El próximo 18 de septiembre los escoceses tendrán en sus manos el futuro de una de las uniones políticas más exitosas de la historia. Reino Unido de Gran Bretaña ha sido, desde que se creó en 1707, una de las potencias mundiales y hoy en día ocupa los sillones más importantes en casi todos los organismos internacionales. Es la mentalidad y el objetivo con el que los nobles ingleses y escoceses firmaron el Tratado de Unión lo que hace posible que, 307 años después, el antiguo Imperio británico vaya camino de lo que puede ser su extinción.
Hay diversas razones por las que los dirigentes de la época optaron por disolver el parlamento escocés y aliarse con su Auld Enemy (antiguo enemigo). Para 1707, la relación comercial entre ambas naciones era enorme. Escocia, entre otros bienes, exportaba lana, sal y madera a Inglaterra. Además, compartían la misma lengua y, desde 1603, el mismo monarca. Por ello, el profesor de la Universidad de Edimburgo, Ewen Cameron califica de “casi natural” la tendencia a unirse. Sin embargo, Cameron admite que la primera de las causas a la que se alude es siempre la economía. Los nobles escoceses se vieron en bancarrota tras el fallido intento de poner en marcha una colonia propia en Darien. Unos años antes, un mercader llamado William Paterson encontró un istmo en Panamá por el que se podría cruzar el continente americano ahorrando así miles de libras en transporte. Sorprendentemente, logró contagiar al país de su optimismo y para el año 1698 la mayor parte de los ciudadanos habían invertido dinero en lo que sería el “futuro dorado” de Escocia.
pantanos y mosquitos Cuando los colonos llegaron a Darien se encontraron una zona pantanosa, donde los mosquitos y las enfermedades campaban a sus anchas. Paterson y sus seguidores no conocían la zona y se dieron cuenta de que las pelucas, calcetines de lana y mantas a cuadros con las que pretendían maravillar a los indígenas les iban a servir de poco en un lugar como aquel. Sin embargo, decidieron seguir adelante y construyeron los primeros asentamientos. Las noticias de la nueva empresa escocesa no sentaron nada bien en Londres. Así, maniobraron para evitar que los nuevos colonos escoceses pudieran realizar tratos comerciales en las zonas ya controladas por los ingleses.
Al de dos años, la mayor parte de los habitantes de Darien habían fallecido y los pocos supervivientes, aceptando el fracaso, decidieron volver a Escocia. Cuando los ingleses propusieron ayudar económicamente a sus vecinos del norte a cambio de una unión política, las clases altas de la sociedad escocesa no se lo pensaron dos veces. El historiador Neil Oliver califica su actitud de “soborno en todo menos en el nombre” y el gran poeta escocés, Robert Burns, aseguró en su día que “Escocia fue vendida por oro inglés”.
razones religiosas Sin embargo, Ewen Cameron alerta de que “la economía no fue la única explicación”. El experto insiste en que “Darien fue un hecho relativamente novedoso y hay razones como la religión que tienen raíces mucho más profundas”.
A principios del siglo XVIII los ingleses cayeron en la cuenta de que con todos los vástagos de la Reina Ana fallecidos, el descendiente más directo sería el católico James Francis Edward Stuart. Para evitar la vuelta de un monarca fiel a Roma, el Parlamento inglés, sin consultar a sus vecinos del norte, aprobó ceder la corona a la casas Hanover. Cuando se firmó el Tratado de Unión entre ambos países una de las cláusulas incluía la aceptación escocesa de la nueva línea real.
El acuerdo trajo revueltas a ambos lados de la frontera, especialmente en Escocia donde en ciudades como Edimburgo fueron frecuentes los altercados. A pesar de ello, Ewen Cameron insiste en que “hubo muchos a favor de la unión” aunque recalca que “en ningún caso fue una decisión democrática”. El experto explica que “solo una élite minoritaria” tomó las decisiones y selló el acuerdo de unión.
viejo sueño En cualquier caso, la unión entre Escocia e Inglaterra es una de las aspiraciones más antiguas en la historia de la isla. Héroes míticos como William Wallace o Robert The Bruce lucharon en contra de la anexión en el siglo XIII y el primer monarca que reinó en ambos territorios, James VI de Escocia y I de Inglaterra, lo intentó en 1608.
Curiosamente, su sueño de unir los dos territorios fue truncado por los propios ingleses. Cuando James llegó a Londres, se encontró una sociedad que trataba a sus vecinos del norte como seres inferiores, menos avanzados y prósperos. Así que cuando el rey propuso una unión como iguales entre ambas naciones, sus cortesanos se negaron en redondo. Sin embargo, este fue el embrión de una idea que, poco a poco, fue calando en algunos sectores de la sociedad.
Los fanáticos religiosos vieron la unión como una oportunidad para crear un país donde sus ideas fueran respetadas. De esta manera, la idea de una Gran Bretaña fue expandiéndose entre los presbiterianos escoceses, los puritanos ingleses y los protestantes irlandeses.
En cualquier caso, Cameron asegura que la unión de las coronas no trajo consigo como consecuencia inevitable la unión política de cien años más tarde. De hecho, durante los primeros 50 años, los ciudadanos fueron muy críticos con la asociación anglo-escocesa y tan solo 6 años después, en 1713, Westminster acogió la primera votación para disolver el recién nacido Reino Unido en la que los favorables a Gran Bretaña ganaron por tan solo un voto.
el fin de cameron Trescientos años después los dirigentes actuales del país vuelven a enfrentarse al mismo dilema. Esta vez, la decisión estará en manos de los ciudadanos y podría salir muy cara, especialmente, al primer ministro, David Cameron.
A finales del 2012 el jefe del ejecutivo británico firmó con su homólogo escocés, Alex Salmond, el Acuerdo de Edimburgo por el que se establecía el marco legal para el referéndum. En el documento, Cameron insistió en que la papeleta de voto tuviera solo dos opciones, descartando la conocida como devomax, una ampliación sustancial de los actuales poderes del Parlamento escocés.
En este sentido, el profesor Ewen Cameron recalca que, si los independentistas son mayoría, el primer ministro actual será un “cadáver político” y pasará a los libros de historia como “el hombre que perdió Escocia por su propia culpa”. El experto asegura que David Cameron “calculó mal” y nunca creyó que el independentismo pudiera tener un apoyo tan alto como el que indican las encuestas. De esta manera, desechar la opción de ampliar los poderes de la zona norte del país podría salirle muy cara al político conservador.