dONOSTIA - Este tiempo de desintoxicación de la política le ha sentado bien: se confiesa "muy contenta" con su dedicación a tiempo completo a mejorar su euskera. Su plaza de catedrática en un instituto de Donostia la espera. Pero el gusanillo de la "reflexión política" está ahí. Y algo de acción política, también: el próximo domingo estará en el kilómetro 22, a la altura de Arrasate, de la cadena humana por el derecho a decidir organizada por Gure Esku Dago.

¿Qué diagnóstico hace de los resultados electorales del PSE el pasado domingo?

-Son malos sin paliativos pero no solo lo han sido esta vez, vienen siendo malos en los últimos tiempos. Estando en Ajuria Enea el PSE perdió votos de manera considerable en las elecciones municipales y forales de 2011. Ya en aquel momento hice la reflexión de que se habían encendido las luces rojas porque el PSE había desaparecido del mapa político municipal y territorial.

Y a partir de ahí...

-Se ha seguido en la senda. Tenemos la tendencia a hacer análisis parciales. Al PSE le falta un proyecto propio para Euskadi, anclado aquí, desde el socialismo, no el mismo que el de Extremadura y Aragón. Se puede tener el mismo ideario político del PSOE pero enriquecido con las particularidades que le tiene que dar el arraigo de ese socialismo en un país con una fuerte identidad nacional vasca. O catalana o gallega, en su caso. Ese es el federalismo como yo lo entiendo, no como se ha entendido en los últimos tiempos, aplicando el concepto federal para barrer las posibilidades del Partido Socialista y hacer que mantenga a la derecha navarra en el poder.

Esto nos remite a su proyecto del Nuevo Socialismo Vasco.

-Sí, ya creía en esto cuando me presente al congreso del PSE en 2002, en lid precisamente con Patxi López. Tuvo en aquel momento escasísimo apoyo. Quitando todo lo que tiene que ver con el terrorismo, porque se ha superado ya, lo que afecta a la democracia interna, a dar paso a los jóvenes, que sea un partido enraizado aquí y cercano a la cultura vasca, al euskera, que tienda puentes y que no entienda los marcos jurídicos como un muro de contención, todo eso sigue absolutamente vigente, y es la asignatura pendiente del PSE. Es más, suena incluso un poco revolucionario.

¿Se puede recuperar este debate en el PSE?

-Los análisis oficiales del PSE dicen que perdemos el voto solo por la izquierda y por el fenómeno de Podemos. Puede que algo de razón haya en eso, así que deberemos considerar qué hace el socialismo votando en el Parlamento Europeo un 70% de las veces con la derecha o cuando se crea la expectativa de la gran coalición para el Gobierno de España o cuando tenemos una misma visión de la Constitución o del derecho a decidir que el PP.

¿Ve más explicaciones?

-Sí, es una reflexión más difícil de acometer pero en la que el PSE se la debe jugar: debe reflexionar sobre cuánta gente que vota a otros se nos podría acercar si los socialistas vascos tuvieran un proyecto más enraizado con la identidad nacional de Euskadi, la cultura, el euskera, una posición más abierta ante el denominado conflicto vasco o la aplicación de derecho a decidir.

Parece que muchos en su partido piensan que el derecho a decidir es patrimonio de los nacionalistas, no de la izquierda española.

-Pues todos los partidos de izquierda tienen en sus programas el derecho a decidir; lo tiene Bildu, pero también Podemos e Izquierda Unida. Habrá que hacer una reflexión un poco más compleja que pensar que todo el voto se nos va por la izquierda.

Su propuesta sobre el derecho a decidir tiene difícil encaje en el PSOE, como se ha visto con el PSC.

-Creo que hay un espacio para defender el derecho a decidir pero no por las mismas razones que lo defiende un nacionalista. No creo que haya que ser nacionalista para defenderlo. De hecho, no creo que David Cameron sea nacionalista pese a asumir la consulta en Escocia. Se puede defender el derecho a decidir por ser independentista o como una vía hacia la clarificación. En Quebec se llevó a la práctica a través de una ley de claridad que encauzó un conflicto por el camino de la clarificación, de poder analizar cuál es el dimensionamiento de un conflicto político. Hay que recordar que, cuando se argumenta que el derecho a decidir es la vía hacia la independencia, allá donde se ha aplicado no ha habido independencia porque la gente no la quiere. Los no independentistas defendemos el derecho a decidir como una vía para no lograr la independencia, porque pensamos que la mayoría nos respaldará. Veamos cuáles son esas mayorías.

