las papeletas del 24 de mayo ya han cristalizado en nuevos gobiernos autonómicos. Uxue Barkos y el asturiano Javier Fernández, que tomó ayer posesión de su cargo, han sido los más remolones, pero tras sus nombramientos el mapa del Estado por fin está configurado. Dos meses de reuniones a izquierda y derecha, desencuentros, acuerdos y abstenciones que han propiciado un vuelco en el esquema territorial sin precedentes. Más fragmentado que nunca. Sin el abuso que hasta ahora ejercía el bipartidismo.
En este nuevo escenario autonómico, por encima de todo, mandan los pactos. Con Podemos, con el PSOE o con Ciudadanos. Las menos veces con los populares. Solo sobrevive una mayoría absoluta, la de Núñez Feijóo, salvado de la quema básicamente porque en Galicia este mayo no han pasado por las urnas.
Ganadores perdedores
El PP salió de estos comicios con escozores, muy mal parado. Aunque Carlos Floriano declarase con satisfacción fingida que habían vuelto a ganar las elecciones. Se dejaron por el camino más de dos millones de votos, y las rondas de contactos y pactos posteriores (muchos de ellos a regañadientes, con el único objetivo de levantar de sus asientos a los populares) han reducido su poder autonómico de forma más que considerable. El “¡qué hostia, qué hostia!” de Rita Barberá en las municipales valencianas resume bastante bien la realidad popular en el Estado. Además de Galicia, solo gobierna en cuatro comunidades: Castilla y León, Madrid, La Rioja y Murcia. También lo hace en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, en la primera con la mayoría absoluta de Juan José Vivas y en la segunda gracias al pacto de otro Juan José, en este caso Imbroda, con Populares en Libertad (PPL).
En todas las comunidades autónomas en las que ahora manda el PP ha sido necesaria la colaboración, en forma de apoyo explícito o abstención, de Ciudadanos. En La Rioja, por ejemplo, gobierna José Ignacio Cisneros con mayoría simple después de la abstención de los de Albert Rivera. En Castilla y León sucede tres cuartos de lo mismo. Juan Vicente Herrera perdió su holgada mayoría absoluta en las urnas y solo la abstención de Ciudadanos le mantiene en el cargo. Hererra, no obstante, es el único candidato que ha conseguido ser reelegido presidente autonómico y el único superviviente del enorme poderío del que gozaba el PP en 2011.
En Murcia Pedro Antonio Sánchez sí ha recibido los votos de los cuatro diputados de Ciudadanos con el compromiso de dimitir si se dicta un auto motivado de imputación contra él. Sobrevuelan sobre su cabeza los fantasmas de la corrupción, y ya tuvo que declarar el pasado 14 de julio por el caso Auditorio, que investiga las corruptelas políticas de manual: presuntos delitos continuados de prevaricación, malversación de caudales públicos, fraude contra la administración y delito de falsedad documental. Clásicos.
El último feudo popular en este renovado mapa autonómico es el de Madrid. Finalmente, Cristina Cifuentes, sustituta de Ignacio González en el PP madrileño, solventó las duras negociaciones con Ciudadanos y logró el apoyo de sus 17 diputados para convertirse en presidenta. Así las cosas, el PP gobierna en menos de la mitad de las comunidades que conquistó en 2011. Tiene cinco y ha perdido seis: Cantabria a manos de los regionalistas de Revilla, y Aragón, Baleares, Castilla la Mancha, la Comunidad Valenciana y Extremadura, todas ellas arrebatadas por el PSOE.
Pactos y más pactos
Aunque casi un millón de ciudadanos retiraron su respaldo en mayo al Partido Socialista, los de Pedro Sánchez han salido de la cita reforzados, con un lavado de cara y presentándose en público como protagonistas del cambio. Y no les faltan motivos. Además de las cinco comunidades que le han birlado al Partido Popular, conservan Asturias y Andalucía, cuyas elecciones se celebraron el 22 de marzo. Le ha costado un buen número de reuniones y disgustos a Susana Díaz proclamarse presidenta, pero al final consiguió el apoyo de Ciudadanos, más proclive a pactar con el PP, pero que parece haber hecho una excepción en este caso.
En Asturias Ciudadanos y Podemos con su abstención, e IU con su apoyo, han propiciado el segundo y último mandato de Javier Fernández, que ya ha anunciado que no volverá a presentarse a la reelección. IU ya ha advertido que el acuerdo se circunscribe a exclusivamente la investidura, por lo que no tiene garantizado su apoyo en el parlamento más fragmentado de la historia de la autonomía, una constante en este nuevo escenario político.
En Aragón el socialista Javier Lambán sustituye a Luisa Fernanda Rudi (PP), que solo ha aguantado una legislatura y pasó en las urnas de 30 escaños a 21. En esta comunidad, siempre marcada por los pactos ya que jamás ha visto una mayoría absoluta, a Lambán le ha tocado apoyarse en Podemos, La Chunta Aragonesista y la única diputada de IU. Por su parte, el Govern Balear ya tiene a la primera presidenta de su historia y Francina Armengol (PSIB-PSOE) toma el relevo de José Ramón Bauzá (PP) con el apoyo de los econacionalistas de MÉS y los diputados de Podemos. Otro socialista, Emiliano García Page, ha sido capaz de arrebatarle el poder en Castilla-La Mancha a uno de los pesos pesados del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, que en directo o en diferido en forma de simulación, y para más guasa con una sospechosa reforma electoral previa para garantizarse la reelección, ha visto cómo los dos diputados de Podemos desnivelaban la balanza en favor del PSOE (17 contra 16).
