado, Sánchez se ha mantenido incólume en su intento de impedir que Rajoy repitiera como presidente del Gobierno español. Primero lo intentó presentando su candidatura a la investidura, y fracasó. Y luego, tras las segundas elecciones del 26 de junio de este año, en las que el PSOE votó en contra de la investidura de Rajoy. La posibilidad de unas terceras elecciones generales en diciembre no le arrugó y, pese a las presiones de buena parte de los barones de su partido, se mantuvo en sus trece hasta que perdió la batalla interna y se vio forzado a dimitir.
Ahora, tras la decisión del Comité Federal de abstenerse en la investidura, si Sánchez vota no, sería el primer exsecretario general que no cumple el mandato del Comité Federal. Si se abstiene, dejaría en mal lugar a los diputados que voten no y, si se ausenta de la votación, se expondría a alguna sanción orgánica e incluso a perder el escaño. Y es precisamente esto lo que menos le convendría si realmente piensa dar batalla interna en el partido, ya que el acta de diputado le ofrece un escaparate y una capacidad de movimientos y de influencia que de otro modo no lo tendría.
Con la decisión de ayer, el PSOE tendrá que iniciar un proceso de reestructuración interna. En los próximos meses tendrá que decidir mediante un congreso quién será su líder que encabece el complicado camino. La gestora tiene que organizar ese cónclave en un plazo razonable para ir ordenando el partido, pero los críticos de Sánchez prefieren retrasarlo para enfriar las opciones de que pueda volver a presentarse a la madre de todas las batallas. - H. Unzueta