¿Qué se conseguiría con ello?

-Clarificar todos los conflictos territoriales que existen en este país o, lo que es lo mismo, el encaje de las nacionalidades históricas. Luego, acordemos, pactemos con luz y taquígrafos, que es la fórmula política del siglo XXI para resolver los conflictos. Y para ello no es necesario siquiera cambiar la Constitución. Con todas estas negaciones lo único que conseguimos es que las posiciones sean cada vez más negativas y que la gente se sienta cada vez más alejada de un sentimiento nacional compartido porque se siente sin espacio.

¿A qué le suena el proyecto de una gran coalición entre PSOE y PP?

-Me suena a que ya lo hemos practicado en algunos sitios, como aquí, y no nos ha ido tan bien. Se ha hecho en Europa, y la gente de la izquierda al PSOE no lo entiende. Tampoco entendió la gran mayoría de esta sociedad, ni siquiera los votantes del PSE, el resultado del gobierno de Patxi López con el apoyo del PP. Podemos seguir pensando que fue porque el PSOE bajaba o por la crisis económica, pero digo que para un socialista es difícil aceptar una cohabitación con tu principal rival electoral. Ahí está Navarra, donde hemos mantenido por acción o inacción a un gobierno de la derecha.

Que Patxi López envíe a los cargos del PSE un circular en la que afirma que el derecho a decidir no entra en el ideario socialista ¿es síntoma de que se abre el debate en el partido?

-Yo no entendí esa carta, solo se explica en el contexto de una ataque de nervios. Ya sé que estábamos en elecciones cuando participé en la mesa de Gure Esku Dago, pero mi posición no está lejos del artículo que él mismo escribió el año pasado en la que dejaba el interrogante de si era bueno que nos dotáramos de nuestra propia ley de claridad como la de Quebec. ¿Y para qué? Seguramente para dotarnos de una consulta y ver el grado del conflicto. Eso no es más que el ejercicio del derecho de autodeterminación de una manera legal y pactada. El propio PSE reconoció en los acuerdos de Loiola de 2006 la posibilidad de consulta y doy fe de la cantidad de veces que en las ejecutivas del partido debatimos sobre el modelo quebequés.

¿Confía en que la ponencia del Parlamento sobre autogobierno acerque posturas?

-Realmente no creo que se necesiten más comparecencias, está dicho todo. Sabemos lo que hay que hacer para dar una solución, a veces incluso hemos acordado esa solución pero la hemos guardado en un cajón. Habría que retomar un hilo conductor histórico y seguir avanzando pero no para volver a empezar. Con el autogobierno es como Penélope, tejiendo y destejiendo. Que los partidos fundamentales se siente en una mesa y decidan qué pasos a seguir.

A algunos les extrañó que elogiase al lehendakari Ibarretxe, siempre muy criticado por los socialistas vascos. ¿Por qué lo hizo?

-La política es muy despiadada y no estamos acostumbrados a reconocer las virtudes del otro. Quise reconocer que me parecía un político honesto porque, no compartiendo su proyecto ideológico, es un hombre que cumplió su palabra, se presentó a las elecciones diciendo lo que iba a hacer, defendió su proyecto hasta sus últimas consecuencias, y ganó las siguientes elecciones aunque no fue lehendakari porque hubo una alianza democrática de otros partidos. Además de aportar honestidad, puso sobre la mesa una cuestión que ha llevado ahora al PSOE a hablar de reformar la Constitución porque reconoce que hay algunos conflictos, como el vasco y el catalán, por resolver.

¿Se está condenando el PSOE a ser un partido marginal?

-Pienso que el PSOE tiene todo el futuro por delante. He pasado del escepticismo de los últimos tiempos a la expectación que me sugiere el momento presente, y que espero dé paso a la esperanza. Ya dije hace dos años, y parecía que era la única en Euskadi, que la apuesta de Alfredo Pérez Rubalcaba no era las más acertada y el tiempo ha demostrado que es así, que no era la persona que la sociedad percibiera con credibilidad para afrontar el futuro.