La Comunidad Valenciana es uno de los territorios donde más ha dolido la derrota popular. Sus ciudadanos eran fieles a las siglas que adorna una gaviota nada menos que desde 1995, y siempre a pesar del incesante goteo (o chorreo) de casos de corrupción, con datos escandalosos como un 20% de sus diputados imputados en algún escándalo. Esta vez, 20 años después, el socialista Ximo Puig ha conseguido romper esta aplastante hegemonía popular, incluyendo tres mayorías absolutas en sus cuatro mandatos. Puig fue investido con los 23 votos de su grupo, el apoyo de Compromís (19) y ocho de los 13 diputados de Podemos (los otros cinco se abstuvieron). En total 50 diputados, seis más que la suma de PP (31) y Ciudadanos (13).
En Extremadura la candidatura encabezada por Guillermo Fernández Vara completa el número de conquistas socialistas y fue la lista más votada (30 diputados por los 28 del PP). Con el apoyo de los seis diputados de Podemos Vara entra como presidente de la Junta y el popular José Antonio Monago sale.
De este modo, de las 14 comunidades autónomas en las que hubo elecciones (Andalucía inclusive), el PP conserva cuatro, el PSOE suma siete y quedan tres versos sueltos que escapan de las tradicionales siglas del bipartidismo: Cantabria, Canarias y Navarra. Miguel Ángel Revilla, con su Partido Regionalista de Cantabria, vuelve por tercera vez al cargo que ya ocupó entre 2003 y 2011 y se lleva por delante al que ocupó su asiento en ese paréntesis de cuatro años, el popular Ignacio Diego. Revilla regresa con sus 12 diputados, el apoyo de los cinco del PSOE y la abstención de los tres de Podemos, números suficientes para superar a la suma de PP y Ciudadanos (15).
En Canarias Fernando Clavijo sustituye a su compañero de filas Paulino Rivero y reeditará el pacto de la anterior legislatura con el apoyo de los 15 diputados del grupo socialista. También cuenta con los votos de la Agrupación Socialista Gomera (ASG).
Por último queda Navarra, gobernada desde comienzos de semana por Uxue Barkos en detrimento de Yolanda Barcina. Se da la circunstancia de que el de Barkos es el único gobierno del cambio en el que no tiene presencia el grupo socialista, que se abstuvo en la votación. Los apoyos de Podemos, IU y EH Bildu bastaron.
A izquierda y derecha
Si hay dos partidos que tienen la culpa de la histórica fragmentación del arco parlamentario de cada comunidad autónoma, esos son sin duda Podemos y Ciudadanos. No gobiernan ninguna comunidad (los pactos sí les han proporcionado ayuntamientos), pero uno u otro han colaborado en la configuración de 13 de los 14 nuevos gobiernos, con la excepción de Canarias. Podemos ha apoyado o facilitado con su abstención el triunfo de PSOE en seis de las siete comunidades en las que gobierna (Asturias, Aragón, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Baleares y Extremadura), y Ciudadanos ha optado por el otro bando sosteniendo al PP con su abstención en Castilla y León y la Rioja, y su apoyo en Madrid y Murcia. También ha apoyado a Susana Díaz en Andalucía.
Se acabaron las mayorías. Hay 14 nuevos gobiernos que se han sentado a la mesa para sumar siglas y llegar a acuerdos. Y al menos durante los próximos cuatro años van a tener que seguir dialogando.
Los tres que repiten. De los 14 presidentes que han salido de las urnas en lo que va de año solo repiten tres; Juan Vicente Herrera (PP) en Castilla y León, Javier Fernández (PSOE) en Asturias y Susana Díaz (PSOE) en Andalucía, aunque es la primera vez que vence en las urnas.
Los nueve nuevos. Uxue Barkos (Geroa Bai) en Navarra, Ximo Puig (PSOE) en la Comunidad Valenciana, Emiliano García Page (PSOE) en Castilla-La Mancha, Francina Armengol (PSIB-PSOE) en Baleares, Javier Lambán (PSOE) en Aragón, Cristina Cifuentes (PP) en Madrid, Pedro Antonio Sánchez (PP) en Murcia, José Ignacio Ceniceros (PP) en La Rioja y Fernando Clavijo (CC) en Canarias debutan al frente de sus respectivos gobiernos autonómicos.
Los dos que vuelven. Miguel Ángel Revilla (PRC) en Cantabria y el extremeño Guillermo Fernández Vara (PSOE) repiten después de un paréntesis de cuatro años.
La única mayoría absoluta. Alberto Núñez Feijóo es el único presidente de una Comunidad Autónoma que gobierna con mayoría absoluta, aunque no ha pasado por las urnas este año. Los gallegos decidirán en 2016 si siguen dándole su apoyo.