La fábula que podría haber inspirado el ocaso del modelo de cajas de ahorro en España es de fácil comprensión. Erase un país en el que algunos banqueros utilizaron el dinero de sus clientes para vivir como reyes, pero, cuando llegaron las vacas flacas, el invierno y las siete plagas todas juntas, el conde, que ponía a sus amigos al frente de los bancos, no tuvo dinero suficiente para tapar el agujero y se vio obligado a pedírselo al rey. A regañadientes salieron de palacio cofres llenos de oro custodiados por unos hombres de negro que al ver el despilfarro decidieron cerrar los bancos podridos y regalarles a los bancos sanos lo poco que quedaba en pie. Y, para que aquello no volviera a suceder, los oscuros escoltas del oro obligaron a todos los banqueros del país a seguir unas nuevas reglas y a rendir cuentas directamente al rey. Los estragos del mal uso público de las cajas de ahorros se perciben a pie de cualquier calle española, en el vacío que han dejado en las aceras las antiguas sucursales de las entidades financieras y en los cambios de denominación de la mayoría de las que siguen abiertas.

Las 54 cajas y bancos que había en en el Estado entraron por un extremo del embudo en 2009 y salieron 24 por el otro lado en 2011. El proceso de cepillado y pulido del sistema ha sido constante desde entonces y el sector ha quedado reducido a 13 entidades en estos momentos.

Las cooperativas de crédito quedaron al margen del terremoto, pero también han buscado sus alianzas para mantenerse a salvo de posibles turbulencias futuras. Es el caso de Ipar Kutxa y Caja Laboral, que alumbraron Laboral Kutxa. La situación en las calles de Euskadi no ha cambiado tanto y sus aceras todavía tienen un ligero parecido con las de antes de la crisis. BBK, Caja Vital y Kutxa se han convertido en fundaciones bancarias cuyo fin es atender la obra social en sus territorios, pero siguen vivas en Kutxabank, del que son accionistas únicas. Una rareza en el actual panorama que es básicamente un reconocimiento a la gestión eficiente de las cajas y a no haberse dejado llevar por la locura que invadió al conjunto del sistema durante los años de bonanza. Con todo, los hombres de negro se sientan en el consejo de Kutxabank para supervisar las decisiones que se toman y la vigilancia, en general, es muy estrecha.

Los números de la reestructuración bancaria que se ha acometido en el Estado básicamente en la legislatura que ahora concluye no dicen tanto como el vistazo que puede echar cualquier ciudadano a las avenidas financieras de sus ciudades. Sobre todo por que las cifras son tan elevadas que lo más fácil es perderse en ellas.

A pesar del saneamiento en los balances, el sector sigue teniendo 237.900 millones de euros en activos improductivos y algunos de ellos son un auténtico quebradero de cabeza. Es el caso de los inmuebles, que todavía tienen una complicada salida al mercado y que, con un valor de 94.600 millones de euros, son la parte del león de los bienes que no aportan a la cuenta de resultados.

PRÉSTAMOS DUDOSOS El crédito de dudoso cobro a los constructores asciende a más de 57.000 millones y los préstamos con riesgo a empresas rondan los 48.000 millones. Por último, los créditos hipotecarios dudosos ascienden a 27.800 millones y los préstamos al consumo a familias con problemas para devolverlos superan los 10.500 millones.

Millón a millón la cifra de los activos improductivos crece hasta el punto de que triplican el PIB vasco. Por poner un ejemplo tan gráfico como irrealizable, si todos los inmuebles en manos de la banca española perdieran su valor y todos los créditos fueran impagados, el agujero equivaldría a tres años de generación de riqueza del tejido productivo de la CAV. No hay un riesgo real de que llegar a esa situación, pero el Banco de España ha advertido recientemente al sector de que ese volumen de improductivos es un lastre para los beneficios. La exposición de las entidades financieras vascas a esos activos ociosos es mínima, Kutxabank es el banco más solvente del Estado y Laboral Kutxa está en los puestos de cabeza.

“La economía vasca es más estable y ha evolucionado mejor [que la española] porque la crisis inmobiliaria y bancaria le ha afectado menos. Esto se ha dado porque aquí no se cometieron los excesos de otros sitios”. El mensaje lleva la firma del Ministro de Economía, Luis de Guindos, el artífice del saneamiento del sector . Pronunciadas justo la víspera del inicio de la campaña en una conferencia en Bilbao, esas palabras avalan por un lado la gestión de las entidades financieras vascas. Sin embargo, por otro lado, también suponen un reconocimiento implícito de la “injusticia” que se ha cometido con las cajas de la CAV.

