Incluso cuando el partido ha atravesado momentos dificilísimos como el congreso de 2008, siempre conservábamos intacto nuestro poder territorial. Ahora se ha derrumbado y se ha abierto una crisis en la organización”. La confesión de un diputado conservador desnuda el estado de depresión en que está sumido el PP desde el 24-M y que ha obligado a Mariano Rajoy a fabricar una remodelación de su primera fila para enderezar el rumbo por si con ello logra salvar los muebles en las generales. El giro a la izquierda en el Estado español, abanderado por las candidaturas de unidad popular, bien encabezando alcaldías o proporcionando al PSOE respaldo para desbancar a la formación de Génova, puede ser el primer ladrillo para edificar un Ejecutivo de distinto signo en Madrid; desatando paralelamente la furia dialéctica del partido del Gobierno, tanto de sus dirigentes como de su corte de comunicadores, empeñada en complicar las labores de gestión a los recién llegados, sobre todo si estos se enmarcan en siglas afines a Podemos, entre ellas, Ahora Madrid o Barcelona en comú, que han colocado a la jueza Manuela Carmena y a la activista Ada Colau al frente de consistorios como Madrid y Barcelona, respectivamente.

Pedro Santisteve (Zaragoza en común), José María González, alias Kichi (Por Cádiz sí se puede), Xulio Ferreiro (Marea Atlántica, de A Coruña), Martiño Noriega (Compostela aberta), Jorge Suárez (Ferrol en común), además de Joan Ribó en Valencia (Compromís) o Miguel Anxo Fernández (BNG) en Pontevedra, representan una nueva estirpe de dirigentes más pegada a la calle y que ha desalojado los viejos usos y costumbres de la retahíla de vetustos políticos como Esperanza Aguirre, Rita Barberá, Francisco Javier León de la Riva, Juan Ignacio Zoido o Teófila Martínez, entre otros populares cada vez menos populosos. El pleno del tridente jeltzale en la CAV (Juan Mari Aburto, Eneko Goia y Gorka Urtaran), así como el vuelco en Iruñea, donde Joseba Asiron (EH Bildu) tratará de hacer olvidar los años de regionalato de UPN, ahondan en la herida del bipartidismo español, del que no se salvan los socialistas a pesar de ganar poderío en las instituciones, ya que perdieron 700.000 votos en las urnas, lo que deja en cuarentena si el liderazgo de Pedro Sánchez será su bálsamo.

“excéntricos y sectarios” Quizás haga más por su futuro el propio PP cuando le acusa de abrazarse a pactos “excéntricos y sectarios”. A que sus costuras revienten lo antes posible condiciona en buena parte Rajoy su reválida personal de noviembre, por lo que no es de extrañar que sus fieles tertulianos se hayan puesto a rascar en las conductas y manifestaciones pretéritas de quienes han recalado con un mensaje más llano que promete transparencia, honestidad, participación ciudadana y mayor justicia social. El PP, que cedió la corona en 15 de las 34 capitales de provincia que atrapó en 2011, parece aferrarse al refranero y al “por la boca muere el pez”, siempre que el pescado sea el otro. Otro recurso, el de reformar la ley electoral para que gobierne la lista más votada, como pretendía hace unos meses, cuando aventuraba lo que se le avecinaba, queda para más adelante. Un dato: solo en Ceuta firmó mayoría absoluta. Por lo demás, casi dos millones y medio de votos y 3.800 concejales menos, un correctivo que se sitúa a la altura del que en su día recibió la UCD.

De las cinco ciudades más pobladas de España solo Sevilla (Juan Espadas, PSOE) está en manos del bipartidismo, y gracias a Participa Sevilla (Podemos), mientras que de las veinte con más habitantes el PP solo regirá en Málaga, Murcia y Granada. Asimismo, de entre las capitales surge un milagro para la diezmada Izquierda Unida, que llevará las riendas de Zamora (Francisco Guarido) con el apoyo socialista. Una pica en Castilla y León, feudo popular. Por su parte, Ciudadanos, que ha minado el sufragio azul aparte de sostenerle en otros lugares como Almería -a última hora y cambiando su firma de papel-, se ha hecho con 48 mayorías absolutas en pequeñas localidades de las dos Castillas, y con la batuta de un par de municipios con más de 70.000 habitantes: Mijas (Málaga) y Valdemoro (Madrid).

La otra fuerza emergente abraza a un mayor núcleo poblacional, el más relevante, y es que las marcas cuya matriz es Podemos gobernarán a siete millones de ciudadanos. La marea, como se denomina en Galiza, que se ha llevado por delante la hegemonía de un PP en decadencia.