Así que está expectante porque...

-Porque me parece bien que se hayan producido las dimisiones con carácter inmediato y creo que todos los responsables del partido deben dejar sus puestos y abrir los congresos al conjunto general de la militancia. Necesitamos de verdad un tiempo nuevo. Patxi López dice que hay que hacer una revolución. Pero hay que hacerla de verdad, porque, si no, nos la harán los demás. Ya la están haciendo de hecho, porque cada vez somos un partido menos importante, menos interesante en Euskadi.

¿Qué daría credibilidad al proceso interno de renovación de la cúpula del partido?

-Pasa por facilitar las condiciones para que compitan varios candidatos que tengan ganas de luchar por la secretaría general y que sean los afiliados los que decidan con total libertad. Espero que sean todos los secretarios territoriales los que dimitan porque no creo que López es el único responsable del desastre en Euskadi.

¿Hay alguien que recoja el testigo?

-Confío en las caras nuevas, pero es cierto que no se ve gran renovación de personas en el PSE. Gente nueva valiosa ha sido laminada sin piedad, con es el caso de Álava, un error que pagará el PSE en su conjunto por mucho tiempo. Son modos arcaicos y tiránicos de llevar una organización. Es gente que hay que recuperar.

¿Le gustaría Idoia Mendia de secretaria general del PSE?

-Tengo una opinión positiva de ella y tiene todas las virtudes para poder serlo. Pero hoy es casi más importante el procedimiento de elección que la persona que vayamos a elegir.

¿Qué le pide a un candidato?

-Lo primero que me gusta es que diga que quiere serlo. Cuando oigo a alguien que dice yo seré lo que los militantes quieran que sea... De la misma manera que no tengo más que elogios para Idoia Mendia, no me gusta que alguien que puede ser secretario general diga que si los militantes quieren. No, hay que decir claro que tengo vocación, y quiero liderar este partido y sacarlo adelante. Patxi López dice que está a disposición del partido y que el guion no está escrito. Pues tiene que decir lo que quiere hacer y pelearlo, aunque pierda, porque así se gana credibilidad. Me gustaría que alguien en el PSE presentase un proyecto de partido anclado en Euskadi y que no sea un proyecto que se pueda defender aquí o en Extremadura, sino que se defienda aquí porque está pensando en los vascos.

¿López ha perdido credibilidad por no hablar a las claras de sus aspiraciones?

-Creo más bien que en Madrid se abre un nuevo tiempo para nuevas personas. Sinceramente pienso que el resultado electoral en Euskadi lastra las posibilidades de López.

¿Eduardo Madina dará finalmente la batalla por ser secretario general del PSOE?

-Me parecería estupendo que se presentara. Representa el nuevo tiempo, está preparada para ejercer esa responsabilidad y comparto con él que debe haber juego limpio y que pase a la historia el voto por delegados.

¿A Madina le puede pasar factura ser vasco?

No creo, en todo caso será un aval en la medida que hacer política siempre ha sido más difícil aquí que en otros sitios. Eduardo Madina se ha jugado la vida. Él tiene muchos valores tras de sí, no solo desde el punto de vista intelectual, sino vital. Una de las cosas que más admiro es que siendo una víctima del terrorismo de ETA y habiendo sufrido y todavía sufriendo las consecuencias de un atentado en su propia piel no guarda rencor. Siempre su discurso ha sido esperanzador y de tender puentes.

¿Tiene opciones Carme Chacón?

-Tuvo su momento. En la contienda entre Rubalcaba y ella en 2012, yo tenía claro que Chacón podía suponer la renovación. Pero perdido ya el momento y teniendo en cuenta que ha estado muchos meses fuera de la política española, eso pasa factura. Es cierto que ha evitado meterse en el conflicto catalán pero creo que hay que defender lo que uno cree con todas sus consecuencias. Me parecería bien que se presentarse como candidata pero la veo más fuera de juego.

¿Sigue participando internamente en el PSE?

-No, solo soy militante de base, deseosa de votar a los próximos secretarios generales del PSOE en todos los ámbitos.