Si el vendaval de la crisis se ha llevado por delante el modelo de cajas de ahorros en el conjunto del Estado -solo queda en pie Ibercaja-, en el caso de Euskadi les ha obligado a cambiar el paso, a reiventarse para mantener su independencia y su obra social. Están por ello en el foco tanto del Banco de España como del Banco Central Europeo y en ocasiones se han aprobado normativas que, sin citarlas expresamente, estaban diseñadas para limitar el margen de maniobra de las antiguas cajas de ahorro vascas. Con todo la negociación, liderada por BBK en el plano financiero, les ha permitido situarse a día de hoy en el mejor escenario posible. Las tres cajas vascas son las únicas fundaciones que son propietarias al 100% de la entidad a la que han cedido el negocio bancario, lo que garantiza el arraigo de Kutxabank. Lo han hecho además sin recibir ningún tipo de ayuda pública y sin tener que recurrir a una ampliación de capital. Otros síntomas de su buena salud.

Todo lo contrario que en el resto del Estado, donde el paradigma es Bankia. La imputación judicial de Rodrigo Rato pone rostro a los excesos. Las polémicas tarjetas black también ilustran el deterioro en la gestión de las cajas.

De vuelta a los números, el objetivo del próximo gobierno será recuperar las ayudas públicas a la banca, en torno a 100.000 millones, de los que ya se dan por perdidos unos 40.000.

LOS PROTAGONISTAS DEL NUEVO ESCENARIO BANCARIO

Ha sido designado por BBK para liderar la segunda fase del proyecto Kutxabank, la de crecimiento. Junto al nuevo consejero delegado del banco, Javier García Lurueña, ha estado al frente del equipo que ha diseñado el plan estratégico para el periodo 2015-2019. El objetivo es superar los 500 millones de euros en beneficios dentro de 4 años y para ello se han adoptado diferentes medidas de ahorro del gasto interno y se ha apostado fuertemente por el negocio tradicional bancario para ganar rentabilidad.

Cumplió en noviembre dos años al frente de la Fundación Bilbao Bizkaia Kutxa, el gestor de fondos que, con un 57%, es el principal accionista de Kutxabank. Sagredo acaba de lograr una gran victoria con la circular del Banco de España que fija el fondo de provisión que deberá acometer BBK para seguir controlando el banco vasco. El colchón de liquidez rondará los 250 millones, una cantidad asumible y sensiblemente inferior a los 700 millones que había llegado a plantear el supervisor.

La sucesora de Emilio Botin al frente de la primera entidad financiera española y uno de los más grandes del mundo, no se ha conformado con recibir la herencia de su padre, y ha apostado por los cambios. Lo ha hecho tanto en el consejo de administración como en la estructura de la entidad bancaria. También ha dado un golpe de timón a la estrategia del Santander, centrándose en aumentar la vinculación de los clientes actuales con nuevos productos con el objetivo de aumentar los márgenes de ingresos.

El segundo banco del Estado sigue teniendo una fuerte vinculación con Euskadi. Está llamado a ser protagonista en el nuevo escenario bancario y suena habitualmente en las quinielas para hacerse con alguna pieza del puzle financiero de cara a continuar creciendo. Ya lo hizo en su momento con las cajas catalanas agrupadas en Unnim y Catalunya Bank. Además, BBVA ha puesto en marcha un ambicioso plan para aumentar el negocio bancario digital y ganar tamaño y valor para sus accionistas.

Ha sido otro agente activo en el proceso de concentración bancario. La Caixa fue la primera caja en transformarse en banco y la primera en salir a Bolsa. En estos años ha crecido y ha absorbido a Banca Cívica -donde se había diluido antes Caja Navarra- y Banco Valencia. Es la primera entidad en oficinas en España. Su presidente, Isidre Fainé, también ha lanzado este año su nuevo plan estratégico, que pone el foco en ganar rentabilidad, gestionar activamente los recursos con los que cuenta y digitalizar la banca.

Invitado hasta cierto punto inesperado en el proceso de reconversión del sector bancario, el banquero vasco tomó las riendas de Bankia ante la ebullición de su crisis en mayo de 2012 y la toma de control por parte del Banco de España. Sustituyó a Rodrigo Rato, quien está imputado por la Audiencia Nacional por la gestión de la entidad. Gorigolzarri afrontará a medio plazo el reto de la privatización de Bankia. Una decisión que Europa urge a tomar y que abordará el gobierno que salga de las urnas el 20D.